"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 9 de marzo de 2024

El pájaro es pájaro. Acompañando con la canción Txoria txori, interpretada por Mikel Laboa




No está mal haber cambiado los pájaros de Sarajevo por las aves de la Patagonia. En paisajes tan diferentes también se encuentra el hombre. No solo el hombre abstracto o el natural del lugar, sino el más preciso, es decir, tú y yo. El pájaro es pájaro, cantaba el inolvidable y dulce Mikel Laboa. Y el hombre es hombre allá donde llega o donde resiste. Los que no sabemos de pájaros creemos saber de hombres. Pero tampoco. Los vuelos de esta especie son mucho más complejos y a medida que la vejez nos va proporcionando mayor perspectiva, o eso se supone, porque la vejez es la distancia, también nos engaña en nuestras apreciaciones. ¿Vemos lo que es o lo que nos gustaría ver? ¿Volamos guiados por instinto o por racionalidad? Del río Miljacka, aún sangriento, al desierto olvidado al que cobija la Cruz del Sur, los hombres no cambian. Sentados al borde del río bosnio hablamos mucho sobre las glaciaciones y cómo estas propiciaron o refrenaron las migraciones de aquellos primeros hombres erguidos. En parte la conversación era ficción. ¿No es siempre una ficción cuando hablamos de los demás? ¿No hay acaso una simulación cuando hablamos de nosotros mismos? Pero ahora, en la Patagonia, ¿qué se impone? Tal vez solo el silencio. El silencio humano. Porque las otras voces, las de los pájaros, se encuentran en otra dimensión donde nunca llegaremos.


En tiempos de pájaros de mal agüero, de pajarracos y de carroñeros viene bien escuchar una melodiosa canción de Mikel Laboa, Txoria txori (El pájaro es pájaro) Dulce y conmovedora en su letra y en su tonalidad de canto. No sé si porque me retrotrae al pasado o porque la belleza se perpetua entre quienes la deseamos siempre que la escucho me emociono. El pájaro quiere ser pájaro y ya está bien de cometer tropelías. Su letra:


Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío,
no habría escapado.
Pero así,
habría dejado de ser pájaro.
Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.



Hegoak ebaki banizkio
nerea izango zen,
ez zuen aldegingo.
Bainan, honela
ez zen gehiago txoria izango
eta nik...
txoria nuen maite.




*Ilustración de Inés González Soria

18 comentarios:

  1. Hermosa canción en un tono medieval, acorde parra un día como hoy en que con lo que está lloviendo no se ve ni un pájaro.

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  2. Estas aves que alegremente cruzan los cielos son golondrinas púrpuras, una especie de la Patagonia, anidan a la vera del Río Negro en majestuosos acantilados, preferidos también por loros y múltiples alados. Muy hermoso tu texto, como preciosas las canciones que lo acompañan. Gracias!

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    1. Bienvenidas las golondrinas púrpuras en un mundo de los hombres empeñados en hacerlo menos acogedor.

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  3. en el aire, a la altura de los pájaros...
    https://www.youtube.com/watch?v=FgHPutspGBM

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    1. Siempre me pareció El cant dels ocells una composición cargada de tristeza y nostalgia, pero es preciosa.

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  4. pueden ir las dos de la mano, por la belleza y el sentimiento

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  5. Así es. Ojalá fuerámos más simples, con aerodinámica de ave o de primate sin más vocación que vivir, pero nuestra inteligencia nos hace mil trampas. Me quedo con esa bellísima cación.

    Un abrazo.

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    1. ¿Sabes lo que pienso? Que no hay que dar vueltas a lo que somos y mucho menos ir para atrás. Compensamos, si queremos y podemos, a otras especies con nuestras priopias dotes, entre las cuales la sensibilidad debe ser primordial. Nuestra inteligencia, que no vale discutirla, porque es evolución, es un tesoro, con todas sus consecuencias. Debe servir en estos tiempos para que nadie nos manipule, no es poco, ¿verdad?

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  6. Em fa pensar en un conte que vaig llegir, no recordo de qui, que explicava com un home gelós de la seva dona i la seva cabellera, la hi tallava, restant-li la bellesa que era el que precisament volia d'ella.

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  7. Sí que se ven hermosas aves en la bella Patagonia que mi país (Chile) comparte con Argentina. Allí en esa zona de paisajes nobles y de auténtica belleza natural es posible reencontrarse con el alma interna. El ser humano es un animal con vocación de pájaro. Desde que era un homínido en evolución y alzaba la vista a las alturas anhelaba las alas para expandirse desde los cielos, pero su vuelo lo emprendió desde su pensamiento y desde allí comenzó a ver lo que él deseaba ver. No necesariamente lo que era en realidad. Es el problema de la perspectiva de las cosas, de las distancias físicas y mentales. Pienso que ese vuelo es una mezcla de ambos: de instinto y racionalidad. Muchas veces ese vuelo lo llevó a crear y construir maravillas de templos y ciudades, esculturas y pinturas magistrales, pero su instinto avasallador y muchas veces sangriento lo ha llevado a convertirse en un ave depredadora y carroñera.
    Abrazos Fackel

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    1. Además de agudo es precioso el texto que escribes, Tatiana.

      El vuelo de los hombres es su pensamiento, sin duda; para ese vuelo el homínido tuvo que hacerse -ir haciéndolas- sus propias alas que la evolución de millón y pico de años desde el Erectus ha consolidado y seguirá evolucionando ve a saber hasta dónde.

      Instinto y racionalidad irán conmviviendo, nutriéndose entre sí, pero con su ambivalencia para hacer y deshacer. ¿Será siempre el instinto depredaror? ¿Se rinde con más frecuencia la racionalidad al instinto? Mira, el hombre es ante todo un animal, nos hemos inventado un sistema de teorías metafísicas y humanistas que olvidan la verdadera naturleza del hombre y su capacidad de acción condicionada.

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  8. No somos más que la sumatoria de las ficciones que nos han contado, que algunos llaman recuerdo, y aquellas que construimos para y sobre nosotros mismos, que también llamamos recuerdos, pero contados desde otro punto de vista.

    Saludos,
    J.

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    1. Más o menos puede que sea como dices, últimamente también así me parece a mí. ¿Seremos lo que nos parece que vivimos o lo que recordamos y relatamos?

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  9. Fáckel:
    ocurre demasiado a menudo, querer atrapar la libertad.
    Salu2.

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    1. Atrapar la libertad del otro para privársela es propio de mal nacidos.

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