Transitan los días fríos y te reflejas en ellos.
Pulsas con riesgo lo que te ofrecen: escepticismo,
desgana, aversión. Y una mueca turbia te dice
carcajeando malévola:
si tú no eres así.
Te concedes un margen. Ensueñas
sobre qué te gustaría catar en la mesa de los estímulos
para no perecer en la indolencia. Repasas.
Una charla amena y franca, cada vez más escasa. Una lectura
que asombre y abduzca. Pergeñar una escritura
con la que descifrar el mundo. Una llamada
lejana -tal vez del pasado- que te agite.
Incluso te atreverías a degustar, frágil voyeur,
una sonrisa que espera. Despiertas.
De pronto detrás de ti, una voz tímida,
casi inapreciable, acaba de pronunciar
tu nombre. Te vuelves
pero nadie sostiene la palabra.
Solo una racha gélida con que el invierno
te niega.
Esa voz quizás sea la propia conciencia. La conciencia suele ser tímida.
ResponderEliminarNo sé si es la conciencia que se disfraza de instinto o el instinto revestido de conciencia.
EliminarComo decia aquellas peli, a veces escucho voces que se parece a lo que realmente dijo " a veces veo muertos"
ResponderEliminarSaludos
No recuerdo en qué peli decían eso, pero independientemente de ello con frecuencia vemos muertos...como vivos (en su estado de vivos, como les conocimos)
EliminarTú yo del pasado, ¿quizás?, ¿el del futuro?, yo escucho muchas voces, la mayoría no me dicen nada útil, pero hacen compañía cuando llega el frío...
ResponderEliminarAnhelamos ciertas voces, aunque la mayor parte de las veces sean fantasmas.
EliminarTampoco sé cuantas veces pica la conciencia a la puerta de la persona, se supone que con una habría suficiente.
ResponderEliminarEs reincidente, Miquel, y tiene caras ad hoc, nunca es única aunque lo parezca.
EliminarTe has pasado al terror. Que hubiera habido alguien allí ( alguien que no fuera el mayordomo haciendo de despertador), sería menos terrorífico que la llamada del pasado. Eso sería casi terror japonés.
ResponderEliminarAbrazooo
Hay un terror latente y contenido que nos acompaña, siempre es domable. Si se convierte en horror -y la mente juega a juegos peligrosos- sería otra cosa a ponerse en guardia.
EliminarMe ha entrado un aire gélido por el cogote, nada recomendable.
ResponderEliminarLos inviernos de la edad son lo que tienen, que cualquier aire nos estremece. Hoy me he encontrado con un agricultor que se quejaba de la lluvia porque no podía sembrar avena, y aunque era una queja prudente me hizo pensar en lo renovadores que pueden ser los inviernos si se saben llevar.
EliminarLo que está detrás. Tengo una teoría sobre esto; alguna vez te la explicaré junto a un café en una tarde gélida del sur.
ResponderEliminarNo estaría mal, si ese sur es un sur donde uno puede llegar. Me interesará tu teoría, seguro.
EliminarA veces la voz está dentro de nosotros y de nosotros dependerá hacerla o no caso. Ya lo dijo Machado.
ResponderEliminarCasi siempre es una voz que sale de nosotros, pero quién sabe, hay otras voces y vocecitas...
EliminarPero aún hay otras voces, cercanas. Por suerte y estímulo
ResponderEliminarQuedan menos voces acompañantes, y algunas nuevas que también saben comprendernos, y eso acaso es lo que nos mantiene.
EliminarEsta gelidez concreta, que en ocasiones también me ataca, sólo se siente abrigada con otra voz que (ya sea tímida o contundente) pronuncie tu nombre con calidez. La calidez disipa la gelidez.
ResponderEliminarUn abrazo
Buena argumentación, habrá que atender esa voz abrigadora.
EliminarEsa gelidez de un invierno que a ratos se siente muy adentro. Un buen poema, sin dudarlo.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Los inviernos interiores pueden ser más duros que los exteriores (dando por hecho que en estos últimos estemos bien protegidos), pero la metáfora permite que el invierno interior también se dé en el verano climático. Cosas de la abstracción humana llevada al campo metafórico. Por eso importa escribir: para desalojar demonios o espectros.
EliminarHá sempre um momento que nos faz hesitar...e o ar é sempre frio nessa altura...
ResponderEliminarDepois... só temos que caminhar...
Interessante.
Beijos e abraços
Marta
¿O tal vez dormir? Otra forma de caminar, compatible con la física y consciente.
EliminarUna prosa poética increíble, Fackel. A veces buscamos eso. Ser visibles para alguien. Es importante. El frío del invierno a veces se torna frío interior. Muy sutil tu manera de expresar la soledad, la esperanza, el deseo...
ResponderEliminarNaturaleza en estado instintivo, ¿no?
EliminarFáckel:
ResponderEliminarte concedes un margen, un capricho, un respiro, una ilusión... y zas, una racha gélida se lo lleva todo.
Destino caprichoso.
Salu2.
A, eso por supuesto, es parte de la condición vital: unas veces se intuye o incluso se prevé, otras veces es de improviso. Hay que contar con ello.
EliminarLa gelor de l'hivern es porta millor amb la llum que creix. Perquè "si tú no eres así" és el més rellevant de tot, malgrat el final del poema.
ResponderEliminarLo mejor del invierno permanece soterrado, de manera análoga también en el individuo.
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