Siente un cosquilleo atroz por todo su cuerpo, a ratos picores. Expande sus brazos sobre una cama tibia, que palía su propio sudor. Vueltas y más vueltas. Se recuesta de un lado y pronto le agota una pesadez incómoda. Prueba del otro lado. Por un momento tiene la sensación de que ha dado con la posición óptima que le va a propiciar el sueño. Dura poco y el desasosiego incrementa un comezón que le desespera. En su impaciencia gira y se coloca bocabajo, aun sabiendo que no va a resistir la extrema presión sobre sus pechos. Aprovecha para encender la luz. Se incorpora de medio cuerpo. Arrebuja la almohada y la utiliza de respaldo.
Ha tomado un libro en cuya lectura viene avanzando lentamente los últimos días. Este es un buen momento para progresar en el relato, piensa. Ha leído un párrafo y no lo entiende. En realidad no es que no lo entienda. Es que no se ha centrado en él y la acción la confunde. Lo intenta de nuevo. Una vez más, otra. Cuando logra superar el párrafo e incluso el siguiente le salen al paso los personajes, que esgrimen nombres complicados. Le gusta lo que dicen y más lo que hacen, pero sus nombres enrevesados, o eso cree ella, entorpecen el avance. Se lía. Repasa de nuevo. Esto lo dice este personaje y el otro se cruza con este pero entonces surge aquel y le dice...
El texto se le desdibuja. Por un instante le parece que es efecto de una somnolencia que no se hace esperar. No quiere dejar el libro, por si acaso. Pone el dedo índice en la página a donde se llega y con los dedos adjuntos hace una pinza sobre el libro. Apoya el brazo en la sábana. Comprime la mano lectora, porque ahora su mano lee pero ella no lo capta, sobre su vientre. Un ligero abotargamiento arranca de ella una sonrisa de satisfacción. Incluso vislumbra cierto ensueño. Se paraliza lentamente. Sabe que cualquier movimiento leve puede dar al traste con su anhelo. Algo le dice que está a punto de caer rendida. Pero entonces ella lo piensa. Cae en el error de razonar un proceso que no debería considerar y dejar a la biología que siguiera su curso.
Sus dedos se han agitado en torno y dentro del libro. Le pesan las piernas y se mueve para relajarlas. No hay manera, va a ser una noche en blanco, asiente molesta consigo misma. Ni lectura, ni orden en las ideas, ni capacidad para sugerir planes del día siguiente. Ni buenos ni malos pensamientos. Solo malestar. La crispación la invade, el hormigueo crece y muerde su piel. Si al menos él estuviese aquí, le da en pensar. Se ve frágil. De inmediato considera a la ocurrencia una especie de rendición. No puedo ceder a ningún sometimiento, reacciona rabiosa. La independencia bien merece el insomnio si es preciso. Y se escucha ridícula nada más decirlo. Me valgo por mí misma, se obstina Y luego: pero y si no es él...Si le borro de mi mente, si elimino su imagen, si recurro a un aparecido cualquiera que no se entrometa en mi vida pero que se deje llevar para una circunstancia como esta...
La palabra aparecido ha producido en ella el efecto de una excitación diferente. ¿En quién piensa? ¿En un mendigo, en un transeúnte, en la llamada a un conocido ocasional pero lejano, en alguien de pago? Se escabulle de sus dudas, reconfortándose. Se ha recogido sobre su abdomen, entrecruza sus piernas, se retuerce con las sábanas como si fueran las extremidades de otro cuerpo. Emite un nombre al azar que a ella misma le sorprende. ¿Habrá escapado de la novela? ¿Será su misterioso autor?
Ahora, concentrada en su huida, le parece estar siguiendo un argumento ya sabido pero a la vez le resulta novedoso. Es la atracción de cambiar el orden de los episodios. Recrea al aparecido. No importa su rostro difuso, ni su constitución imprecisa, ni sus modales desorganizados. Ella lo modela a su gusto. Lo adapta. Lo dota de vida y dibuja los recursos que cabe esperar de aquel cuerpo fantaseado. Se alimenta de sus quimeras incesantes. Lo acoge posesiva, exultante de voluptuosidad. Ella se entremete en el personaje para que responda a sus exigencias. Se siente autora. Busca escribir con su propio tacto. Ha ahogado las palabras. Ha roto puentes con el mundo ordinario. Traductora sabia de sus sensaciones se entrega a través de un lenguaje gestual que solo ella domina. Arremete contra el insomnio sin ninguna clase de escrúpulos.
*Fotografía de Anna Bodnar.
Que método más esforzado para dormirse. Al menos podrá tener control so re el sueño, no?
ResponderEliminarEl libro es una novela tuya, eso está claro pero ¿el nombre que se le escapa?
Abrazooo
Se ignora, habrá que rebuscar en la novela.
EliminarLo que creo es que lo mejor para que esta chica se duerma es una buena ducha fria, a lo mejor así solo piensa en dormir; ya cumplirá los años donde el insomnio te viene solo y a diario y en donde las duchas frias solo sirven para despejarte aún más.
ResponderEliminarSaludos
Tal vez no es tan chica y el insomnio llega por naturaleza inevitable y la turbulencia de los días no se apacigua por las buenas.
EliminarY al final la fantasía aterriza en que, siendo un desconocido creado a du antojo, termina siendo el mismo que nos ha estado quitando el sueño.
ResponderEliminarPudiera ser, o acaso la recreación es un escape que al menos palíe el desasosiego.
EliminarPuede ser, todo es posible en la viña de los sueños
EliminarTodo lo que favorezca el bienestar sin perjudicar a otro sea bienvenido.
EliminarNo hay forma alguna de luchar contra el insomnio - dicen - No lo sé, tengo la enorme suerte de dormir ocho horas seguidas de un tirón, por problemas que tenga.
ResponderEliminarSaludos.
Te felicito, incluso si la glándula te lo permite.
Eliminar¿Recuerdas cuando encendíamos mariposas en el insomnio? Uno no puede huir de sí mismo por más que intente borrar su rostro.
ResponderEliminarProbablemente hay rostros imborrables y hay huidas a ninguna parte. Acaso los insomnios están para eso, para recordarnos que no podemos escapar de nosotros mismos, ni siquiera transcurrido el tiempo.
EliminarDel dormir y sus dificultades, prefiero no hablar. Hace 14 años que duermo con una alemana* que me sopla aire por la nariz con el fin de que no sucumba en alguna de las innumerables apneas que amenazan mi pobre corazoncito pitiuso.
ResponderEliminar*No es rubia, ni pechugona; es una máquina CPAP, pero alemana.
Espero que tu alemana no sea ruidosa, pero sí mimosa. Al menos te permite la supervivencia. Cada cual tiene sus dificultades o incidencias en esto del dormir, pero el insomnio es la peor de las pesadillas, no me cabe duda.
EliminarEs mal compañero, es casi un torturador pero tu relato es maravilloso, Fackel. Es un placer siempre leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rita, en ocasiones hay recursos que si no eliminan el insomnio al menos trasladan relajación. Gracias.
EliminarExcelente relato breve, muy bien redactado, con un lenguaje muy escogido y acertadas descripciones. Retrata bien la tortura a la que nos somete el insomnio cuando, por desgracia, aparece, y una de las causas más frecuentes suele ser pensar, de forma recurrente, en algo que nos incomoda, como le ocurre a la protagonista del texto. Para luchar contra ese suplicio todo es poco y normalmente infructuoso, pero la protagonista parece tener bastante buena suerte para someterlo. Hay trucos que a veces funcionan. Mis felicitaciones por su buen hacer literario. Salud.
ResponderEliminarEn efecto, a veces, además de intentar leer, hay que echar mano de trucos, tal vez den más resultado que los somníferos. Este texto es parte de una serie que viene de atrás, de días anteriores, aunque no lleve ningún título único. Las letras surgen así, sobre la marcha. Gracias por leer, Mayte.
EliminarPienso, que la gran mayoría de las personas hemos vivido y experimentado la tortura china de no poder conciliar el sueño. Esa crispación de las manos, ese juego insistente con los cabellos y la angustia de no poder descansar.
ResponderEliminarEn ¿qué se piensa?, en nada y en todo, porque los pequeños sonidos se proyectan con tanta intensidad que nos volvemos a dar vueltas en la cama y, giramos, y giramos y nada.
Abrazos Fackel
Ese es el problema principal. Que no puedes ni pensar con orden, ni ajustarte a un quehacer que te distraiga. Recurrir a recursos -valga la redundancia- es inevitable. Si se consigue un objetivo o dos, mejor.
EliminarEn ocasiones, a esa mujer sola puede puede visitarla ese insomnio impertinente cuando lee en la cama. Si la trama de lo que lee no la rapta, su mente va tejiendo telas de araña, de recuerdos, de posibles, de añoranzas...y lo mejor es dejarse ir.
ResponderEliminarUn buen texto, de excelente hechura. Un abrazo
Evidentemente también sucede como dices. Unalectura lineal de un relato puede llevar a lecturas más íntimas, vía recuerdos o recreaciones, todo vale. Para todo. Gracias, Albada.
EliminarMe es imposible dormir más de siete horas. Siempre me asalta el pensamiento.
ResponderEliminarSalut
Eso nos pasa a muchos, pero no es insomnio. Además, la glándula, como Teruel, existe.
EliminarUna buena manera de aprovecharlo. Lo malo es cuando el insomnio llega provocado por los miedos. Ahí no hay forma de encauzar la mente en algo placentero, sólo en preocupaciones. Un abrazo
ResponderEliminarCiertamente, y los miedos inhiben tantas emociones y no te digo la líbido. Saludo, Neo.
EliminarY es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez
ResponderEliminar(Cortado y pegado)
Naturalmente que Claudio Rodríguez sabía.
EliminarBien aparecida, Noite.
Las noches insomnes tienen ese halo especial donde todo es posible, todo cabe y todo converge, siento que la somnolencia deja brotar ese lado oscuro que tenemos, no lo sé, es quizás que tantos años acompañada del insomnio me han hecho recrear un mundo aparte.
ResponderEliminarEspacio del lado oscuro, una idea sugerente, ya lo creo. Me quedo pensando en ello.
EliminarA veces dormir sin interrupciones es casi un placer prohibido.
ResponderEliminarSon noches de aquellas que acabas haciendo de todo, incluso agarrar aquel libro que solo tiene para que te haga renunciar a la lectura y dormir.
Dormir bien -a pierna suelta- es de los mayoes placeres. Cómo siente uno el organismo tras el sueño es inenarrable y a ciertas edades envidiable.
EliminarEl insomnio es un trastorno del sueño frecuente que puede causar dificultad para conciliar el sueño (quedarse dormido) o mantenerlo, o puede hacer que te despiertes demasiado temprano y no puedas volver a dormirte.
ResponderEliminarTal cual, y más vale no padecerlo.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarel autor describe certeramente las fases que se recorren durante el insomnio. Le doy una interpretación muy erótica al final. ¿Me equivoco?
(Sonrisa pícara).
Salu2.
Sospecho que no, Diego, y además a buen entendedor...
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