¿Quién podría a primera vista, al ver estas fotografías en la prensa, aseverar sobre la causa del estado de estos edificios?, pregunta Max por preguntar, como si yo no estuviera enterado de la última desgracia ajena o, mejor dicho, la penúltima. Las destrucciones se han cruzado siempre en la historia de la humanidad. Estas imágenes, sacadas del contexto inmediato, tanto podrían hablarnos de un cataclismo producido por la naturaleza como de una calamidad proveniente de mano humana.
Cierto, Max. Sin duda la deconstrucción motivada por causas naturales es anterior a toda civilización, incluso previa al asentamiento de vida en el planeta. Luego ha acompañado siempre a todas las especies que han crecido en ella. E incluso probablemente, arriesga Max, las especies han emergido de destrucciones anteriores. Obviamente ir tan lejos en considerarlo no resuelve la pervivencia de las diferentes clases de destrucción que subsisten dramáticamente hoy día.
Lo angustioso, Max, es que parece haber una competencia destructiva. La naturaleza ha impuesto siempre su alto coste. Desde los comportamientos tectónicos, pasando por los ambientales, es decir, el fuego, las inundaciones, las sequías, los vientos arrasadores, hasta las devastaciones llevadas a cabo, y en tantas ocasiones organizadas, por los hombres hay un ring de destrucción en que los púgiles humanos, pobrecitos demiurgos y diablos a la vez, y la potencia del planeta compiten. Desenfrenadamente, ¿no te parece?, me corta Max. Los países que han padecido el último furor de la naturaleza son países que sostienen guerras, de un tipo u otro, cuyo alto precio es la sociedad civil. Abominable, sin duda, replico. Inevitable por lo que se ve. No es nada nuevo, amigo mío, y Max pretende mantener su discurso en una distancia analítica en lugar de caer en el lugar común e hipócrita de cualquiera. No es nuevo porque, si algo confirma hoy la investigación arqueológica que aporta datos al conocimiento del pasado histórico, muchas urbes de hace siglos y no digamos milenios, civilizaciones enteras incluso, desaparecieron por terremotos o hambrunas y no fueron habitadas de nuevo jamás. Pero a su vez, aquellas culturas, aquellos entes de vida y convivencia, de pensamiento y de laboriosidad, de creación técnica y de capacidades que se iban superando lentamente a sí mismas, desarrollaban conflictos extremos con sus vecinos o con los de más allá, unas veces para defenderse, otras para expansionarse. Digamos que fuerzas naturales y fuerzas humanas, también naturales por lo tanto como hijos de aquellas que siempre hemos sido, se han turnado o compartido en el terrible acontecimiento de la destrucción.
No obstante, Max, es curioso cómo incluso del paisaje destruido se ha generado uno nuevo. Pero, cuidado, nuevo no quiere decir ocupado por los mismos hombres, o por otros. Hay paisajes nuevos que son vacío. Hay paisajes, por el contrario, que debido a circunstancias favorables, han sido remodelados sobre el anterior. Seguimos dependiendo de la naturaleza, Max. Sí, pero en parte por nuestros límites, dice. Y no me refiero a lo límites de no saber o poder hacer frente a la barbarie natural, sino a los límites que el desarrollo humano, donde no prima la justicia ni favorece a todos los habitantes, impone. Porque medios técnicos hay como jamás los ha habido para procurar que los daños naturales se minimicen. Pero ahí la naturaleza se ríe de nosotros, si es que entre sus prerrogativas cabe la risa, porque sabe que mientras sigamos en conflicto entre la especie o ataquemos las condiciones benévolas de las geografías no habrá paz duradera.
Un profesor alemán, W.G.Sebald escribió acerca de una historia natural de la destrucción, pero no habla de las catástrofes naturales, sino de la naturaleza de la catástrofe entre humanos que se padeció en Europa en el siglo XX. Sobre todo en su país. La catástrofe de las guerras que se alían con las fuerzas no controladas del planeta que, si acaso no controlaremos jamás, se podría avanzar en reconsiderar formas de subsistencia, de vida y de hábitat más seguras en todas las poblaciones. Pero hay que querer, amigo mío.
*Fotografías de la prensa sobre la destrucción del terremoto en Turquía y Siria del día 6 de febrero.
Lo peor de las catástrofes naturales, como en el caso del terremoto de ayer en Turquia, es cuando se pone rostro a las víctimas, como unas imágenes que vi ayer de un padre con su bebé muerto en brazos, que no conseguian arrancárselo
ResponderEliminarLos mass medias explotan demasiado este tipo de imágenes, tocando lo emocional aumenta la audiencia. A mí me disgusta.
EliminarNo tengo palabras. Simplemente lo encuentro devastador.
ResponderEliminarDevastador pero los terremotos también suscitan muchas preguntas.
EliminarLa destrucción y la muerte son tan consustanciales al hombre y a la vida misma que no debería sorprendernos, por más doloroso que resulte asumir esta realidad y sus resultados. Solemos mirar con arrogancia e incluso cierta soberbia la posibilidad de dominar a una naturaleza de la que formamos una insignificante parte. En lugar de aliarnos con ella, la forzamos al extremo, sin ser capaces de aceptar nuestra minúscula y efímera naturaleza. La propia actitud de Max me resulta llamativa cuando dices: “ …Max pretende mantener su discurso en una distancia analítica en lugar de caer en el lugar común e hipócrita de cualquiera…” Nadie con un mínimo de sensibilidad puede abstraerse o situarse fuera de la dinámica natural de todo lo que sucede como si no formara parte o no fuera con él. Todos en mayor o menor medida colaboramos con esta destrucción, nadie es inocente por más distancia que queramos poner entre los directos ejecutores de las devastaciones que asolan el Planeta y nosotros. En último extremo porque lo consentimos, así que colaboramos por omisión. La naturaleza se transforma en lo profundo con movimientos de placas que generan terribles terremotos que modifican la superficie, tristemente causando muchos muertos, pero más allá de lo obvio, es una forma de regenerar e incluso crear. Quizá debiéramos aprender y hacer todos lo mismo a nivel individual a ver si nuestra superficie mejora, a ser posibles minimizando los daños colaterales ; )
ResponderEliminarUn abrazo!
Los terremotos no se podrán impedir nunca. Pero las sociedades si podrían modificar modos de vida, condiciones de construcción y de habitabilidad de las ciudades. En definitiva, prever. Pero el sistema no se cambia de la noche a la mañana y las limitaciones de desarrollo y de medios son un handicap, tal vez tampoco se logre nunca. Lo terrible es que se juntan en ocasiones los desastres naturales con los desastres de la guerra.
EliminarSi no lo destruye la naturaleza, ya nos encargaremos los humanos de hacerlo. No aprendemos.
ResponderEliminarSaludos
Las contradicciones son inherentes a nuestra misma naturaleza. ¿Seremos reflejo de la potencia de esas capas tectónicas que mantienen en inestable equilibrio la corteza terrestre?
EliminarFáckel:
ResponderEliminarun horror más para añadir a esa interminable lista de catástrofes.
Dices en un momento de tu entrada que disponemos de los medios técnicos para evitar o minimizar los desastres naturales, pero, ay, ay, ay, la codicia y la estupidez humanas (construir en ramblas, por ejemplo) por un lado y la idea de que sea la naturaleza la que se adapte a nosotros (desviar una rambla, en vez de acondicionarla) y no nosotros a ella, por otro, hacen que muchos desastres sean peores de lo que hubieran podido ser.
En fin...
Un gran dolor.
Salu2.
Hace décadas se contó que en Japón, que siempre había sufrido terremotos, los edificios grandes se construían de otra manera en sus cimientos, para que estos siguieran el compás de las ondas sísmicas y no se produjeran las desmesuradas caídas que, por ejemplo, vemos en imágenes de las ciudades turcas o sirias. Una muestra de poner medios y remedios para, al menos reducir los impactos sísmicos. Pero hay muchos otros comportamientos humanos desafortunados, como cuentas. Lo de las ramblas, los cauces secos de muchos ríos aparentemente menores han sido propicios a tragedias. Recuerdo aquello de Biescas, en Aragón, donde había un camping en un barranco seco y vino una tormenta potente que lo inundó causando un montón de muertos.
EliminarNo somos conscientes de la verdadera naturaleza de las cosas. Pretendemos que vivimos en un entorno amable y no es verdad. Solo es una cuestión de tiempo. A nosotros nos parece largo el tiempo que llevamos viviendo en ese entorno artificial que llamamos ciudades, cultivando y prosperando. Pero todo ese tiempo, para la naturaleza, es un soplo. El comportamiento, a su escala, es de una constante inestabilidad que nosotros en nuestra pequeñez solo sentimos de vez en cuando.
ResponderEliminarAsí es. Y unas veces la naturaleza, otras la acción humana. Sin embargo las ciudades probablemente hayan sido las muestras más ingeniosas de la especie, con todo lo que lleva consigo dentro de ellas y respecto a la comunicación con otras. No hay vida humana natural, todo lo que ha permitido a la especie sobrevivir es creado, y será producto de artificio pero creo que es la medida de nuestras posibilidades de vida...y en ocasiones de devastación.
EliminarLo cual no significa que aquello que hemos hecho, a partir del concepto de poblado, haya sido lo mejor. Y por supuesto muy mejorable.
EliminarNo se me ocurre que la humanidad haya hecho algo mejor fuera de lo poblado. Otra cosa son las derivas de lo poblado, por ejemplo, las desmesuradas aglomeraciones urbanas.
EliminarCuanto dolor tan facil de evitar en unos casos y muy dificil en otros. Más que paisajes habria que hablar de no-paisajes
ResponderEliminarHay muchos no-paisajes bajo las tierras del planeta, y bajo los mares. Históricamente la suerte de los pueblos ha sido desigual. Urbes devastadas por ocupantes han crecido de nuevo bajo otros signos de cultura. Pero otras ciudades perecieron para siempre, por esa misma causa o por efectos naturales.
EliminarEl ser humano se ha acostumbrado a construir encima de la destrucción anterior. Una lección entre la esperanza y la cabezonería...
ResponderEliminarEn muchos sitios, sí. Depende de las condiciones de los lugares, la fertilidad de las tierras, la proximidad de ríos y la coyuntura histórica que lo permitiera. No todos los habitantes del pasado han tenido descendientes in situ.
EliminarTerrible lo que pasó en Turquía y Siria. Terribles son las desgracias naturales, pero aún más lo son las causadas por el hombre, como en el caso de Siria y de esa guerra que no termina, a la que se suma lo del seísmo ahora. Pobre gente, pobre gente. ¡Qué tragedia!. Cuánto lo siento....
ResponderEliminarUn abrazo
Y no olvides que Turquía hace su guerra contra los kurdos, aunque tenga otras características, algo que normalmente ignoramos. Lo que es obvio es que las catástrofes se pueden dar en cualquier parte, pero son mucho más duras entre las zonas menos desarrolladas y más empobrecidas.
EliminarA destruição pela Natureza será um aviso à cobiça dos Homens? Falta de respeito? No fundo, estamos apenas a reescrever o que já aconteceu há milhares de anos...Faz parte do ciclo, no meu ponto de vista....
ResponderEliminarUm texto para pensar...
Beijos e abraços
Marta
A la naturaleza no le importamos, ella sigue sus ritmos. Pero estas situaciones deberían hacernos a reflexionar y a cambiar muchas conductas. Turquía es u n país muy poblado, a pesar de tener un historial de sismicidad de grandes dimensiones. La gente sigue viviendo allí.
EliminarVivo al fin del mundo donde los llamados desastres naturales son una constante: terremotos, aludes, erupciones volcánicas, incendios, etc. Cada habitante del país sabe que durante su vida vivirá más de alguno de los eventos señalados.
ResponderEliminarCuando ayer observé lo que estaban viviendo aquellas personas, no dejé de sentir que sabía lo que estaban pasando, pero además, saber que la gran mayoría de las personas habían huido de una guerra me hizo cuestionarme: ¿será que el ser humano actúa a modo de espejo de todo lo que ve y sucede a su alrededor? y, si nuestro planeta tiene ciclos de destrucción y devastación que la hacen retornar renovada y con nuevos aires de fuerza, ¿no es lógico que el ser humano también intente reproducir aquello?, eso sí, no con las mismos resultados, porque la sabia naturaleza se autodestruye en forma equilibrada, mientras la humanidad no tiene medida.
Abrazos Fackel
Pienso que no es que tenga ciclos nuestro planeta, es que su comportamiento es de una actividad constante, la dinámica profunda y la que emerge, incluso la de las capas atmosféricas, no cesa. El planeta se mantiene por la energía que acumula y que está en permanente fricción. Los volcanes son producto de esas dinámicas y las consecuencias de su actividad han sido también a lo largo de la historia devastadoras. Por cierto, también he visto que habéis tenido por ahí unos incendios de una dimensión extensa e intensa. La devastación es una constante en la vida, sin duda.
EliminarYa sabemos que la humanidad crece sobre las ruinas de sus antepasados y de culturas, otrora florecientes y que sucumbieron a catástrofes de variados orígenes, empezando por hambrunas, sequías, erupciones y acabando por guerras devastadoras. Es como si nuestro sino estuviera marcado por la muerte y el sufrimiento en todos los rangos imaginables. A estas alturas de la civilización occidental, nos cae la baba con el chat open AI y la construcción de ingenios asombrosos, pero somos incapaces de construir edificios en zonas sísmicas que minimicen muertes. No me digas si no es estupidez y egoísmo a la par. Ahí vemos a miles de personas desesperadas, heridas, que han perdido todo. A mí me apetece volver a empezar desde hágase la luz, a ver si en esta segunda oportunidad la humanidad sale mejor.
ResponderEliminarEvidente, que es recurrente la muerte, el sufrimiento, la destrucción, como también es recurrente la actividad constructiva, el desarrollo del conocimiento, la vida. En este sentido nada ha cambiado de fondo en la historia de la humanidad. No conozco el tema de la construcción en general, supongo que habrá cambiado mucho, pero debe haber maneras de cimentar los edificios y componer las estructuras para aguantar los embates de terremotos. Otra cosa es que no se aplique salvo a los edificios de ricos, digamos, lo cual siempre nos conduce al mismo punto: al concepto de producción y desarrollo de nuestras sociedades. La luz está hecha desde millones o trillones de años, algún día dejará de estar en la medida en que Sol decida apagarse, lo cual permite aún un tiempo considerable para que haya segundas y terceras oportunidades entre los sobrevivientes, ¿no?
EliminarTodos somos esas víctimas Todos somos humanos, guste o no escucharlo. Lo triste es que ni nos enteramos, así de primitivos somos aún.
ResponderEliminarEn mis círculos “raros” se estaba esperando algo gordo justo para estas fechas.Me explicaré: Se formaba una T cuadrada (=doble cuadratura)entre Urano en Tauro que ya llevaba tiempo mal aposentado ahí
(Traducido brevemente como susto en tierra firme) y la oposición sol-luna. que representa a las gentes. Amén de otra cuadratura (= materializar con dolor y esfuerzo) gorda entre Marte y Venus, ayudando a misa. Los planetas más personales involucrados en tanto dolor. Una astróloga brillante, también madurita, llamada P. G. se atrevió a mencionar la palabrota “terremotos”. Algo tan cantado como la guerra , las crisis , la ineficacia de ... ya sabes y el empeño de un puñadito de poderosos viejos psicopatas paganinis, voceros de los clanes multimillonarios tras bambalinas que también pagan a sus merlines para escoger las mejores fechas para llevar a cabo sus agendas, justo como hacían los reyes medievales (menudos copiones), e intentar disminuir una demasiado demandante población biológica. Consideran que los robots no biológicos a largo plazo saldrán más baratos.
Existen vídeos al respecto de las predicciones astrológicas. Todos acordes. Ahh y cuando R.L. hace, así a lo tonto, una intervención pública inesperada hay que barruntarse tormentas, lo llevó observando estos últimos tiempos. Avisé a mi hijo que pasa la mitad de sus días en América del Sur, para que estuviera ojo avizor si le pillaba esa fecha por Suramérica. Pero no. Esta vez le ha tocado padecer a Turquía, en medio de Europa y a Siria que es árabe! Cuanto me duele el dolor de esos pueblos. ¿A qué no se nota cuál es mi postura desde hace más de tres años? Jaajjj. Con gusto le cambiaba la vida a alguno de esas pobrecitas criaturas muertas.
Menos mal que no veo la T.V., ni escucho la radio al tener que ser responsable de mi salud por obligación; pues vida y salud cada vez corren menos parejas.
Difícil si no imposible controlar la naturaleza y menos los azares, MJ.
EliminarSomos la especie con mayor capacidad de destrucción, no me cabe duda. Las naturales, y Estambul está encima de una falla, como San Francisco, caerá, y será un horror porque no se construye para terremotos, es muy caro, y así nos va... una tragedia sin paliativos. Pero los japoneses bien saben de terremotos y los sufren continuamente sin daños.
ResponderEliminarUn abrazo
No estoy seguro, nadie ha demostrado que sea así, que pertenezcamos a la especie con mayor capacidad destructiva. Que la tenemos en alto grado, sin duda. Que tenemos una capacidad constructiva de gran dimensión, sin duda. Que tal vez esta dimensión humana, basada en su conciencia y en su habilidad para transformar los medios de vida y subsistencia, es contradictoria, con pasos adelante y pasos atrás, tampoco cabe duda. De la falla San Andrés se viene hablando desde siempre, y ya aquel terremoto histórico de San Francisco de 1906 fue devastador. La falla sigue ahí, amenazando siempre. España tiene zonas de alto riesgo, una concentrada en Granada y otra en Pamplona.
EliminarTanto en el análisis histórico, como en los comentarios, veo un análisis bastante mesurado de la naturaleza, el progreso, y la acción de los humanos. Formamos parte de la naturaleza, pero a nivel planetario, a nivel profundo en la Madre Tierra, somos pasos de observadores, constructores y también inconscientes devastadores y sufridores. Cuando nos reponemos de una catástrofe, pensamos que ya la hemos superado, y es solo un momento, ante otra nueva, en forma físicamente visible en alguna parte del Planeta, o un simple virus. No podemos prevenir todo lo malo ni potenciar todo lo que nos parece bueno. ¡Somos muy limitados, incluso para poder ayudar! ¡No todo es "construir mejor"! Pero sí debíamos aprender de todo, un poco, (me parece).
ResponderEliminarUn abrazo.
"No podemos prevenir todo lo malo ni potenciar todo lo que nos parece bueno. ¡Somos muy limitados, incluso para poder ayudar! ¡No todo es "construir mejor"! Pero sí debíamos aprender de todo, un poco, (me parece)." Estoy de acuerdo, la especie tiene sus limitaciones. Cada hora que pasa y llega información de la catástrofe sísmica de los países citados nos remite a un mal de fondo: las deficiencias no solo constructivas, o de aglomeración de las ciudades, sino la escasa disposición de medios para afrontar las tragedias. Mientras el dinero público se vaya más al armamento de los Estados y menos a la sociedad civil este tipo tragedia sobre tragedia se repetirá una y mil veces. Parece que la gente allí empieza a estar muy enfadada y ya veremos si no soliviantada por el mal funcionamiento de los socorros.
EliminarMucha tristeza por lo ocurrido en Turquía y por toda la destrucción que nosotros nos encargamos de hacer, no aprendemos de la Historia.
ResponderEliminarMuy interesante el post, Fackel.
Un fuerte abrazo.
Es que acaso la historia no es una asignatura ni vivir una carrera para doctorarse. Tal vez el tema exige profundizar, pero como en un blog hay limitaciones, solo se me ocurre que lo mejor es reflexionar sobre las catástrofes naturales y sobre los sistemas productivos que hemos generado los humanos y las formas de vida con las que estamos llegando a ciertos límites. No digo al fin. Claro que lo nuclear está ahí, y ve a saber, pero me resisto a conceder la vida a un fatum o a un pesimismo que nos niegue.
Eliminarhttps://elpais.com/opinion/2023-02-09/no-solo-la-geologia.html
ResponderEliminarDe interés.
Muchas gracias.
ResponderEliminar... Tantas muertes y sufrimiento, me hacen pensar, que la vida es un absurdo, un sinsentido, una broma de mal gusto, una tomadura de pelo...
ResponderEliminarNada es lo que parece, Soco. Es que la vida es lo que es. ¿Acaso puede ser de otra manera?
EliminarJo no obro la tele ni miro els telenotícies per no deprimir-me. Em sembla senzillament indescriptible.
ResponderEliminarPrefiero tener explicaciones de lo que acontece más que multitud de imágenes que en muchos casos se ofrecen con orientación manipulada.
EliminarMi capacidad para mantener un discurso analítico despegado de la empatía primaria que me surge al ver estas imágenes es nula. Lo primero que me surge es pensar en el drama de estar allí, junto o bajo esos escombros. Un abrazo
ResponderEliminar¿Quién de nosotros, al ver imágenes de esa clase, no hace la ficción mental de imaginar que nos toca algo parecido? Este tipo de catástrofes y la soah siempre me han conducido a imaginarme en circunstancias de ese tipo.
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