Rescatada de una vieja caja de galletas Olibet aparece, entre otras, tu foto. Es una fotografía de carné que acompañaba a un certificado de buena conducta. Exigencias de tiempos oscuros. Atravesando tu mirada me pregunto: ¿eras tú o soy yo?
Me atrae ese aire moderno que luces, con las solapas levantiscas sujetando el cuello de la camisa. ¿Cuándo fue hecho el retrato? ¿Antes o después de aquellos episodios que envolvieron a todos, incluso a los que habían permanecido en mundos alejados, casi primigenios? ¿Habitabas por fin un tiempo en que el dolor de las pérdidas no te acechaba, alumbrando ya nuevas ilusiones?
Miro pausadamente tu rostro y no veo en él pasado y tampoco se pergeña un futuro donde yo ocuparía un lugar. Una actitud de tránsito, como si no hubiera presencia alguna. Como si tú misma te asentaras en un espacio paralizado y vaporoso.
Esta y otras fotografías tuyas de la caja de galletas me hacen pensar solo en ti. Yo no era, y cuando fuera iba a ser otro. Otro al que le estaban vedados tus años anteriores. Otro al que se le adelantó un hombre de otro destino. ¿Te conocí alguna vez?
Nada de desairar la memoria que guardo de ti. No por ignorar mi propio transcurso tardío. Uno piensa en otros a través de los vínculos. Y sin embargo la visión que nos proporcionan estos sobre los individuos más próximos es parcial, demediada, siempre sujeta al propio recuerdo de las cosas. Pero antes, antes de mí, ¿qué oportunidad habría tenido de saber de ti? Lo que quisieras contarme. Lo que me contarías a tu modo.
Aquellas pequeñas anécdotas, si bien abundantes, que me relatabas. Pero lo pequeño puede tener dimensiones profundas. Hay que saber verlas. Hay que saber hacerlas ver. Anécdotas, vivencias, pasadas por el tamiz de tu intención. Resaltando lo que te interesaba. Ocultando siempre lo que considerabas que no podría yo entender o bien tú no deseabas mostrar porque no sería apropiado para un niño.
Tales ocultaciones duraron toda la vida. Por eso ante una imagen de tu pasado, la escudriño. Me interrogo sobre ella. Te pregunto a ti, delegando mi cerebro en una obsesiva ficción. Intento colocar personajes de tu entorno, aquella familia numerosa a la que yo conocí ya diezmada. Pero cuando lo intento pongo caras de un contexto también vinculante con mi propia experiencia. De aquellas personas, de cuanto había detrás, siendo ellas por si mismas, como si yo no hubiera existido, ¿qué sé? ¿Qué supe?
Ya de mayor, cualquier información me ha parecido interesante, pero escasa. Y ahora sé que cualquier información también podía ser equívoca, limitada, una y otra vez interesada.
En cada familia hay un sinfín de narraciones orales. Cuando estas se transmiten ¿dicen la verdad de lo que sucedió? ¿Cuánto hay de episodios cuyo trasfondo se explicita? ¿Cuántos quedan como una versión superficial adulterada? Pienso que en lo que se transmite a otras generaciones es como las fotografías de carné. Una imagen quieta cuyo sentido difiere en función de la actitud que muestre una cara. Un momento único que ignora el tiempo burlando su dirección. Una instantánea.
Poco se sabe de cada uno de nosotros a través de una imagen de carné. He pensado en aquellas imágenes hieráticas que conservo de niño. Realizadas para una ocasión administrativa. Salvo alguna digna excepción yo mismo me muestro odioso conmigo mismo. Ajeno a cualquier posteridad. Repulsivo para el momento exigido. Como si la confusión de tener que posar me perturbara y no quisiera que yo fuera yo. No me gusta contemplarme en las fotos que aún guardo de carné.
Al recuperar esta instantánea, te hago de nuevo la pregunta. ¿Eres tú o soy yo? Una pregunta vana, porque intuyo la respuesta. Intermediada por una carcajada franca.
En esas cajas hay recuerdos de toda una vida, otras vidas, que ahora solo podemos imaginar, pero de cuya realidad poco vamos a adivinar.
ResponderEliminarHay más de misterios e historias no reveladas que de otra cosa.
EliminarHá histórias escondidas nas memórias de famílias, nesses retratos a preto e branco, às vezes, em poses estudadas...
ResponderEliminarA verdade acaba por ser uma mera suposição... porque está fechada naquele olhar, naquela camisa impecável, naquele penteado...
Beijos e abraços
Marta
De todos los modos las personas que se han cuidado tienen un arte especial para posar. Hay siempre una especial personalidad en quienes se esfuerzan en estar bien.
EliminarDos cajas tenemos en casa con fotos antiguas, no son de galletas, sinó de zapatos (reciclaje postmoderno). A menudo cuando vienen mis hijas las sacamos y miramos estas fotos de las que lamentablemente cada vez falta más gente. Pero es un ejercicio de evocación que reconforta.
ResponderEliminarSaludos.
Participo de ese ejercicio. Suelo hacerlo por mi cuenta y siempre hay alguna pista nueva, algún punto de reflexión, alguna claridad...o un nuevo misterio.
EliminarCuando veos mis fotos de hace 60 años o más no me conozco y si lo hago es que me han dicho que lo soy.
ResponderEliminarSaludos.
Me has hecho reír. Eso está bien, al menos escuchas a quien te lo aclara. Lo que ocurre es que nos resistimos a vernos en el presente, ¿no te parece?
EliminarNo eres tu. Tu no tienes ya ni una sola célula del cuerpo que la imagen muestra. Él es solo un recuerdo. Fuiste tu, pero ya no. Ahora solo habita en forma de recuerdo en la mente de los que le conocieron. También en la tuya. Cuando esas mentes se apaguen, él también desaparecerá. Una demostración más de la impermanencia que nos caracteriza.
ResponderEliminarTal cual, y qué vamos a hacer. Paciencia y aguante, y asumir. Tal vez por ello es tan importante el ejercicio que nos traemos a veces con los recuerdos.
EliminarLas fotografías relatan historias y hasta pueden captar el mundo interior de una persona en un instante. No obstante, a menudo me pregunto qué es la realidad y pienso que es mi percepción, la propia visión de lo que me rodea, tan real como la de cualquier otro. Juraría que en los ojos del que mira se refleja lo que somos y las imágenes, algunas más que otras, sacan lo que llevamos dentro.
ResponderEliminarNo he podido evitar ampliar el rostro en una ventana aparte, un mirada limpia es lo que me transmite esa fotografía. Me parece que conservar esa imagen y aún más esa mirada, es algo grande, difícil de detallar con palabras.
Un abrazo.
Sí, sí, eso es, la percepción. Ante cualquier cosa, no solo ante una foto.
EliminarLa persona de la foto siempre tuvo la mirada muy limpia, te lo aseguro, y muy dispuesta.
Es inevitable preguntarse sobre el tiempo y la existencia ante una imagen fotográfica antigua. Cuando veo mis fotografías de niño, siento ternura por aquel inocente que no sabía nada de la vida.
ResponderEliminarTernura y otras percepciones, otras sensaciones entonces. Nada sabíamos, qué protegidos estábamos.
EliminarLas personas misteriosas no parecen misteriosas. No parece misteriosas, parece alegre, como conteniendo para no sonreír.
ResponderEliminarMe recordó "el sur" . Con hijo y madre, en vez de con padre e hija.
Abrazoo
Pero en El sur -película que me lleva a extremos de emoción intensa y no puedo ver- el drama interior estaba servido. El sufrimiento interno de aquel padre quedaba tan bien reflejado...Ni la niña le salvaba, aunque a su modo se aferrara a ella. No era suficiente.
EliminarPrecioso homenaje. Lo siento pero parece que biológicamente los mamíferos iniciamos nuestra existencia a través de un tu.
ResponderEliminar¿En qué momento los mamíferos humanos nos vemos como un yo en lugar de ese tú?
EliminarSegún mis últimas averiguaciones en los procesos de la física cuántica y de la psicología humana me temo que todo proceso obvio se trate de simple subjetividad. Resulta crudo renunciar a lo obvio cuando se trata de nuestro único recurso libertario. Por tanto, cada cual elija su respuesta y la desarrollé lo mejor que pueda.
ResponderEliminarEn otras palabras: no me fío de la Teoría de Schroedinger porque la realidad no pertenece al observador aunque saque determinada conclusión, sino a las ocurrencias del gato que está dentro de la cajita, por tanto gatito = subjetividad.
Mem vaig, mi “gatito” no da más de sí y además es algo que no le importa a la ciencia/mundo oficialista.
Solo que el observador también tiene una parcela de realidad, ¿no? Con ella participa de lo objetivo, aunque lógicamente, como receptor, la perciba subjetivamente.
EliminarEs ella y eres tú. Es evidente: Teneis los mismos ojos.
ResponderEliminarBon samedi
En ella había más luz, en el otro han ido adquiriendo más tristeza.
EliminarEl pasado solo es interesante para la literatura. La historia está demasiado prostituida para que confiemos en ella. Esa foto carné es vacío, es nada, nada fue y nada sigue siendo.
ResponderEliminarVacío en cuanto elemento de historia, pero con significados, muchos de ellos pendientes de aclarar, para quien la guarda. Ergo...no es vacío del todo, aunque no cumpla mayor papel y mucho menos una función social, que decíamos en otros tiempos más ingenuos.
EliminarNo obstante creo que el pasado merece la pena ser interpretado, dentro de la dificultad y límites que lo permite cualquier investigación. Yo, por ejemplo, comprendo acontecimientos decisivos del pasado, por ejemplo la historia europea de la primera mitad del XX, a través de situaciones actuales, y a su vez procuro estar atento al presente porque aquel pasado explicitó demasiadas cosas...terribles.
Un relato magnífico, Fackel, lo que más me ha llamado la atención es esas solapas levantadas, más propias de los años 70-80, y esa media sonrisa un poco traviesa, como si supiera que años más tarde alguien miraría la foto con insistencia y se haría un montón de preguntas.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en lo de las fotos de carnet, no se salva ni una...
En cuanto a la memoria oral o escrita... creo que en todo recuerdo hay partes de ficción, de alguna manera tenemos que "enganchar" y darle continuidad a esas ráfagas que nos pasan por la cabeza o que alguien nos cuenta...
Es como un mueble heredado al que cada nuevo propietario va quitando o añadiendo para dejarlo más acorde a su gusto.
Un saludo,
Pensando en lo que dices concluyo que acaso alguien ya la estaba mirando y su mirada era más decidida. Mirando quiere decir proporcionándola esperanza, ilusión, alternativas, pero no datando la imagen todo lo que puedo hacer son conjeturas.
EliminarEs verdad que cada cual, sin ser narrador, reelabora recuerdos, los altera, los nutre, los lleva por derivas que acaso no fueron antes. Me gusta la casi metáfora del mueble. Como la lengua de la RAE, ¿no?, limpiando, puliendo y esperando esplendor. Gracias mil.
En toda familia (incluso en las mejores) hay secretos. El rostro de la foto refleja serenidad, equilibrio, ilusión y contención al mismo tiempo.
ResponderEliminarReconstruir el árbol familiar mediante fotos es difícil, pero es posible.
Todo eso que dices que refleja ¿indicaría expectativas? Por supuesto hago la pregunta a la imagen.
EliminarLos árboles familiares...qué mal se controlan. Ha habido tantas talas...
Jamás - o casi munca- me reconozco en las viejas fotos, menos puedo reconocer a otros en el tiempo antes de que yo existiera. Siempre han sido un enigma, pero entrañable, como si a pesar de no conocerlos ya los hubiese comenzado a querer. Me has hecho pensar...
ResponderEliminarA veces hay que hacer un fuerte acto de voluntad e incluso de fe para reconocernos en ciertas fotografías, sí. Pero eso que señalas de llegar a querer o al menos interesarnos por personajes que no conocimos es interesante y lo comparto.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarcuando descubro o redescubro imágenes familiares de mis padres o de familiares ya fallecidos entro en un mundo desconocido, a la vez "familiar" y a la vez extraño. ¿Cómo eran mis padres en aquellos tiempos, qué ilusiones vivían y qué tristezas arrastraban? Misterios que ya nunca podrán ser conocidos.
Salu2.
Un buen tema de conversación si en otra ocasión que pases por la Plaza Mayor de mi ciudad nos tomamos un café. Pienso de modo análogo.
Eliminar¡Sería una buena idea! Ahí queda, nunca se sabe.
EliminarGracias, Fáckel.
Por supuesto.
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