Je t'aime, mais...Al chimpancé macho se le escapó la conjunción adversativa en el peor momento. Cuando casi la tenía conquistada y ambos se correspondían en su entrañable espacio álgido. No era la ocasión, pero suele ocurrir que los advenedizos cometan estos deslices. Cómo que pero, replicó ella enfriando el acogimiento. O me amas o no me amas. Ninguno de mis anteriores amantes dudaron. Cuando me tenían eran consecuentes. Cuando ya se cansaron me lo advirtieron a tiempo. No estar seguro es lo peor que hay. El joven macho se asustó. La experiencia de la hembra, la claridad de sus planteamientos, la contundencia del tono de su voz. Todo un carácter, se dijo con cierta pesadumbre. La hembra, de edad superior a la de él, sospechó la lucha interior del joven. ¿Crees que vas a poder?, le espetó. ¿Crees que serás sincero y entregado conmigo? Mira que el placer del afecto es más complejo que el goce de la cópula, osó la hembra dejarle claro. Pero vincula más. Él, inexperto y poco rodado en el mundo de los sentimientos, le fue honesto. Carezco de conocimientos, sí. Huérfano de querencias desde que me alejé de mi madre, sí. Desprovisto de otros recursos que no sean mis impulsos repentinos, sí. Si alguien no me enseña y tutela mis pasos amatorios, ¿cómo voy a saber si obro bien o no? Ante la desnudez emocional de aquel retoño con pretensiones seductoras, la hembra experimentada y curtida en batallas múltiples sintió alivio. Un temblor de bondad protectora la recorrió. Te concederé mi territorio, le aclaró, a condición de que te esfuerces en los progresos. Si no sumas cariño a tu apropiación de mí seré yo quien te ponga los peros. El joven chimpancé no le entendió bien, porque aunque los estudiantes tomen apuntes no siempre pueden comprender los fenómenos que explican las lecciones. Hizo un intento. Sujetó las cervicales de la hembra con delicadeza, rascó sus orejas, acarició sus mamas, instigó movimientos pausados de su cuerpo sobre la quietud del de ella. Puede que fuese la lentitud y la prudencia del novato la causa de que la chimpancé se sintiera abducida por el dulce y embriagante efecto de ser bien tratada, y se dejó hacer.
(Fotografía tomada de Deutsche Welt, dw.com)
Una historia de amor de un chimpancé, todos los días no encontramos esa lectura.
ResponderEliminarEllos tienen sus historias también. no lo dudes, gracias.
EliminarAl observar las expresiones faciales de esos dos seudo-humanos uno no puede dejar de pensar en el eterno problema, maximizado en la adolescencia: El "mozo" peludo tiene una cara de éxtasis y embeleso, propia del que acaba de disparar el remate, en el epílogo del corto relato su pasión, mientras que la "señora" peluda expresa el fastidio del que ve como le cierran el libro justo en el prólogo.
ResponderEliminar¿A quién se le ocurre practicar amoríos con un púber por mucha cola que tenga y esperar satisfacciones de largo trayecto?
Jolines! es que a estos "primos" (de ahí lo de primates), hay que explicárselo todo, rediez!!
Deficiencias de los tiradores rápidos que apenas se conocen un poco a sí mismos, más bien.
EliminarDe todas maneras, nunca me ha gustado la preposición "pero", máxime cuando a continuación quedan los puntos suspensivos. Estos, portadores del suspense, supongo que de ahí su denominación, son garantes de muy poco valor nominal en lo que a cuestiones amatorias se refiere.
ResponderEliminarUn abrazo
Salut
Pues los puntos suspensivos abundan. El punto y seguido, no es infrecuente. El punto y aparte suele corregirse a veces y convertirse en seguido de nuevo. Y el punto final...ay del punto final. Me alegra saberte al pie del cañón, Miquel. Un abrazo.
EliminarFackel, creo que le ofrece un buen trato, a muchos nos hubiese gustado uno similar, sinceridad y franqueza por aprendizaje y entrega.
ResponderEliminarLa fotografía demuestra lo cercanos que están los grandes simios de nosotros o viceversa.
Un saludo.
Sí, nos anticiparán en el reino de los primates.
EliminarPodríamos decir que el chimpancé cambió la conjunción adversativa por la copulativa.
ResponderEliminarSaludos.
Así es, Francesc. Tienen tela las conjunciones, que maleables son en determinadas circunstancias.
EliminarTal vez todos los humanos deberían aprender del aprendiz de amante, para ser cuidadosos y respetuosos a la hora de conjugar los pulsos. Esa hembra sí fue didáctica
ResponderEliminarUn abrazo
Y al fin y al cabo solícita. Buen domingo.
EliminarYa nos hubiera gustado a todos los humanos haber tenido a una amante que nos hubiera enseñado el camino del Nirvana antes de darnos de cara con la realidad.
ResponderEliminarSaludos
Pero aprender tropezando ha proporcionado también comparativas, conocimientos de los límites de uno mismo y sobre todo personal diverso, ¿no?
EliminarA mi aquest "però" que la fa saltar em recorda el Darcy d'Orgull i prejudici quan diu més o menys "t'estimo sense poder-ho evitar", i la gran Elisabeth Bennet li contesta que si ho vol evitar és que no l'estima, i el planta.
ResponderEliminarJane Austen debió aprender de los primates de su tiempo, je.
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ResponderEliminar...Leo una bonita historia entre dos seres que se aman y me parece natural y lógico el razonamiento de ella.
Mais... si traslado el episodio al mundo del "homo sapiens", no sé lo que diría... Hay un tipo de condicionantes, hábitos, costumbres, enseñanzas, las llamadas reglas de sociedad sobre todo, la educación, el que dirán, el temor al ridículo... que tal vez influyeran en ambos protagonistas, no?
Claro, hay esa clase de condicionantes -incluida la ignorancia y el concepto generalizado sobre los roles- y supongo que también los biológicos o naturales de cada cual. De hecho todos coinciden, pero los individuos no recorren el mismo camino ni del mismo modo. Pero mientras, se anda.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarjajaja, muy bueno.
La mona era una monada de hembra.
Salu2.
Pero no dúctil ni maleable por lo que se ve. O solo bajo sus condiciones, que no parecen nada mal.
EliminarUma história de amor...tropeça-se, aprende-se a abrir a alma, o coração, o corpo...apesar do "mas"...
ResponderEliminarInteressante como sempre...
Beijos e abraços
Marta
Es tan interesante aprender en el amor, aunque no haya maestros/as, ¿no?
EliminarLa historia es bonita, aunque los chimpancés machos suelen tener muchas hembras. No sé... has humanizado mucho a estos dos ejemplares... pero desde luego es una linda historia...
ResponderEliminarSi somos capaces de humanizar (o deshumanizar) a los humanos, me dije: ¿por qué no hacerlo con chimpancés siquiera imaginativamente? Es una larga tradición desde la literatura clásica contar historias de animales como humanos. En las fábulas se lleva mucho. Y uno de los textos que más me gustan con animales que hablan está la novela de Cervantes "El coloquio de los perros". Si no la conoces, te la recomiendo.
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