Me sentía como un robó cuando hacía la calle, me dice Fernanda. Todos lo mismo. Que cuánto llevaba, que qué hacía, que si con cama o sin cama, que si era en un piso de los alrededores. Y yo repitiendo las mismas tarifas, aclarando lo que ya estaba claro, dando las mismas señas, una y otra vez. Siempre he creído que muchos no venían a informarse sino que los pobrecicos buscaban la proximidad por si caían migajas. Porque yo era de las que tenían pudor y reglas, y nunca traté mal de primeras a ningún hombre, pero luego estaban las zalameras, las que cogían la mano del preguntón o que ponían la suya donde al hombre se le supone, para tentarle, para inclinar la balanza de la duda. Markétin pero sin clase. En este oficio o te hacías valer o eras de usar y tirar. Y no lo digo solo por el cliente de paso, sino por las otras, por los protectores y aprovechados de las otras, por los de la brigada, que te pedían que fueras chivata o se lo hicieras gratis. Fernanda habla sin afectación, retirada del oficio pero bondadosa como pocas de los amigos que le han quedado, más allá de las solicitudes. Ella vive en el primero y yo en el último, desde donde se puede contemplar las agujas de la catedral. Yo pongo el café y tú las vistas, me dice a veces para hacer tertulia. Necesita rememorar y ser escuchada. ¿Sabes?, yo tenía mis fieles. Si ellos me respetaban yo les respetaba y nunca me aproveché. Sabía perfectamente si quien acudía a mis servicios era funcionario, catedrático, cura, militar o simple paleta. Si estaban casados, solteros o viudos. Sus maneras de hablar, de vestir, de mirarte y sobre todo de oler delataban sus ocupaciones. Por supuesto, había los urgentes, a los que nosotras llamábamos los del shangai, que se creían de recorrido largo pero eran de despacho rápido, y luego los morosos, que no acababan ni de empezar, y también aquellos que se quejaban de todo, que si muy cara la atención para lo que les habías hecho, que si lo intentamos de nuevo sin pagar otra vez, como si una fuese cáritas. Podría hacer una lista de tipos y no te lo creerías. Los había accidentales, que no exigían ni ponían reparos. Pero a mí me atraían los tímidos, qué se le va a hacer, aunque algunos explotaban su timidez para que yo fuese más cariñosa. Me gustaban los sinceros, que apenas hablaban pero que se abrían y se dejaban abrir con sus maneras tiernas. Algunos decían que venían a aprender del amor, y yo les decía: chico, esto no es la academia de corte y confección y no doy títulos. A muchos jóvenes se les notaba enseguida que iban para casarse y necesitaban no mostrarse torpes ante su novia. Pobres. Cosas del macho peninsular, que dice mi amiga Pepa. Los peores eran los cohibidos, los acomplejados, aquellos que no sabían si iban o venían, y que a veces salían por pies, pero para mí los más cómodos. ¿Y qué decir de los viejos? Regateando y exigiendo hasta el último instante, menos mal que caían en el primer asalto y huían despavoridos. ¿Que si los había imaginativos, me preguntas? Más que imaginativos eran charlatanes de fantasías, pero yo les cortaba rápido. Todo tiene un precio superior, a medida que la calidad del producto es más alta, les aclaraba a tiempo. Fernanda se apoya en la barandilla del balcón. Ah, si yo hubiera tenido estas vistas cuando me ganaba la vida entre los adoquines. Pero fue lo que fue y la vida no vuelve. Un consuelo: no vuelve para bien pero tampoco para mal. O eso espero. Y apura la taza de café, que no aquella de achicoria que dice que ella tomaba en otro tiempo. Pero que era depurativa, asevera.
Es en este oficio donde no es lo mismo ser víctima que verdugo. Mucho se me da, a riesgo de equivocarme, que la víctima precisamente es la que marca el precio.
ResponderEliminarSalut
Sospecho que las reglas del mercado, con sus peculiaridades y variantes, rigen esos dominios. Y sin pasar por Hacienda. Leyes de la oferta y la demanda.
Eliminar¿Cómo serán esos tiempos ahora?
ResponderEliminarTal vez en un sentido análogos y en otros con sus peculiaridades y adaptación a los tiempos.
EliminarUna vez leí un libro de un autor que recomiendo efusivamente, porque escribe cuentos como nadie, llamado Marcel Schwob, y su "Libro de Monelle" refleja un tiempo y una vida bastante mísera y denigrante del oficio. Me inventé esto:
https://laantorchadekraus.blogspot.com/2007/12/schwob-monelle.html
De oficio, puro y duro. Sabedora de qué hay y como hilvanarlo.
ResponderEliminarLibre al fin y al cabo como otra cualquiera en otro oficio. Ahora bien, mal vista. Ésta no tenía quien la defencdiera ni falta que le hacía. Pa chula, ella.
Ahora ni eso queda.
Un relato magnifico Fackel.
Salud.
Anna Babra
Algo que pudo o acaso puede ser.
EliminarMujer de rompe y rasga, a tenor del texto.
Salve, Anna.
Una historia que se lleva de perlas con la foto. Has creado un personaje que no hace falta más detalle para imaginar y compadecer. Un abrazo
ResponderEliminarPues revísate por la red fotografías de Joan Colom, que no tienen desperdicio para interpretar ciertas épocas de este país. A veces dedico horas a repasar imágenes. Es como leer un libro. Solo hay que captar sus particulares textos implícitos.
EliminarUn momento de una vida
ResponderEliminaruna mujer
una cancion
un instante maravilloso
cantemos con amor.
Y si a veces estoy triste
cada dia crezco mas
gracias por ser un caballero
y yo una dama al pasar
¿Una canción tradicional o tuya propia?
EliminarCaballero a tus caballos.
Thanks!
Todo lo que escribo es propio.
EliminarUn regalito para vos
saludos
Muy imaginativa vos, siga dándole al magín.
Eliminar:)
EliminarA ver si encuentro una Piedra de Rosetta que me traduzca ese signo, je.
EliminarUma visão negra de uma vida sem encanto... Esconde-se a dor e continua-se a andar...
ResponderEliminarInteressante o texto como sempre...
Beijos e abraços
Marta
Una vida de supervivencia, y de esas ha habido y hay millones probablemente. Saúde, Marta.
EliminarEl relato, uno más de tu ingenio, lo describes "viendo" con detenimiento una foto o una imagen: "Es como leer un libro. Solo hay que captar sus particulares textos implícitos".
ResponderEliminarNarras como un experto pintor, el rio de una vida, sus estaciones, el paso de las horas con la humanidad joven o maltrecha, interesada o anodina de quienes "pasan" y se vuelven a encontrar después consigo mismos.
Las fotografías de Joan Colom, sobre todo las que no tienen color, son
de verdad muy expresivas y sugerentes.
Un fuerte abrazo.
Gracias a ti por opinar, José Manuel. Hubo un plantel amplísimo de fotógrafos españoles durante el siglo XX que aportan testimonio de vida y lucha por la vida. Me hablan sus obras -se reverdecen en ellas mis recuerdos personales- y son una excusa para dar rienda suelta a las ocurrencias de uno.
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ResponderEliminar...Una fotografía, desde luego, genial.Cargada de matices, posturas, gestos, miradas... Y sí, a primer golpe de vista te sugiere mil historias, diálogos, mensajes... Así, como tú dices, leer un buen libro, te sugiere mil maravillosas o terribles imágenes.
Como siempre, un regalo leerte. Egun on, Fackel.
Sí, las imágenes, ya sean en directo del medio geográfico o de los libros, bien fotografías o textos, son de una sugerencia larga. No hay escritor por ahí que no se nutra de imágenes ajenas que luego adopta y adapta como propias. Peor muchos ni lo dicen. Buen viernes, miss.
EliminarMe temo que la vida atrapa y es muy difícil salir del nudo.
ResponderEliminarLa vida atrapa y vivimos en su trenzado. Quien diga que no, miente.
EliminarUna gozada leerte. Con ese desparpajo en el lenguaje. Sin tapujos pero con un punto delicado. Bravo.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Es que creo que la vida misma es así. Cruda pero que acepta responder también con sensibilidad a los avatares y circunstancias. Y por el bien del entendimiento. El lenguaje estaba antes de llegar yo a este mundo. Luego todo consiste en ser receptivo y dotar de cuerpo a las cosas. Tal vez los humanos nunca seamos felices pero podemos intentarlo y en ese camino algo nos hará bien, ¿no crees?
EliminarGracias por opinar, Berta.
"Pero que era depurativa, asevera": això necessitava una dona com ella! Trobo molt original i ben trobat el que explica, em pregunto com et deus haver inspirat! Això sí que és creativitat, mentre la resta són hòsties!
ResponderEliminarNada que añadir, lo has captado a la perfección. La vida es larga. Véase siempre pros y contras.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarsi las prostitutas escribiesen sus memorias, sin censura, saldrían tratados fidedignos de la condición humana.
Salu2.
No me cabe duda, y además de alto nivel y bastante rigurosos.
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