Va a haber mañana carreras en el estadio, le dice Eumaquio a Cecilio Félix. ¿Te vendrías conmigo? Compiten jóvenes llegados desde Herculano y Estabia, además de los nuestros. Dicen que son los mejores atletas de toda la región. Cecilio Félix reacciona contrariado. Me gustaría, pero tengo que ayudar al geógrafo en unas mediciones de campo y no sé si estaremos pronto de vuelta.
Cecilio Félix no es como otros, abandonado al ocio cuando no a la vida disipada. Tampoco le guía proveerse de un futuro que, como todos los futuros y más en el ámbito de un Imperio siempre cambiante, no garantiza oficios o negocios, sino que le basta su pasión por el conocimiento, le lleve a donde le lleve. ¿Acaso hay alguna otra pasión que merezca ser vivida?, replica a quienes le cuestionan que siendo joven rehúya las conductas al uso de otros jóvenes. Hay tanto en los paisajes que vemos en superficie, pero no los conocemos a fondo, argumenta siempre que dice no a acudir a algo lúdico si esto interfiere en la directriz que se ha marcado. Y mucho más sin explicar bajo los suelos que pisamos. La tierra es como el cuerpo de un hombre. Procura convulsiones, propicia cambios, proporciona deterioros, induce a calmas transitorias. Además, le insiste a Eumaquio, mi maestro es demasiado mayor, la enfermedad le acucia, y sus saberes no pueden perderse. Dirás que quedan sus escritos. Pero ¿quién garantiza que estos vayan a ser protegidos para que se mantengan como fuente de nuevas indagaciones? ¿Es que no hemos visto en otras ocasiones cómo se han destruido trabajos avanzados que podrían haber beneficiado no solo a los gobiernos de las ciudades sino en general a las gentes que las habitan? Bien sabes, Eumaquio, de mi entusiasmo por las carreras. Y que no me perdería una si no fuera por un motivo estimulante y necesario. Haré lo posible por llegar a tiempo. Madrugaremos mañana y no iremos lejos. Es una incursión por terrenos próximos al monte y que ya conocemos. Algunos propietarios de granjas cercanas nos han informado de que suceden cosas extrañas. Movimientos tenues pero repetidos del suelo. Comportamiento irregular de los animales de cría. Subidas y bajadas imprevistas del agua de los arroyos. Vapores inusuales que nacen de lo alto de la montaña. Si no observamos y aprovechamos ahora todas estas secuencias anormales, que nos pueden brindar respuestas, perderemos una ocasión única para avanzar en nuestras conjeturas.
Eumaquio entiende a medias a su amigo, pero hace esfuerzos por ser comprensivo. Más apremiado por las costumbres y comportamientos juveniles cree que eso de formarse y conocer pertenece a otra etapa de la vida que ya llegará cuando llegue. Si Cecilio Félix le dice que no hay más futuro que el presente que se vive Eumaquio se queda un poco confundido. Piensa que su amigo no va a salir de ser un joven viejo y que más adelante no podrá contar a sus hijos sus hazañas de juventud. No obstante Eumaquio, aunque no lo reconoce, siente benévola envidia. ¿Y si la verdadera pasión, la que va a dejar huella, va a a ser la de Cecilio?, se tortura. ¿Y si su entrega a las enseñanzas del maestro es lo que va a prolongar su gusto por la vida, más allá de las aventuras pasajeras de los que perdemos el tiempo? ¿Y si lo que hace es más propio de hombre cabal en lugar de los hombres aparentes que no dejamos de ser los demás?
Cecilio Félix interviene en los pensamientos de Eumaquio. Como si los hubiera pensado a su vez. Estaré de retorno con suficiente antelación para llegar al Estadio, le dice. Lo que no nos dé tiempo a hacer a mi maestro y a mí lo aplazaremos para otro día. Él me ha dicho que tampoco quiere perderse las carreras atléticas. Que fue un corredor excelente y quiere revivir aquel tiempo que disfrutó sin pausa.
(Corredor, del Museo Arqueológico de Nápoles)
Lo que no nos dé tiempo a hacer a mi maestro y a mí lo aplazaremos para otro día....Sin embargo no se debería dejar para mañana lo que se puede hacer hoy.
ResponderEliminarsalut
No estoy tan seguro. Cada vez se impone más la prudencia. La aceleración y el vértigo de los quehaceres traen disgustos.
EliminarLa tragedia se masca en el ambiente. Al menos los animales andan inquietos. No sé yo si los amigos llegarán a asistir a las carreras, o serán ellos los que precisamente corran.
ResponderEliminarUn saludo.
Situaciones análogas me da por pensar. ¿Cómo reaccionarían los habitantes? Palabras que acuden a mi mente: asombro, pavor, nerviosismo, confusión, impotencia, clases sociales...Etcétera.
EliminarSaludo para ti.
Fáckel:
ResponderEliminaruna solución intermedia, tiempo para el saber y para el ocio.
Salu2 equilibra2.
Suele ser también una solución desequilibrada, sobre todo en tiempos de juventud y según y quiénes individuos, ¿no?
EliminarSí, lo suyo en la juventud es decantarse únicamente por el ocio, sobre todo si el joven tiene pocas responsabilidades.
EliminarSalu2.
Soy de un tiempo en que he visto de todo, pero pérdida de tiempo y buen vivir era lo que más se llevaba.
EliminarSin sabiduría, y sin un mínimo de juventud, no hay carrera que valga, en el deporte, y en la vida.
ResponderEliminarMuy sabio. Un abrazo
Ya sabes, en ese tema, como en otros, se despliega toda una casuística. Buena jornada.
EliminarLa diversión con los amigos o la diversión del que aprende con avidez. Creo que viene a ser lo mismo, pero siempre mejor si es con los amigos y de jóvenes da tiempo a todo.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo que sucede es que muchas veces el tiempo se percibe o valora a posteriori, con todo el riesgo añadido.Saludo.
EliminarAcaso existe mejor carrera que la de dotar de arte a cualquier cuestión que la vida traiga. Evidentemente los de espíritu y si también cuerpo resultan atléticos resultan todo un regalo para la vida misma.
ResponderEliminarMe imagino, pero no sabría decir qué prima más hoy día. Tampoco andamos sobrados de atletas de la mente.
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ResponderEliminar...Interesante, los razonamientos de los jóvenes protagonistas. Leyendo a Cecilio F, me hace ver que yo pensaba así, como él, en mis años jóvenes, valorando más lo que me apasionaba entonces en el presente, que lo que me ofrecía un futuro mas seguro. Sin embargo la vida te lleva por donde quiere... Pero cuantas veces he añorado, aquello que dejé por el aire. Buenas noches.
La vida te lleva por donde quiere...¿o por donde nos dejamos llevar? ¿O queremos que nos lleve? ¿O la inercia? ¿O el resultado de tomar decisiones sin pensar o mal planteadas? Pero sí, esa expresión, que todos usamos, "la vida te lleva por donde quiere" es un saco roto donde hemos volcado pros y contras, lo obtenido y lo carente (que podríamos tal vez haber conseguido) Te comprendo perfectamente. Hubo mucho en el pasado que dejamos flotando o simplemente sin abordar. Sin saber, sin poder, sin tener claro. Todo individuo tienes sus limitaciones y perspectivas frustradas o pendientes. Muchos, la mayoría, lo callan. ¿Para que zaherirse más? Al final, hay que apreciar lo realizado. Al fin y al cabo eso somos también. Salud y mirada a la luz gratificante, si el frío lo permite.
EliminarCuando la vida se interrumpe, aquello que deseábamos deja de existir. También lo que fuimos, salvo la levedad de nuestros actos, su huella en los otros.
ResponderEliminarUna pregunta bien interesante. Aquello que no hicimos o hicimos unas horas antes de un desastre como aquel... ¿importa?
Deseos y tenencias, así como sueños y proyectos, aprecios y odios, desaparecen en cuanto nuestro cuerpo deja de oxigenarse para siempre (eufemismo de muerte)
EliminarVisto en la perspectiva de un desastre -sea Pompeya o las destrucciones masivas de ciudades por las guerras- nada importa Salvo para los supervivientes que, de momento, heredan traumas.