"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 13 de marzo de 2021

Despedida en el lupanar

 




No podéis entrar aquí borrachos. Adelina, a la que otros llaman la Introito, por su veterana especialidad en iniciar a los tímidos y a los tardíos, fue contundente. Fabulo y Calvo se defendieron. Si tenemos que ceder a la ebriedad que sea por el elixir que nos proporcionen tus pupilas, le replicaron con un gracejo juvenil que siempre era bien aceptado. A Adelina le gustaba dejar las cosas claras por principio. No era partidaria de los altercados y mucho menos de los machos brutos. Experimentada y cauta, sabía distinguir de qué condición, necesidad o abandono padecía cada cliente. No solo vienen aquí los pobres, presumía, que sé que algunos se disfrazan de míseros para pagar menos o para fantasear con ser sometidos a un trato más duro. 

Iniciar a un hombre tenía sus riesgos. Si se trataba de un adolescente, todo era más fácil. Con hombres de edad madura latía el peligro de encariñarse. Soy una mujer sentimental, se decía, pero nadie debe darse cuenta. Había pagado un precio en el pasado, cuando se enamoró de un comerciante que la cortejó con vistas a un futuro estable. La muerte imprevista del amante en un asalto le privó de lo que acaso iba a ser el amor de su vida y la separación de su oficio. Sus sentimientos frustrados los repartía ocasionalmente con clientes escogidos. Si su actitud con la mayoría de hombres era monótona y prácticamente pasiva, con aquella minoría que había elegido se desenvolvía en afecto, en atención y escucha, en manifestación sincera del placer. Cada uno de ellos era aquel otro que no pudo ser. Y con su entrega les premiaba, enseñándoles algo más que un ejercicio simple de desahogo. No eres como otras, le decían ellos. O bien: durante estas horas eres mi esposa. Adelina se sentía compensada con este tipo de confidencias espontáneas y se dejaba arrebatar.

Fabulo y Calvo llegaban nuevos y además de paso. Ambos habían decidido alistarse en un cuerpo legionario, cautivados por los relatos épicos de algunos cronistas fantasiosos y de ciertos militares de retorno que solo hablaban de las bondades de las campañas cesáreas. Al día siguiente tenían que incorporarse en una guarnición. Adelina, sabedora de que los jóvenes siempre quieren más por poco, fue determinante. Diez ases cada uno con las mejores chicas. Es mucho, opusieron ellos, tal vez cuando volvamos podremos pagar eso y más, alardearon. Además tenemos que celebrar una cena de despedida con otros amigos en la taberna de Porcio. Seguro que podéis. Luego se dirigió a uno de los dos. Yo sé quién eres. Fabulo se quedó lívido. Eres hijo de Aurelio Manlio, tienes su misma cara e idéntica seguridad que la que muestra tu padre. El joven no sabía si pensar en una indiscreción sobre su progenitor, en simular que ella se equivocaba o en sí mismo al quedar al descubierto. No te preocupes. En esta casa todo queda como secreto vestal. Estáis en un templo del placer. Tenemos nuestras reglas, vosotros los clientes sois nuestros orantes, la comunicación con el dios del amor ya se encuentra dentro de vuestros corazones. Nuestras chicas solamente son el medio para conquistar una felicidad terrenal. Mañana os incorporaréis como nuevos en vuestros destinos. A lo largo de vuestro servicio recordaréis la conquista del placer que obtengáis hoy aquí.

Calvo y Fabulo quedaron impresionados por aquellas palabras. Elegid, no me puedo entretener más, dijo ella. ¿Y esa imagen de Príapo tan colorida?, preguntaron señalando entre risas el estuco en la pared del vestíbulo. Ah, rio Adelina, ¿es que acaso no sabéis que él es protector de este oficio, pero también benefactor de los que vienen a entregarse a su ritual almo? No indica que se os exija nada. Este ámbito está desinhibido de prejuicios y obligaciones. Dentro de sus muros no hay otra medida que la de la satisfacción. Mañana seréis dos veces viriles. Como hombres y como guerreros, puso la guinda la sapiente Adelina para engatusarlos.
 
Desde el patio que daba a la parte de atrás se escuchó alarmada la voz de otra mujer. Los perros están desorientados. No paran pero tampoco ladran. Y no quieren comer. Es el calor africano, gritó la patrona. Nos altera a todos.




(Fresco de la Casa de los Epigramas, en Pompeya)


26 comentarios:

  1. Conocer el futuro, no es agradable en ocasiones. Es una pena la sabiduría que se perderá con Adelina. En cuanto Fabulo y calvo, mejor terminar en un templo del placer, que en cualquier asalto.
    Como siempre un placer leerte. Un saludo y buen fin de semana.

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    1. Interesantes conclusiones las tuyas, Ángel. No sé si les daría tiempo de llegar a otros asaltos. Gracias.

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  2. Adelina demuestra ser una profesional muy diplomática dejando bien tanto al padre como al hijo sin caer en arriesgadas comparaciones---

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    1. Debe saber mucho, la vida mater et magistra (suena a otra cosa, pero es así)

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  3. Y los perros presentían la tragedia en ciernes... Cuando visité Pompeya y recorrimos el ingreso a lo que fueron algunos lupanares, vimos tallados en piedra algunos bancos" junto a la pared, estrechos e incómodos, que -nos dijeron- eran los lechos en donde se realizaba "la transacción" quizás allí lo hacían los más pobres, pero supongo que los ricos pagarían por cuartos más acogedores y lechos más mullidos. O tal vez sólo eran bancos de espera y los guías tenían mal la información
    =)

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    1. No está claro para los especialistas qué número de estos lugares había en Pompeya. No todas las casas donde han aparecido pinturas eróticas eran prostíbulos. Y creo que más bien estaban orientados para gente pobre, de pocos recursos. El amor libre entre ricos se practicaba con recursos y además para el caso parecer ser que tenían a su servicio a esclavos. Las ruinas relativamente conservadas han proporcionado información pero interpretarlo no es fácil. De los guías conviene no fiarse mucho, suelen contar anécdotas para entusiasmar -o engatusar- al turista.

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  4. Que texto tão grande, Fackel! Assi, no tienes comentários.

    Pedro Vilar

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  5. Si los perros no comen ni ladran es que algo ocurrirá entre esos muros. Que se prepare Adelina.

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    1. Supongo que a los perros les traería al pairo el negocio que tuviera lugar entre las paredes de la casa. No sé si Adelina tendría más olfato que ellos.

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  6. Algo se avecina, los de futuro sabemos que no es bueno.
    Y es una lástima con gente tan agradable como Adelina. Me gusta eso de templo del placer, con reglas como la discreción, evitar disturbios.
    Magnífica obra de arte.

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    1. Una ciudad como Pompeya, sin ser muy grande, tenía reglas muy claras en todo tipo de materias urbanísticas y de convivencia cívica. Por ejemplo, parece ser, o al menos eso se ha dicho, que emperador Calígula creó un impuesto para la prostitución como fuente de ingresos pública. Pero también como sistema diferenciador entre las mujeres del oficio y las mujeres casadas de clases superiores. De cualquier manera, aunque hubiera uso no estaba bien vista la prostitución y quienes vivieran de ella tenían desventajas de carácter legal. Pero son temas que se van conociendo poco a poco y no es fácil interpretarlos. Saludo.

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  7. Los debutantes, qué personajes entrañables para cualquier meretriz.

    Un abrazo

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    1. Y es de suponer que en principio facilones, siempre que no vayan ebrios, claro. Adelina les paró los pies por si acaso.

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  8. Interessante a forma como a Adelina impõe as regras para evitar lutas.
    Uma mulher sábia que sabe aconselhar, porque é observadora, estuda o Mundo, os seus prós e os seus contras. A comunicação e a falta dela.
    E, depois tudo fica em escombros...
    Obrigada pela visita
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. El mundo de esos lugares y de esas mujeres debe ser un mundo con su casuística de conocimientos, sobre todo psicológicos. Sospecho que conocen a los hombres como nadie. Obrigado.

      Tenha um bom domingo, Marta.

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  9. Toda la vida cotidiana interrumpida. Si fuéramos consciente de eso, ¿viviríamos?

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    1. Vivimos en un extenso grado de inconsciencia y con una escasa dimensión de la conciencia, acaso por eso sobrevivimos.

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  10. ¡Qué bien logrado el ambiente y que difícil la vida de las meretrices o lupinas!. Me gustó especialmente eso de: "En esta casa todo queda como secreto vestal. Estáis en un templo del placer.". Ahí si que podían relajarse los hombres.

    Abrazos, Fackel

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    1. Debían ser ambientes turbulentos, por eso era importante el control de la patrona. Y esta tendría su labia para engatusar. Bien estar, Myriam.

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  11. Anda que no te da a ti juego Pompeya y el Vesubio. Pareciera que nunca te existiera ese complejo de la mente o la hoja en blanco, que se dice... Admirable.

    Admirable también, a mi modo de ver, que elijas el tema que elijas -aunque sea difícil o escabroso o sujeto a varias interpretaciones de los lectores- siempre sabes llevarlo por el camino y el tono mas adecuado.

    Por la primavera que se acerca. Gabon.

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    1. Jaj, pues ya que lo dices y visto desde fuera supongo que estoy aburriendo con tanto pompeyano suelto. Supongo también que hay muchos caminos en la vida de los hombres. Este relato del lupanar daría para pensar: ¿se quedarán los dos jóvenes? ¿Insistirá la madame? ¿Intervendrá alguna de las pupilas? ¿Preferirán ellos emborracharse en una tasca? ¿O irán a la ebriedad a dos bandas? Pero siempre hay un días siguiente al anterior, ¿no?

      La primera ya se incubó, ahora queda su manifestación extensa. Bon dia.

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  12. Me ha encantado este relato. Un templo del placer regentado por una mujer sabía siempre será un lugar relajado y alegre. Poco podían suponer que al cabo de poco tiempo vendría un terrible incendio.

    Me gusta el toque elegante que has puesto a cada personaje.

    Conocimiento, psicología, prudencia. Buenos valores para llevar un prostíbulo.

    Felicitaciones
    Un abrazo

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    1. Supongo que será un enfoque y que podría haber sido otro. Tampoco era cosa de ponerlo demasiado turbio, ¿no?

      Por la ficción sobre el tiempo pasado. Gracias por acompañar la lectura, Ana.

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  13. Adelina sabe vender bien su negocio.
    Salu2, Fáckel.

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    1. Experiencia y talante contable, se supone. Salud.

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