Me la juego cada vez que le paso un libro a mi amiga modelo. Por partida doble. No solo se trata de que sea un libro prohibido sino de que nos citemos clandestinamente para entregárselo. En cierto modo nos consideramos conspiradores. Ella lo dice medio en broma medio en serio. Los libros conspiran. Los lectores participamos de sus conspiraciones. Nunca permanece nada igual dentro de nuestras mentes una vez leído un texto. Gracias a ellos derribamos unos ídolos. Es entonces cuando nos damos cuenta de los monstruos que habían acunado dentro de nosotros desde que nacemos. Que habían crecido como si fuéramos su hogar. Esos monstruos no son tanto los rostros que se les pone, malditos o benéficos, como la carga de ideas rígidas y ordenadas que nos hacen vivir una vida interior estrecha. Cuando la escucho argumentar de ese modo me conmuevo. ¿Cómo podría dejar de conseguir libros, y sobre todo los prohibidos, para una mujer cada vez más madura? Además en muchos aspectos, y aunque yo no se lo reconozca, supera mis propias inquietudes. Incluso mi propia capacidad de asimilar discursos imaginativos que yo trato de pergeñar con otras artes. Con ella tengo asegurado el contenido de tales publicaciones pues cuanto lee me lo cuenta más tarde. Cierto que mis ocupaciones no me permiten entregarme a la lectura como hace ella. Pero, y no sé si esta mujer lo sospecha, mi vida es carne argumental y sangre caligráfica para muchas historias que algún día alguien las relatará. Ya se ve cómo somos capaces ambos de crecer en una clandestinidad creativa. Sé que hay otras causas, sin duda nobles y necesarias, y sumamente arriesgadas, que otros hombres ejecutan de manera subrepticia y fiel. Pero la nuestra, la que nos traemos entre manos esta modelo y yo, no es menos efectiva. Tal vez no salvemos a la humanidad pero día a día respiramos algo más de un campo abierto desde nuestras entrañas más sinceras.
* Sobre la mujer de los libros prohibidos se dice algo en Chitón:
https://ehchiton.blogspot.com/2021/03/la-lectora-de-libros-prohibidos.html
(Imagen: Fotograma del filme Utamaro y sus cinco mujeres, de Kenji Mizoguchi, 1946)
El ácido sabor de lo prohíbido con la dulzura de llevarlo a término.
ResponderEliminarLo prohibido, siempre tan inquietante, pero cuánto nos enseñó indirectamente. Cuántos libros y revistas conseguimos leer transgrediendo y regateando a los inquisitoriales del momento. Llegados de París o de Roma.
EliminarLa "clandestinidad creativa": un precioso compartir.
ResponderEliminarHay una clandestinidad muy creativa, pero muy arriesgada también.
EliminarLa última frase es genial. Lo de salvar a la humanidad es apostar por una quimera, un brindis al sol, una forma de creer en algo que no sirve para nada.
ResponderEliminarLos libros son objetos de conspiración, ventanas abiertas al conocimiento que permiten pensar sin limitaciones.
Me ha gustado mucho tu texto.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Supongo que lo de salvar a otros es una idea muy religiosa -a veces la militancia política me recordaba a las misiones católicas- que me lleva a concluir si no será mejor que aprenda cada cual a salvarse (si es que hay que salvarse) Pero no quiero simplificar un tema discutible.
EliminarLos libros ayudan a hacer la vida más soportable, a entender algunas cosas, a disfrutar y soñar con otras, o simplemente a saborear el lenguaje.
Gracias, Francesc, un abrazo.
Tiene su encanto coquetear con lo prohibido, con el riesgo. Me has traído a la memoria mi etapa de joven lector cuando acudía a ciertos quioscos de La Cuesta Moyano, en Atocha (Madrid), en busca de libros difíciles de encontrar en las librerías normales; casi todos eran de la editorial Losada (Buenos Aires). Había otros del FCE (México). También el Manifiesto Comunista, editado en francés por la Librairie Espagnole. Los de Losada eran de poesía: Miguel Hernández, César Vallejo, León Felipe, Pablo Neruda... El librero sacaba los libros solicitados de la trastienda. Una vez uno me dijo textualmente: que prohiban libros de política se podría entender; pero que prohiban los de poesía, que es una gilipollez...
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, sí. De Losada (editor español en América) llegaba mucho, aunque ya en los 60 era tolerada aquella literatura, pero estaban ERA, de Méjico, Ruedo Ibérico, de París (esta prohibidísima pero llegaba, a través de tretas pasaban la frontera con los libros escondidos en dobles fondos del coche), algunos de Moscú y de Pekín (la mayoría de ellos doctrinarios) Etcétera.
EliminarNaturalmente ¿cómo no iban a prohibir poesía? Cuando empecé a leer a León Felipe (exiliado zamorano a Méjico) fue en libros de Siglo XXI no puestos a la venta legal. León Felipe tenía poemas heterodoxos respecto a la fe católica y además decía pestes del dictador.
Qué tiempos me has hecho recordar, es para hacer algún día un simposio de recuerdos de lo vivido. Un abrazo.
No salvareis ala humanidad pero quizá os salveis a vosotros mismos.
ResponderEliminarNo me canso de decirte lo mucho que me gusta leerte.
Un abrazo.
El tema de la salvación, que probablemente no es simplemente religioso, nos llevaría a amplio debate. De hecho es un recurso muy de literatura (no solo de política o de mitos religiosos) En la vida ordinaria nos gusta que ante determinados problemas nos saquen otros las castañas del fuego. Esta expresión ¿no va conectada con lo de la salvación en concreto? Lo otro, esa nominación etérea a salvarnos una vez muertos no me interesa en absoluto. Y cuando alguien me dice que va a salvarnos me pongo a cubierto. En política existe una idea de misiones que a estas alturas no me afecta. Ya ves, en pocas líneas he abierto un debate que no voy a proseguir porque es una lata.
EliminarGracias por poner ese empeño en escudriñar en mis letras. Un abrazo.
Interesante clandestinidad la del protagonista con la modelo. Desde luego leer es aprender y descubrir nuevos mundos y modos de pensar.
ResponderEliminarLa poesía siempre se prohíbe en los países con dictadores como gobernantes. La razón. Escribir poesía es acariciar la libertad en todos los ámbitos. Esa libertad siempre ha sido temida y denostada por los poderosos.
Me ha gustado mucho tu texto.
Naturalmente, depende del tipo de poesía que se escriba y de las características del autor, todo hay que precisar.
EliminarMe has hecho recordar cómo en mis tiempos de estudiante nos prohibían o eran controladas reuniones (de asistencia numerosa por cierto) de lectura de poemas, incluso vetaban la presencia de poetas que decían algo más o cantores. O el eco, simplemente, de las canciones de Bob Dylan y la Báez. Nada nuevo bajo el sol, todos los tiranos de cualquier país, han perseguido la expresión que no fuera de su agrado y pláceme.
Gracias, Ana.
Lo prohibido es que es deseado siempre. Buen texto.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que se supone que lo prohibido tiene un valor o unos significados que de por sí atraen. Otro.
EliminarOs livros transmitem ideias, libertam a alma de ideias pré-concebidas.
ResponderEliminarOs ditadores não gostam, porque não nos controlam.
Interessante o texto.
Beijos e abraços
Marta
Así es. Resumiendo: transmiten vida que conocemos y nos ratifica, y vida desconocida que nos atrae.
EliminarGracias por tu buen criterio, Marta.
...Esos libros prohibidos te hacen comprobar, que tus sueños o ideales, no son tan utópicos sino, al menos, posibles y deseables por muchos otros.
ResponderEliminarPor cierto, mi madre me habló de León Felipe,que conoció cuando niña en el mismo pueblo del nacimiento. Creo que mi abuelo y el padre del poeta, coincidieron un tiempo como funcionarios destinados en ese mismo pueblo. Aún recuerdo algún verso...
"ser de la vida romero.
Romero solo, que cruza
siempre por caminos nuevos"
Saludos poéticos, Fackel.
¿Puedes indicarme el nombre de ese pueblo?
EliminarYo memorizo otros versos...más crujientes, digamos, y con razón.
Saludos de bondad, que falta hace.
EliminarClaro: Tábara.
A mi abuelo no lo conocí, pero fue Secretario del Ayuntamiento durante muchos años, según contaba mamá.
Me imaginaba. El padre del poeta procedía de otro pueblo de Tierra de Campos, de la provincia de Valladolid. Conozco la zona.
EliminarGracias, Soco.
Lo importante es crecer por dentro. Y si se comparte ese crecimiento, mejor.
ResponderEliminar"Nunca permanece nada igual dentro de nuestras mentes una vez leído un texto" "Ya se ve cómo somos capaces ambos de crecer en una clandestinidad creativa."
Un placer leerte
Aunque a veces no sepamos dónde nos conduce ese devenir interior, ¿verdad?
EliminarPor el recorrido.
Es decir, aprender por la vía inversa: mucho más emocionante para unos, quizás divertido para otros....,, según la configuración de cada cual, hasta el punto que la vía inversa represente justo lo contrario. Diversidad mortal a través del contenido genético.
ResponderEliminarEs que en cierto modo la vida es un viaje de ida y vuelta, aunque la dirección hacia la meta sea ineludible. Buen día, MJ.
EliminarEn realidad, toda lectura compartida es una conspiración.
ResponderEliminarCon objetivos diversos, naturalmente.
EliminarnO LEO NOVELAS, lEO CIENCIA E INVESTIGO EN EL MUNDO LO QUE ESTA PASANDO... mUCHAS VECES EN NETFLIX VEO LIBROS QUE ALGUIEN HA ESCRITO mE HE BORRADO DE LO QUE TODOS HACEN, dISFRUTO A MI MODO LA NO VACUNA DE UN MUNDO QUE YA NO ENTIENDO. vIVIMOS ENTRE MENTIRAS Y UN LIBRO ES BUENO PARA APACIGUAR LA LUCHA INTERNA ENTRE UNO EL DESEO Y EL TIEMPO
ResponderEliminarMucha, cada uno sabe lo que debe leer e indagar, es evidente. Pretender interpretar el mundo, ya sea el presente ya sea en perspectiva histórica, no es nada fácil. Como mucho logramos aproximaciones. El conocimiento procura placer pero también hay placer con límites de conocimiento, me refiero en lecturas. Apaciguar la lucha interior es necesario para la propia salud personal. Pero esa lucha es la que nos define como individuos de una especie cuya mente tiene muchas posibilidades. Pero hay que distinguirlas. Calma, mucha calma.
EliminarMuy interesante esa clandestinidad. Las lecturas no se pueden prohibir porque cuanto más se prohíben, más atraen.
ResponderEliminarUn saludo.
Sin duda, Laura, y más se transmiten entre receptores clandestinos. Ah, aquel placer de leer lo prohibido, cuántas satisfacciones nos proporcionó. Saludos.
EliminarTe dejé comentario en el texto del enlace. Lo prohibido cuando prohibido más gustoso. Las lecturas que elegimos, producen placer porque abren nuestra mente, sea en solitario o acompañados.
ResponderEliminarUn abrazo y felices días festivos
Ya lo vi, gracias, Myriam. El que sea más gustoso un texto o imagen o celebración prohibidos es algo que se suele generar por mecanismo de deseo. A veces lo leído no se correspondía con nuestro anhelo, no obstante estar censurado. Lo importante reside en esa elección que dices, cuyo criterio cambia a lo largo de nuestra vida.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarlo prohibido siempre ejerce fascinación, no se puede evitar.
Salu2.
Por supuesto. En qué dirección y con qué resultados es otro tema a comprobar a posteriori.
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