"A la cual el Señor también dio hermosura, porque toda esta compostura no nacía de lujuria, mas de virtud; y por tanto el Señor aumentó aquella su hermosura, para que pareciese incomparablemente hermosa a los ojos de todos".
Libro de Judit, X. 4. Biblia del Oso, versión de Casiodoro de Reina.
Al levantarse aquella mañana Holofernes para tomar la iniciativa decisiva en su objetivo militar no sospechó que iba a ser su último amanecer.
De nada había servido que los días anteriores fuese advertido por sus espías de que la mujer de su deslumbramiento se hallaba ejercitando el arte del alfanje. Dejadla que ella, hábil y entregada con sus palabras, enerve su cuerpo en el ejercicio de las armas. Ya se sosegará. Nos ha dado amplias muestras de su elocuencia y nada hace dudar de que su llegada hasta el campamento es para favorecer nuestra causa, pues no comparte con los suyos la obcecación de no someterse al gran rey de Babilonia.
Las palabras del general eran órdenes para sus consejeros y oficiales que no se podían cuestionar. Sin embargo, Holofernes, que no había sido nombrado por el rey caldeo solamente por su capacidad estratégica y su destreza en dirigir los ejércitos, pensó: sea lo que pretenda realmente esta mujer su hermosura y sospecho que su inteligencia bien merecen que uno corra riesgos. De ningún modo voy a forzar nada con ella. Se sabe objeto de mi mirada pero yo también quiero ser reclamado sinceramente por ella. No caeré en la trampa de sus encantos exteriores, como con otras mujeres de paso, sino que la pondré a prueba. Diga verdad o no sobre el acatamiento al gobierno que represento, al menos debo conseguir que esa aparente atracción mutua quede patente y libre de ocultaciones. Mi rey puede esperar la conquista de la ciudad cercada, pero el frágil y enamoradizo Holofernes que llevo dentro debe consolidar antes otra clase de triunfo que garantice el éxito de la misión.
La mujer le había estando contando durante varias noches la historia de su vida, sin esconderle nada. Esto agradó a Holofernes. Le había hablado de su posición pudiente, de la pérdida del esposo al que había amado tanto, de la pena y el ritual de luto a que se había entregado, del aislamiento con el que quería corresponder a la memoria de su hombre. Pero un día, dijo la mujer al general, entendí que no puedo vivir enterrada en vida permanentemente, cuando aún tengo una edad fértil en deseo y en capacidad de descendencia. A Holofernes tales confesiones le admiraron y llegó a advertirla. Hayas llegado hasta mi cámara bien con la mejor intención de ayudar a mi empresa o porque te traigas algún plan en secreto para reducir mi eficacia militar, debes saber que admiro tu valor y tu soltura. Entre mis tropas todos pensarán que vas a doblegarte de inmediato a mis instintos naturales. Pero haré algo contigo que no he hecho jamás con nadie. Respetaré tus tiempos de decisión, me inhibiré de frecuentar a ninguna otra mujer, demoraré cuanto sea preciso el último asalto a tus paisanos. Mas antes de arriesgar mi fama y mis recursos a la toma del bastión necesito estar seguro de que soy capaz de ser aceptado, despojado de toda clase de fuerza y de poder, por ti.
La mujer descubrió entonces que tras el general al que precedía reputación de sanguinario existía otro hombre ajeno a la violencia y predispuesto a entregarse con bondad. Un ser cuya fragilidad había sido tapada por las planificaciones militares y el sojuzgamiento a los pueblos. Ella dudó sobre su propia misión. Primero alargando su estancia en el campamento. Luego, dejando de comunicarse subrepticiamente con las autoridades de su ciudad, que esperaban de ella la noticia del éxito de aquello para lo que se había ofrecido. Por último condescendiendo a las tertulias que al atardecer le proponía Holofernes y donde ella iba descubriendo poco a poco el hombre que nadie conocía y que ni él mismo imaginaba que podía alojar.
Una noche, la mujer que se reclamaba de adorar únicamente a su Dios, se abrió con arrojo a participar de su intimidad con el general. Había venido a tu campamento con intención de disuadirte de tu empeño, hombre mío. Ante el tono de sus palabras Holofernes tembló. No eran tanto los ardides que ella había podido ocultar como la manera directa y penetrante de sentirse atraída por él lo que le perturbó. A medida que te he ido conociendo, mujer, me he librado de temores. Ahora sé que no puedes hacerme daño alguno y que ni tú ni yo estamos en esta estancia para librar ninguna batalla que no sea la de conquistar mutuamente nuestras naturalezas. Pero la naturaleza tiene muchos rostros, Holofernes, le respondió la mujer. Ciertamente, replicó el hombre, pero solo hay una que nos vuelve más ajenos y a la vez más auténticos. Ella le acarició los cabellos. Detrás de mi general hay también un filósofo recóndito y seguramente un amante inadvertido por cuantas esposas o allegadas se han dado a ti. Pero conmigo no solo te llevas mi juventud lozana, también te apropias de mi voluntad malsana, de ese lado de mí que en nombre de una clase de liberación iba a entregarme a un acto de violencia. Holofernes no quiso medir el alcance de aquellas palabras, pues ya sentía el calor intenso del cuerpo de la mujer. Mi desnudez más profunda es tuya, le dijo a esta, envuélvela en voluptuosidad y ofrece el deseo más desatado al dios que llevamos dentro.
En la entrega sin horas de la que se hicieron partícipes, el verbo y los sentidos circularon caóticos de un cuerpo a otro. Holofernes, en un movimiento de contemplación extática sobre la mujer la alzó en un sobreesfuerzo. ¿A quién me estás inmolando?, dijo ella en medio del arrebato que les desconcertaba a los dos. A la vida y a la muerte, susurró Holofernes refrenado por un jadeo que derivó en rugido desgarrador. A continuación el general se desplomó inerte. Ni herida ni sangre ni mucho menos degüello. No había en la cama ningún otro arma que no fuera el amor.
Lo que aconteció después lo han contado las crónicas interesadas en una dirección diferente a los hechos y con una intencionalidad acaso proterva. Que cada cual se atenga a lo imaginario.
Cortar la cabeza de un hombre es un asesinato,
ResponderEliminarlevantarla por los pelos y mostrarla a la chusma
con la baba rezumando y reírse de la turma
sangrando es publicidad, crueldad y un alegato.
Judío o babilonio, ya general o soldado,
al izar la testa, verás que todas son igual
y aunque las crónicas sacras dignifiquen el mal,
cortar la cabeza de Holofernes es el pecado.
Judith no es una heroína, es la mano de un engaño
que más tarde escribirá la historia para beneficio
de los que ganaron la guerra y causaron el daño
que transforma el homicidio en inútil sacrificio.
Mientras la historia va avanzando un año y otro año
escondiendo la vergüenza y confundiendo el juicio.
Salud
Impecable. Creo que a nuestras edades vamos descubriendo los engaños descritos en los textos que adornan -más que interpretan- lo que llamamos Historia. Digo en los textos porque parece que desde antiguo ya se escribían para justificar la realidad dictada desde los estamentos poderosos. Pero en la vida cotidiana existe igual, más burda todavía la mentira, consensuada y consentida para uso de las generaciones que van llegando. Aviados estamos.
EliminarSalud y temple.
El amor te puede decapitar, aunque normalmente en sentido figurado.
ResponderEliminarLa religión tacha de perversas a unas, las que van en contra de la causa, y de heroínas a otras. Pero en cualquier caso, arrebatar la vida de alguien es un acto cruel.
Es un relato apasionante, a mi me parece un canto al amor, a pesar de todo.
¡Salud, y un abrazo!
Cualquier sistema ideológico -religioso o laico, y no te digo si su sesgo es totalitario- ha construido a lo largo de la Historia sus interpretaciones interesadas, su relato particular de los hechos, a costa de adulterarlos y dejar constancia solo de lo que le beneficiaba e iba a beneficiar en el futuro.
EliminarLo de arrebatar la vida, así en general...nos llevaría a cuestionar algo que siempre se ha planteado. ¿Está justificado acabar con la vida de los tiranos? Contra Hitler hubo un intento bien montado y con cierto consenso en un sector de su alta oficialidad por acabar con su vida, aunque demasiado tarde ya, y encima fracasó.
El relato es una deconstrucción de una narración transmitida que vaya a saber usted la verdad que hay en ella. De todos modos siento que en el relato se quite la imagen más poderosa que los pintores renacentistas y no solo renacentistas representaron con la heroína degolladora. Los cuadros que lo ven así son una maravilla. Los ardores del amor in situ pueden llevar, no obstante, a perecer.
Buen día, Ana.
Una manera diferente de narrar lo que, de otro modo hubiese sido cruel traición, burla mezquina. Me gusta eso de intentar nuevos ángulos narrativos de sucesos dados por históricos
ResponderEliminar¿Por qué no? Lo he intentado humildemente y solo por la satisfacción de poner patas arriba lo que se da por verídico y acaso no son sino crónicas de vanagloria y triunfalismo de un sector ideológico religioso.
EliminarTe comprendo. Alguna vez intenté narrar el evento de Judas "entregando" a Jesús al sanedrín como algo muy distinto a la asumida historia de traición que da inicio al calificativo extendido hacia todo el pueblo hebreo
EliminarLas tradiciones orales, por mucho que luego se hayan plasmado en textos, siempre son sospechosas de veracidad al menos avant la lettre. Hay que ver qué construcciones narrativas se han hecho para mayor gloria del monoteísmo.
EliminarEl amor, que puede ser el más letal de los venenos
ResponderEliminarBesitos!
Puede ser, puede ser, más cuando es como proceso lento de envenenamiento. Pero también hay vacunas y antídotos. Depende de la capacidad mental de cada individuo y su racionalidad a la hora de enfocar el tema. Aunque cuando entra el veneno, uf...
EliminarCrónica de un asesinato, y es que cuando uno conoce al destinatario, y lo ve como persona, recordando que también lo somos, ha de ser muy difícil acabar por cumplir el encargo.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo creo que más bien es un suicidio indirecto, impensado y no querido por el propio general. Y es que el accidente es parte del amor, ¿no? Es decir, que los méritos de la otra permanecen a salvo en cierto modo, pero con un arma diferente. ¿Y si ella era sincera del todo y no quiso que aquello tuviera lugar? Divagaciones sobre un tema que no se ha cuestionado nunca.
EliminarFíjate que la historia de Holofermes y Judit, recuerdo que la estudié en la clase de religión, como un acto heróico contra un enemigo del Dios Bueno, Único y Verdadero...y esas cosas eran las que yo no podía entender y me rebelaban en aquel entonces... ya ves. Así, como lo cuentas, me hubiera parecido -creo- mucho mas razonable y creíble.
ResponderEliminarFelizdomingo.
Me agrada que cuentes tus percepciones al respecto. Por el contrario yo no recuerdo que este capítulo me diera que pensar en la infancia, aunque el gesto del degollamiento del libro bíblico siempre me pareció salvaje. Se ve que durante el franquismo tal relato podía dar malas ideas. Sin embargo empecé a meditar sobre él gracias a Caravaggio, cuyo célebre cuadro tuve oportunidad de ver, y me encantó.
EliminarDomingoplacentero.
O amor pode atraiçoar-te, magoar-te profundamente... mas também é a porta para descobrir a essência de ti próprio, da vida em si...
ResponderEliminarBeijos e abraços
Marta
Algo te enseña eso que llamamos amor -o pasión como en este caso- sobre las manifestaciones humanas y nuestras capacidades (y límites) Bom domingo.
EliminarSe pueden hacer tonterías y hasta locuras, pero nunca perder la cabeza.
ResponderEliminarSaludos.
Se debe, se debe no perderla, pero ya sabes que en algo en lo que prima lo emocional qué difícil es salir incólume. Saludos.
EliminarHe de estar, porque está todo dicho, con FRANCESC CORNADó.
ResponderEliminarSigue siendo un asesinato.
Salut
Probablemente asesinato, sí, que no homicidio, aunque ¿cómo valorar lo narrado de otro tiempo con criterios de ahora?
EliminarMorir per amor és molt ben valorat...
ResponderEliminarEso sucedía en la moda del Romanticismo. El amor puede ser un arma letal, sin duda.
EliminarEsas historias son para pensarlas. ¿Por qué creer que Judith es una heroína y Dalila una traidora? Cuando ambas manipularon a un hombre de una nación rival, para asesinarlo o entregarlo.
ResponderEliminarCreo que podría tomarselas como buenas historias de ficción, sin moraleja y sin una clasificación en buenos y malos.
La historia esa ha tenido el mérito de inspirar al arte, como a Artemisia Gentileschi.
Tu versión me hace acordar a Judith y las rosas, de Conrado Nale Roxlo.
Creo que ambos desertaron. Que tanto como Judith no pudo matarlo, no en forma literal, Holofernes ya no pudo ser el general invasor. Algo que me recuerda a la obra que mencioné.
Saludos.
Respuesta simple a la primera pregunta: acaso porque ese es el relato que la corriente judaica del momento y posterior necesitaba. Y como el testigo fue tomado por quienes tú sabes se ha transmitido como ejemplo de heroicidad frente al mal. Al final todo se trata de construir versiones ejemplares, tanto en personajes "buenos" como en "malos" para que tenga sujeción una religión. Las religiones del Libro son religiones épicas, donde prima la violencia, el orden establecido (los padres, los profetas, los sumos sacerdotes, etc.) y el control de la mente o conciencia, como quieras llamarlo.
EliminarTomarlas en la versión bíblica como meras historias de ficción, ocurrieran hechos o no, puede hacerse pero no es fácil porque los textos llamados sagrados son una corriente que conducen al individuo hacia el océano de intereses que las castas han diseñado y perpetuado.
La pintura es otro tema, por supuesto, aunque los encargos que hicieron a los pintores fueran para perpetuar también con imágenes visuales lo que ya contaba el texto.
Al autor Conrado Nalé no lo conozco, indagaré ya que lo mencionas. Y te agradezco lo cites. Siempre me intriga cuanto no sé.
Un abrazo, Demiurgo de este mundo.
La historia escrita, en todas las épocas y de cualquier acontecimiento, siempre es la versión que alguien interpreta con una finalidad. Puede ser la exaltación del débil, la astucia, el amor o la venganza. Puede tratarse de orientar a unos o de amedrentar a otros. Ante los poderosos, incluso tener un escrito o un libro con una versión distinta de un hecho, era correr un riesgo. Podía arder el libro, pero también el autor, el tenedor y hasta la librería en que se encontrara. A los emperadores, los dictadores o los ricos o dueños de un territorio o de algo, siempre les gustaba la limpieza. En el siglo XXI sigue siendo tan real como en en Babilonia, Egipto, Grecia o Roma.
ResponderEliminarAsí que leer hoy no es más que interpretar, que es hasta legítimo. Pero de ahí a "juzgar" aquello con nuestros conceptos de "bueno" o "malo" y sus derivados, es extrapolar nuestras categorías, creencias o vivencias. (Me parece, aunque respeto cualquier opinión distinta).
Un abrazo, Fackel.
Ni puedo añadir un ápice ni restar un matiz. El intento de interpretar hoy día, con arreglo a nuestras informaciones, no es baladí, aunque nunca comprenderemos claramente un hecho del pasado, en parte porque no sabemos si fue o no, y en parte porque ¿cómo ponernos en el lugar de hace siglos siendo los individuos que somos ahora? Pero hay que intentar aproximaciones, José Manuel. Así que te reconoceré que a medida que pasa el tiempo soy un escéptico convicto y cuando me cuentan o leo algo sobre otro tiempo y por lo tanto situaciones no sé ya si debo valorar y mucho menos juzgar (que siempre me ha costado, eh)
EliminarCreo que sin ser jueces del pasado sí debemos ser observadores, según la información disponible, y valorar con medida y no trascendiendo ni el tiempo ni el tipo de sociedad ni las circunstancias históricas. Para oportunismos ya han estado las ideologías religiosas.
UN abrazo.
Leer el "Antiguo Testamento" es adentrarse en el belicismo, en lo maquiavélico (El fin justifica los medios), en lo sanguinario, la lujuria, los actos psicópatas, lo terrible.
ResponderEliminarEl Dios del pueblo elegido es tan cruel como cualquier otro Dios. Hasta el "Nuevo Testamento" no aparece la bondad propiamente.
La cuestión es que por nuestras venas corre la sangre de la tradición judeocristiana. Por tanto... existe la tendencia a la violencia (a veces sibilina) entremezclada con la bondad.
Esta "heroína" bíblica no tenía nada que envidiar a las espías modernas, sicarias y demás especímenes.
Abrazos
El Nuevo Testamento tampoco se reduce a la bondad. Digamos que responde a nuevos tiempos (a partir de la fundación del mito cristiano) y cumple otro papel. Según todos los que siguen las religiones que se basan en la Biblia serían textos complementarios. ¿Con qué fin los nuevos? Ah...por ahí andan.
EliminarEl metafórico Apocalipsis no es precisamente bondadoso...
Pertenecemos a una zona del mundo donde desde hace siglos se inscribe en una cultura influenciada y modelada en gran parte por aquello del llamado siglo I (como si no hubieran existido miles de siglos antes) Ya el hecho de denominar Año Cero da muestras de la soberbia, pretenciosidad y afán de poder que tenían los primeros jerarcas del cristianismo. Y que dura.
Pues sí, mira la heroína que nombras iba de espía, pero de espía ejecutora además. En mi relato la pretendo diferente pero acaba ¿sin quererlo? cumpliendo su misión por otra vía. ¿Será una lección moral la que invoco para un tratado del saber vivir de las nuevas generaciones? Riamos si sabemos.
Siempre se ha dicho que lo que importa es el gesto con el que se muere.
ResponderEliminarHermoso texto.
Y mira que hay gestos en el estertor. A veces uno piensa: ¿Y cuál será el mío? Gracias, Pedro.
EliminarHola!!! wow que bueno que descubrí tu blog, nunca había leído un relato épico :o me encanto. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarPD: Tienes una nueva seguidora :D que te seguirá leyendo ;) si gustas visitarme y espero que no sea molestia mi blog es http://plegariasenlanoche.blogspot.com/ nos leemos :)
Saludos desde Plegarias en la Noche.
Muchas gracias por pasar y leer, Tiffany, pasaré a conocer tus escritos. Un saludo a punto del alba.
EliminarUna mujer con las ideas muy claras.
ResponderEliminarSalu2.
Sobre todo en el momento preciso. Pero ¿la mujer del relato o aquella otra de la épica bíblica? Yo a aquella la veo fanática y eso me lleva a preguntarme si el fanatismo es claridad o solo precisión para ejecutar una idea fija. Kamikazes por sus causas hubo toda la vida.
EliminarDifícil responder a esas preguntas.
EliminarSi una Salomé le hubiese cortado el gaznate a Hitler ¿lo estaríamos celebrando?
Salu2.
Depende de quiénes fueran los vencedores. Pero seguro que sí.
EliminarLa Historia real nos cuenta que Holofernes perdió, literalmente, la cabeza por esa mujer... Pero tu relato sobre ambos personajes me gusta más, es realmente magnífico, me ha encantado... tu virtuosismo para el relato salta a la vista, podrías escribir magníficos guiones para películas y buenas obras teatrales... Me ha gustado mucho, a través de la conversación está claro que se derrotan los prejuicios... ¡Cuántas batallas nos ahorraríamos si le diéramos una oportunidad a la palabra, a la conversación tranquila y sosegada!
ResponderEliminarEs un relato excelente, como todos los que escribes...
Abrazo
Ay, lo que has dicho. Dar una oportunidad a la palabra, nada menos. Eso sería vivir en una Arcadia, algo a lo que se ha aspirado por algunos sin éxito.
EliminarDe todos modos malos tiempos futuros para la palabra. Porque la palabra se pronuncia oral y por escrito y no sé si hay ya una disociación en marcha con las nuevas técnica y con lo que es peor: el ritmo veloz y desasosegante de vida. Vamos, que no nos escuchamos ya.
Gracias por tus ánimos, aunque ya sabes que solo me procuro las pequeñas satisfacciones de mis ocurrencias.
Yo soy un utópico incorregible... Supongo que el ideal de la Arcadia se muestra a nuestros ojos derrotado. Ya sabes, "et in arcadia ego"...
EliminarEs cierto lo que dices, no nos escuchamos, por eso no nos conocemos... No sé quién dijo algo así como: "Si quieres conocer a alguien, no le mires, escúchale"...
Tus ocurrencia son magníficas y tus relatos están "en alta definición"...
Yo ya soy un corregido, pero nunca se sabe. No entremos ahora en ello.
Eliminar¿Se escucha la gente a través de las redes? Bueno, algunas veces, como en el caso de los que pasamos por nuestros blogs. La excepción nos honra (y no tengo abuela)
Anda, anda.