"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 10 de febrero de 2020

Cuentos indómitos. El viejo contable y la Muerte














El nonagenario pasa la tarde de invierno inclinado sobre la mesa camilla. A su lado un ventanal amplio a través del que se ve un olmo decrépito, pero aún en pie. Compañero íntimo de sus días. ¿Hablará con él? Tiene delante un periódico con las puntas de las páginas manoseadas. El vaso de agua con marcas de baba en los bordes. Galletas. Dos o tres envases de medicamentos en un extremo, como si quisiese alejarlos de sí. Un bolígrafo. El nonagenario, antiguo contable, hace anotaciones en los márgenes sobre un artículo que lee todo concentrado. Simples punteos, alguna interrogación, una llave junto a algún párrafo. De vez en cuando escribe una palabra o una frase escueta. La letra cede al temblor de su mano, pero a cambio se le concede la gracia de mantener una excelente ortografía. ¿Por qué hará esas anotaciones?, se pregunta la Muerte, que pasa con frecuencia a hacerle una visita.

La visitante observa que el viejo ejercita también su memoria con cuentas. Operaciones de aritmética manuales, como las de antes. Se adivina que tanto la letra como la cifra han tenido en su pasado una calidad exquisita. Aunque el pulso se la juegue ahora. Su letra es excelente todavía, le entra la Muerte. ¿Por qué insiste tanto en seguir haciendo cuentas o poniendo notas en los márgenes del periódico? Ya ve, dice él humilde, me entretengo. No me parece mal, le replica la Muerte, pero podría ver televisión o ir a jugar al dominó o charlar con otros de su edad. El viejo no se inmuta. Me basta con leer la prensa, me distrae. O mal leer, mejor dicho, las cataratas me limitan mucho. ¿Cree que la prensa, que no suele traer noticias optimistas, merece ser leída con la consideración que usted la dedica?, le insiste peleona la meticona. Lo que me gusta no son tanto las noticias o los artículos de fondo en cuanto tales sino el cómo se cuentan y de qué manera se interpretan, le planta cara el contable. Ahí se ve la intención de quien escribe y se aprecia el estilo, que no es algo que queda de lado sino que es sabroso y ayuda al bien entender. Las noticias han sido parecidas desde que el mundo es mundo. Ahora aparecen otros nombres y otras caras, pero a la gente le pasa lo de siempre. Las mismas ansias de unos y la escasez de otros. Los problemas del mundo habrán cambiado según geografías, pero siguen siendo como si nunca hubieran salido de casa. Además, las opiniones vertidas yo siempre me las creo a medias. En cierto modo me pilla grande lo que sucede hoy, pero no difiere en exceso de cuanto ha ocurrido toda la vida. Y a estas alturas no me lleva nadie al huerto.

La Muerte no hace intención de contrariarle. Le encuentra tan seguro de sí mismo que considera que no va a ser un objetivo a corto plazo. Se le ve muy convencido de vivir, le suelta un poco a lo bruto. Mire, responde el otro, no sé tampoco hacer otra cosa. ¿O cree usted que se puede hacer algo más importante que vivir? Este hombre es un viviente confeso, piensa la Muerte, y además irónico y castigador. Si tiene claro el concepto va a tener una resistencia inaudita y pase lo que le pase se aferrará a seguir respirando. En ese caso, mejor sería que no perdiera el tiempo con él. Pero tiene que tener algún punto débil. ¿No se aburre nunca? El hombre no duda. A veces, pero entonces duermo y cuando me despejo ya se me ha pasado el aburrimiento. Los sueños obran como un bálsamo y, ¿sabe usted?, a veces tengo la sensación de que me prolongan la vida. A la Muerte estas expresiones le sacan de quicio. Alguna vez habrá enfermado, supongo, le ataca. Sí, enfermedades no me han faltado, ni heridas, ni malas rachas, incluso me han tocado algunos vacíos y bastantes ausencias. En fin, todo lo que usted pueda imaginar, pero he salido de ello. Siempre he querido salir adelante. La Muerte hace un gesto de disgusto apenas controlado. No me irá usted a venir ahora, y alabo su mejor voluntad, con que se vive si se quiere. Que basta con tener ganas. Hay personas que quieren vivir y un mal se las lleva, o un atropello, y no digamos en una guerra lo fácil que es. A mí me lo va a decir, responde sobrado el anciano. He pasado por esas situaciones. Nunca he sabido bien cómo salí a flote, pero a mí nadie me puede quitar de la cabeza que las ganas irrenunciables de quedarme en este mundo han evitado hasta ahora que me muriera.

Tanto aplomo y bonhomía por parte del nonagenario le turba a la Muerte. Por un momento medita contra sus propias convicciones: si estuviera en mi mano su eternidad...se tienta a sí misma. Esa tenacidad por perseverar en la vida, sin saber por qué, sin mayores aspiraciones ya, es admirable. Pero no voy precisamente de ángel de la salvación eterna. ¿Sabe quién soy?, decide plantear a bocajarro al hombre. Supongo que una enfermera nueva, le replica él. Últimamente viene a verme bastante, y se lo agradezco, pero le pido que no abandone a otros. Yo siempre he sabido cuidarme muy bien. Por mí no tenga especial interés. La Muerte no quiso ponerlo en duda. Le creo. Siga ejercitando sus neuronas. Ahora le voy a dejar a su aire, tengo más visitas pendientes, se despidió. 

A mí me la va a dar esta, pensó el contable en cuanto la otra cogió la puerta. Ella se marchó agobiada y, aunque no quería reconocerlo, desarmada.




(Fotografía de Lee Jeffries)

22 comentarios:

  1. Estoy convencido de que la Muerte puede retrasar su llegada, pero es evidente que no puede disculpar a nadie de su visita.
    Dudo que tenga favoritismos, y que a modo de puntuación, vaya dejando de lado a quien por un instante le cae bien.
    Ella hace su trabajo, el nuestro es ser recordados con dignidad.
    Salut

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    1. Favoritismos tiene, pero su límite reside en permitir la prolongación de la vida, no en hacerla eterna. Por cierto, ¿se vencerá con técnica humana alguna vez a la muerte? Dicen que hay técnicos empeñados en ello.

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  2. Mantener la mente activa es, seguramente, la mejor manera de alejar a la Muerte, la que importa, la que nos despoja de nuestra identidad. Se plantean ejercicios para combatir la alzheimer, y estoy segura de que funcionan. Sin embargo, parte de razón sí tiene el nonagenario, uno vive si así lo desea.

    Para aburrimiento de la Sra Muerte. Un abrazo

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    1. Aunque el Alzheimer no depende solo del abandono mental de una persona -hay otras razones cerebrales- la ocupación normal toda la vida, dando de qué ejercitar a la mente, es fundamental. Pero eso para cualquiera, simplemente para mantener la capacidad más posible, hacer llevadera la vejez, encontrar sentido en ciertas cosas y mantener la dignidad hasta el fin.

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  3. Que curioso, la muerte siendo tomada por una nueva enfermera.
    Podría explicar porque hay gente longeva, como Kirk Douglas llegó a los 103 años.
    Curioso lo de la muerte desarmada-

    Saludos.

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    1. El viejo contable no quiere darse por enterado. Le suelta lo de enfermera como sarcasmo. El otro día una vecina cumplió 99 años, como su madre llegó a los 104 pues aún le queda recorrido. Pero yo no sé si vivir por inercia a esa edad y sin mayores ilusiones merece la pena. ¿O será que la mayor ilusión sea como la el contable: vivir, simplemente, seguir en ello? Saludo.

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  4. Mori de risa, con eso de viviente confeso, esta muy bueno este cuento, un abrazo desde Chile amigo!

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    1. Confesión de vida, Carmen, como debe ser. La religiosa es otra historia más sinuosa. Gracias y bienvenida.

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  5. Claro, acostumbrada a provocar horror, la actitud del hombre la deja fuera de juego.La determinación es, algunas veces, una buena tabla para flotar en medio de las tormentas, quizás no se sobreviva pero al menos ahí queda la oportunidad de observar el tránsito con los cinco sentidos.

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    1. La determinación no basta, sobre todo cuando se llega a un extremo de deterioro, sea la edad que sea. Dicen que una actitud positiva ayuda -ciertos esotéricos creen que en sí la actitud es medicina, pero se pasan diciendo esto- y es obvio que todo lo que sea tomarse las cosas con cierto ánimo juegan su papel cerebral. Sí, conozco algún caso que otro de conservar los cinco sentidos en una edad hiper avanzada y puedo decir que esas personas murieron con autocontrol, con dignidad, en silencio, en una soledad asumida, como les parieron. Qué suerte. En fin, mejor jugar al juego del Personaje que al hecho como tal, ¿no?

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    1. Gracias por hacer autostop y dejarte llevar en este vehículo, emejota.

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  7. Fáckel:
    dice el anciano de su cuento que:

    "a mí nadie me puede quitar de la cabeza que las ganas irrenunciables de quedarme en este mundo han evitado hasta ahora que me muriera".

    La muerte le ha dicho previamente:

    "Hay personas que quieren vivir y un mal se las lleva, o un atropello, y no digamos en una guerra lo fácil que es".

    Creo que la muerte tiene razón. Vivir más no depende de la ganas que uno tenga de vivir. Seguro que todos tenemos casos que corroboran esta certeza.

    El anciano del cuento se siente ufano y me alegro por él. Ya es suerte llegar en buenas condiciones mentales a la vejez. Si las físicas acompañan, mejor que mejor.
    Salu2.

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    1. Así es, pero ambos tienen razón, ambos expresan lo que su biología les pide, a una cumplir su misión y al otro resistir. Esto es un cuento pero si entrásemos en un debate los puntos de vista se ampliarían y veríamos la complejidad por una parte -los deseos de vivir tienen muchas interpretaciones de difícil rebatimiento- y los hechos crudos y duros de que los cuerpos dependen de infinidad de factores para estar o desaparecer.

      Llegar con buenas condiciones a los cien no es tarea baladí, pero limitada y escasa.

      Saludos de martes.

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  8. Un poco más e intercambian los papeles.
    Si fuera Soria, lo que el anciano vería por el ventanal sería el olmo viejo, hendido por el rayo, que describió Machado... Pero, igual que el nonagenario, sigue vivo, con esos nuevos brotes verdes que anuncian que la muerte todavía anda lejos, visitando a otros.
    Un saludo, Fackel.

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    1. Ojo, que he visto olmos viejos de los que dijeron que estaban en mal estado -aunque su factura exterior no lo representaba- y se los cargaron. Tienes que creer en los técnicos, pero ¿también en los especuladores?

      Mientras el olmo de Machado siga en pie no habremos perdido las esperanzas los españoles. Bueno, ciertos españoles, porque a muchos les da lo mismo. Gracias y salud, Cayetano.

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  9. Simpático y muy sabio el viejito. Indudable que cree tener el secreto de la Vida. Y que bien lo disimula...
    Ves?. La muerte no tiene todo ni tanto poder, y hasta se la puede esquivar...

    Me encantan tus diálogos -tu especialidad- intercalados en ls consideraciones del narrador.
    Verdaderamente extraordinario tu Indómito. Leyéndolo, a mi me da por pensar, que aunque sea o parezca pura ficción y fantasía, pudiera encerrar hasta algo de inexplicable realidad: Desconocemos el extraordinario poder de la mente, su mecanismo, funcionamiento y consecuencias... Y esas "Ganas de Vivir" con sus motivos, pudieran, de alguna manera, ser realmente efectivos... Quien lo sabe?...

    Un buen y feliz día. Fackel

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    1. El viejo es un cuentista, al menos con la Muerte, a la que quiere timar. También te diré que una cosa es esquivar una o varias veces a la ídem. de lo cual doy fe, y otra evitarla para siempre.

      Sí, el poder de la mente, proponiéndose lo difícil, es elevado, pero tienen que funcionar muchos órganos del cuerpo, o al menos no dejar de hacerlo porque sean decisivos. Mientras, sigamos con ganas y hagamos un corte de mangas irreverente al personaje, jej. Buen día y temple.

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  10. Desde luego el contable nonagenario sabe lo que tiene entre manos. Estar al día de lo que pasa en el mundo, hacer operaciones aritmética son buenas estrategias para mantener la mente en forma. La muerte quiere llevárselo pero lo he tan en forma que desiste.

    Este hombre nonagenario no sé por qué pasa el día así pero algo hay que hacer. Mi madre que va a cumplir 94 años se pasa el día activa.
    Pasea un ratito, lee tres horas, hace bisutería otras tres horas, ve películas, está al tanto de las noticias del día. Su mente funciona a la perfección.

    Supongo que estar activo es la clave de la longevidad. Supongo... aunque hay gente muy activa que se muere de pronto...

    Es un misterio todo esto.

    Un abrazo

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    1. Hacer es clave, pero no todo depende de hacer. El cuerpo oculta infinidad de mecanismos que distorsionan y limitan las posibilidades. Pero haya lo que haya hay que seguir conjugando el verbo hacer, ¿hace?

      Misterio es lo que no conocemos ni interpretamos, tampoco se trata de sublimar los misterios. Simplemente admirarnos, estar perplejos, sorprendernos cada día. Buena mirada hacedora.

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  11. Visto como dejabas colgadas historias anteriores, creo que los cuentos, sean estos indómitos, efímeros, psicoeroti-
    cos...se adaptan muy bien a tu estilo.
    Me gustan.
    Por cierto en el cuento del amor, me sorprendió que ella pensara que las arrugas del anciano eran marcas que otras mujeres le infligieron ( manda
    coj–---)

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    1. Anónimo anonimado, el pensamiento es voladero en cualquier persona, lo cual no quiere decir que sea correcto ni acierte, simplemente es eso, algo ocurrente. Hay marcas del sol y el arado, de la enfermedad y del amor, ¿no?

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