En la taberna La gata de angora Emina ha invitado al extranjero a rakia, haciendo un alto en el trabajo. Un nombre muy sugestivo para este lugar, comenta él echando una ojeada al local. Es un lugar apacible, veterano, precisa la mujer. Venía aquí con frecuencia junto a mi poeta muerto. Fue otra época, ¿o fue en otra vida?, y a aquel tiempo sucedió otro más indigno. Hasta que dejó de existir el tiempo mismo. Aunque hay quien dice que se veía venir. ¿Crees que se puede ver venir la muerte? Después de aquello dejó de interesarme la historia, renegué de las creencias, dudé sobre las vidas, ignoré a los hombres. O eso creía yo. ¿Fue la escultura un escondite o el flujo de una habilidad? Puede que ambas cosas. Nunca se sabe en la vida cómo y de qué manera coinciden las circunstancias más adversas para abrir puertas a situaciones imprevisibles. Tú, por ejemplo, apareces y ocupas, sin darte cuenta, mi mundo. Te interesas por mi oficio. Te arriesgas a verme la otra cara, el alma distinta que no suelo desvelar. ¿Podría pulirte a ti tal como hago con la materia bruta? El otro día me di cuenta que sí, pero utilizando herramientas diferentes. Con la piedra soy taxativa, trazo, hiendo, aligero perfiles, redondeo los volúmenes que van saliendo. Con útiles de escultor. Contigo comprendí, así de golpe, que solo puedo aproximarme a tu personalidad desconocida siendo yo la materia y tú el artífice. No siendo la enojosa tallista, no viéndote como una masa, casi obviando tu físico. ¿Será que me pillas en un punto de mi vida en el que no sé situarme? Un estado, más que una edad, en que una desconoce qué suelo pisa, qué paisaje tiene alrededor, qué horas suenan para ella. Una vez leí en una novela de un escritor que nació precisamente donde está ahora nuestra amiga Naida algo que me impresionó. Las mujeres jóvenes sueñan con la vida y creen en las palabras, venía a decir. Las viejas temen a la muerte y oyen entre suspiros hablar sobre el paraíso. Eso lo dice Mesa Selimovic en un relato precioso sobre derviches. Entonces me di cuenta que yo no encajaba. En mí ya no habitan los sueños, y las palabras son desahogos, pero no esperanza. Y el temor a la muerte lo exorcicé cuando él murió, simplemente porque yo moría ya un poco con él. Si la parte menor del paraíso en la tierra me la habían arrebatado con crueldad, ¿puedo ir aún suspirando por aquel otro irreal, que no existe más allá?
Emina calla, abstraída, mordisqueándose sus labios carnosos. Me gusta este rakia de higos, dice mirando el aura del licor. ¿Será porque de niña me entusiasmaba esa fruta? ¿O por la ceremonia lúdica de subirme a aquellos árboles generosos cuyas hojas utilizábamos como platos para nuestros convites infantiles? Frondosos escondrijos que no recuperaré jamás. Las manos ásperas, blanquecinas, de Emina juguetean con el vaso. Quiero esculpirte de nuevo, impetra de pronto al hombre con su voz diferente, la tenue, la temerosa. Sus ojos sumisos, suplicantes, entregados a los extrañados de él. El extranjero coloca sus dedos sobre los dedos de Emina, midiendo las palmas, contrastando texturas. enardeciendo su calidez. Hágase, pues, del barro con estas manos a la mujer y al hombre, replica con un tono jocoso, bíblico.
(Fotografía de Inés González)
Triste realidad la que te hace pronunciar estas palabras: "En mí ya no habitan los sueños, y las palabras son desahogos, pero no esperanza"
ResponderEliminarDuras, pero posibles, a pesar de que la necesidad de superar las dificultades y desgracias se llame esperanza en cualquier lugar del mundo. Será también que quiere llevar la contraria a la cita de Selimovic.
EliminarPor más que la escultora talle, el arquetipo representado revolotearía y no soportaría el peso de tanta materia. Lo sabrá? , lo sentirá?
ResponderEliminarQuizás quienes nazcan con cierta predisposición a la experiencia íntima con la dureza material lo conozcan y les pese tanto el hecho de amarla que sientan la necesidad de buscar levedad, o en el más presuntuoso de los casos de necesitar elevarse en busca de perspectiva.
Hay que ver! parece que tus entradas tienen efecto de “sacacorchos” sobre mi pobre recipiente. Sinceramente, no me parece que se me ocurrieran tantas letras juntas espontáneamente!
Creo que es como dices, tientan los contrarios, el que es duro pretende revelarse blando, el frágil presumirá en la tesitura de vigoroso. Puede que que si algo de valor tiene el encuentro amoroso -o su tentativa- es que permite romper los cánones y estereotipos, y ofrece la perspectiva de lo inimaginable o, si se quiere, de lo imaginable in situ por efecto de los estímulos. Otra cosa es que se pueda, se sepa, se quiera.
EliminarLo del sacacorchos y recipiente es divertido, me lo anoto.
Buenos días, Fackel. Gracias por la postal que me enviaste anoche. Un abrazo.
ResponderEliminarDe nada. Siempre es buena noticia saber de la publicación de un libro de poemas. Que siga cundiendo el autoejemplo. Un abrazo.
EliminarCuando las mujeres hablan entre ellas, hay que ponerse a escuchar, porque dicen más que lo que callan. Y son capaces de discutir sin agresividad. Ayer vi un ratito de un debate político con mujeres de los partidos en lid por el voto. Con qué pasión, y nula agresividad pueden hablar.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz finde
Pero ojo, porque se puede hablar con tranquilidad, respeto y tolerancia y, sin embargo, contar mentiras, tralará. O dejarse en el tintero muuuuuchos temas. O dar a entender que tienen planteamientos ambiguos, genéricos, difusos o/e imposibles de llevar a efecto.
EliminarMira, yo creo que por lo general, entre mujeres y hombres, lo mismo me da, se calla más de lo que se habla. Y en lo que se habla hay un lenguaje doble muchas veces. Por lo demás, brindo por todo diálogo que implique armonía, esfuerzo común, interés y calidad -o intento por tenerla- en aras del entendimiento. No estoy convencido de que se vaya más allá pues las formas, los árboles, ocultan el bosque de la profundidad y perspectiva de argumentos.
Por cierto en esta campaña o lo que sea se está viendo cómo exponen, que no argumentan, los canallas, los mediocres y los que desean llevar a la sociedad a la mierda.
Salud y acogedor fin de semana, si nos acogen.
"Me gusta este rakia de higos, dice mirando el aura del licor. ¿Será porque de niña me entusiasmaba esa fruta? ¿O por la ceremonia lúdica de subirme a aquellos árboles generosos cuyas hojas utilizábamos como platos para nuestros convites infantiles? Frondosos escondrijos que no recuperaré jamás."
ResponderEliminarAhí está resumida la esencia de la vida: el valor del recuerdo, el paraíso perdido, la recuperación de imágenes y sensaciones que ya creíamos olvidadas, añoranza de la infancia... Buenos instrumentos para afrontar o deleitarnos con lo que nos ofrece el presente.
Un saludo, Fackel.
También hay que decir que quien más o quien menos tiene recuerdos y se recrea en sus significados. Alguno lo llaman nostalgia, aunque el mero recordar con cierto sentimiento no implica clase alguna de melancolía. Además nunca se puede decir del tiempo pasado que fue mejor en términos exactos. Fueron buenos determinados momentos, situaciones, incluso años, siempre que las necesidades estuvieran cubiertas y nadie nos hiciera la vida imposible. Comparar con el presente también es un uso indebido, a mi modo de ver, porque todo ha cambiado mucho en general y en nuestras vidas concretas. Hay que circunscribir los recuerdos a su tiempo y, eso sí, nadie nos puede quitar el interés por prospectar en ellos. Sin mayores lamentaciones porque el acontecer, sea clemente y misericordioso, o sea duro y perjudicial, tiene sus propias leyes evolutivas. Gracias, Cayetano.
EliminarQuizás entiendo a Emina porque siento y pienso como ella. Quizás, cuanto hago o he hecho hasta ahora, han perdido su entidad como tal.
ResponderEliminarTambién, como Emina, me hallo en un estado en que no sé situarme. Un estado, realmente un estado. Un estado que no es de ahora, sino que ya ha existido.
Saludos.
Y sin embargo el estado existe, tal vez solo dependa del nombre que se le otorgue, o del sentido que veamos en él, o del significado que nos haga situarnos. Simplemente la búsqueda ya gratifica.
EliminarProbé la rakia en mi reciente viaje a Sofía, me pareció fuerte pero me encantó. Hay muy diferentes rakias y si quieres te ofrecen una selección de cinco o seis vasitos con este líquido transparente.
ResponderEliminarCoincido con Emina en la descreencia en las creencias, en los hombres... Mi escepticismo hacia cualquiera que eleve la voz para declarar sus principios me repele. No tengo la escultura para refugiarme como Emina, pero me gustaría hacer algo con mis manos para contener tanta angustia y tanto dolor. Lo que hago es caminar, es lo único que sé, no es lo mismo pero me ayuda a cansarme para dormir mejor en la noche, ese espacio donde las creencias y los hombres se transmutan en algo más hermoso. Mi padre solía decir que él no creía en nada, ni en la paz de los cementerios y he llegado a sentir algo parecido. Bien por Emina y sus manos que convierten la duda y el dolor y la descreencia en representaciones que contienen más verdad que toda la miseria que oímos estos días...
Lo que decía tu padre me ha llegado con su intensidad. Tal vez proyectaba más de lo que sentía. Hay veces en que uno puede pensar así. Cuidado con los próximos días, semanas, etc. O se considera con relativismo cuanto suceda o puede descomponer a la gente más honesta. Pero toda situación lleva implícita su seguimiento acorde o la capacidad de sobreponernos a ella. Tiempos inciertos, pero con la certeza de que la mentira quiere imponerse con todas sus armas.Siempre reaprendiendo del pasado, adecuándonos a un presente que hay que vivir. Bueno, el ejercicio de andar ayuda mucho, quema la sustancia que emita nuestros pensamientos, pero importa apretar las mandíbulas, los puños, controlar la respiración. Demasiada miseria, demasiado canalla.
EliminarElaboras unos textos maravillosos, a nivel literario... Pero supongo que eso ya lo sabes.
ResponderEliminarEs una eficaz terapia poder escribir o esculpir o pintar o crear de alguna forma con lo que nos inquieta en la mente. Y es una bella forma de relación leernos, escribirnos, esculpirnos, pintarnos... los unos a los otros y hacer de los demás una parte nuestra y ser nosotros una parte suya.
Yo sí creo en la paz eterna; lo necesito.
Un beso lector.
No sé, supongo que lo que escribo es parte de entretenimiento y a la vez exploración. Sobre la marcha. Por supuesto que puede obrar como terapia, el blog surgió casualmente hace muchos años sin que hubiera una crisis, simplemente por analogía con otros que escribían y se establecían debates. Pero lo que es cierto que resulta oxigenante, pase lo que pase en uno, en el medio que le rodea a uno y en el país o en el mundo, que todo influye y de maneras imprevisibles. Al intercambiar con otros hacemos nuestras muchas ideas, estilo, visiones, o direcciones hacia las que caminar, y otros puede que hagan lo mismo con lo que reciben de nuestra parte. Todo es intercambio en los variados sistemas de expresión que hay circulando por la Tierra desde las primeras culturas paleolíticas. No se suele crear nada nuevo, pero que se socialice la expresión me parece un logro respecto a tiempos pasados en que parecía que la cultura era muy elitistas, estaba en manos de clanes y castas, y los demás a someterse. Lo que es obvio es que cada cual busca en función de su necesidad, y luego si el azar depara respuestas pues magnífico.
EliminarGracias por pasar y leer, si la ficción y el relato sirven para algo me alegro.
Lo mejor de las bellas obras es que tapan los defectos y las dudas de sus autores, creo yo...
ResponderEliminarAl final, a los artistas, solo les queda su obra, que es lo que importa....
Un saludo
Queda su obra para nosotros, y no es poco. Salud y buen domingo.
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