¿Quién dijo que el tiempo es opaco? Tal vez la destrucción a que someten los hombres -no solo el clima, no solo el transcurso, no solo los cataclismos naturales- a sus propias obras conviertan al pasado en oscuridad. Pero en la medida en que te acercas a cualquier huella heredada -y la ciencia, las técnicas y las visiones modernas de la vida y de la historia colaboran- percibes transparencia. La oscuridad se abre y, si bien no se nos repone todo tal como fue, al menos se nos proporcionan aproximaciones. Alabada sea la ciencia, benditas las técnicas de investigación, admirables los esfuerzos de los que se dedican a descubrir, interpretar y restaurar de alguna manera la memoria de lo que fue y hubo.
Contemplaba tranquilamente hoy mi columna de cristal, lejano regalo de una vieja amiga que sabe de mis manías icónicas, y repasaba los elementos del orden. El ábaco sobre el capitel, rematado este por dos elegantes volutas laterales. La caída del fuste, con sus acanaladuras redondeadas. Y abajo, sosteniendo la verticalidad, los todopoderosos toro y escocia, formando una basa responsable. ¿He pasado con nota mi autoexamen? Más o menos creo que no se me han olvidado del todo aquellos principios de Historia del Arte que nos impartieron cuando ardía el mayo de París pero a su vez descubríamos las cuevas, los poblados y el valor de reconstrucción de las sociedades que poseen cada objeto salido de la mano del hombre.
Mi columna jónica no tiene mayor valor que haber sido un recipiente moderno -¿continente de un licor, de una mermelada, de mistela?- de alguna industria española del siglo pasado. No es precisamente la belleza grácil del Erecteón -en mi columna de cristal su tamaño acortado reduce el armonioso estilo de una columna jónica de verdad- pero me trae un eco del mundo de dioses y diosas de la gran cultura clásica que algunos hoy quieren postergar. Pero, ¿a que está muy lograda la botella? La contribución a enseñarnos los órdenes de la arquitectura griega por parte del fabricante que fuera es digna de reconocimiento. Si Erecteo, uno de esos autóctonos que Homero, Herodoto o Eurípides mencionan como rey de Atenas viera, desde su palacio invisible, el eco transparente del orden jónico representado por una botella de un tiempo que no podría ni imaginar, seguramente disfrutaría como este humilde siervo de aquella cultura aún en vigor.
PD. Hoy se celebra el Día Internacional de los Museos, con su Noche también transparente.
Perspectiva, afortunadamente en aumento, en este caso.
ResponderEliminarPerspectiva no aérea precisamente.
EliminarHoy es un día para aprovechar ¡¡
ResponderEliminarsalut
Una vez hice algo de esa Noche y no pasé de un museo. Me gusta plantearme las visita de otra manera. No me incentiva el producto masificado.
EliminarLos pequeños objetos cargados de evocación a tiempos y formas. Reflexión de la mirada que se posa en él. Un buen post sobre ese objeto y la propia historia.
ResponderEliminarUn abrazo y porque gozaras de museos de noche. Feliz domingo
Me gustan los objetos por dos motivos: por el recuerdo de cómo han llegado a mis manos y por los significados ocultos, o no, que tienen detrás, o dentro de sí.
EliminarPasé de la noche museística, mi museo fue el sueño, por cierto.
Buen repaso del orden jónico. No te olvides del éntasis, ese ensanchamiento leve y voluptuoso que imprime tensión y movimiento al fuste, como vientre de doncella en flor.
ResponderEliminarUn saludo, Fackel.
Qué símil, Cayetano, qué ejemplo el de la doncella en flor, me gusta, me pongo a pensar en ello. Salud para el domingo.
EliminarParece una botella de esos licores imposibles que caen tras un viaje. Cada recuerdo perdura mientras lo que evoca sigue emocionando.
ResponderEliminarEn vez de museos fui al cine, cayendo en la trampa de una peli muy comentada en Cannes que no pienso recomendar.
Un abrazo.
Tengo que indagar sobre la botella, sí. En efecto, son las emociones las que atizan y mantienen los recuerdos, si no ¿de qué? Cuántos objetos hay que no recordamos cómo nos llegaron...
EliminarPues Alfred, no comentes la película, pero dime el titulo para no caer en la mala tentación de ir a verla.
Un abrazo.
https://alfredcomerma.blogspot.com/2019/05/dolor-y-gloria.html
EliminarAjá, te leo.
EliminarLa botella está tan lograda como el texto. A mi, particularmente, me gusta el c.de swarosky por su destello y el de murano por su colorido.
ResponderEliminarAdriana
Exquisitos sus gustos, Adriana. No dice usted nada. Hay fábricas del bello arte del cristal por muchos países. Los nórdicos europeos hacen modelos muy creativos. Una vez visité una fábrica en Bohemia. Me llevó el valeroso soldado que procuraba escaquearse de todas las situaciones. Siempre me quedo boquiabierto por el nivel del oficio.
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ResponderEliminarClaro, imaginar una botella que dentro de un libro trae un mensaje a través del cual y siguiendo lo que en él se indica partimos hacia...
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EliminarPor supuesto que el mensaje oculto que cualquier botella -o escultura o cuadro o mirada callejera- traslada.
EliminarBuen motivo inspirador este regalo para conmemorar "El día internacional de los museos" con tan significante y curiosa columna jónica, envase de licores y otros néctares o presencia incólume de emociones y recuerdos.
ResponderEliminarEn lo tocante a este clásico estilo arquitectónico e incidiendo en lo que ya ha comentado Cayetano, dicho estilo, en el capitel se tallaron volutas en ambos lados, que imitaban el peinado de las mujeres de esa época y que caía en bucles a un lado y a otro de la cara.
Yo también opté por caer en brazos de Morfeo en la noche menos indicada para visitar museos.
Un saludo.
La evolución de los órdenes griegos fue imaginativa y proporcionó soluciones más esbeltas, si bien más mixtificadas.
EliminarLa noche de los museos puede ser espectáculo, pero prefiero ir en otras horas al encuentro de lo que hay dentro de ello, que es muy plural y hondo. No me siento identificado con el visitante-masa. Saludo, Estrella.