"...y ya, antes que yo llegue a alguna meta,
aún no desengañado
me ligas a otro sueño".
Giuseppe Ungaretti, Sirenas, de Sentimiento del tiempo.
¿Dónde aprendiste a remar? La pintora de cálices, que no es de meterse en la vida de los demás, interroga a Naxos. De niño, responde él, mi padre me llevaba en su humilde barca a la pesca de cada día. Mientras remaba me decía: te enseñaré este oficio, tal vez algún día te sea útil y no solo recuerdo de la infancia. Ya ves en qué acabé, no solo en pescador, sino en un hambriento de aventuras, y ríe con mesura. Thera conduce al joven hasta un vasar donde se secan las últimas obras que han salido de sus manos. He terminado un kylix para ti, dice con voz tímida. El cáliz es esbelto, las dos asas producen un vuelo proporcionado, los colores son vivos y se compensan y las imágenes, estilizadas y pletóricas de movimiento, casi saltan de sus paredes. Es muy bello, no sé si me merezco un trabajo así, dice el joven emocionado. En el fondo de la pieza una mujer de pie sostiene la cabeza de un joven que la mira arrobado y que ha dejado a su lado un remo. He pintado otras veces a hombres con una lanza o un escudo, o brindando en una fiesta, o participando de una orgía. Hubieran estado o no en alguna clase de gesta me lo pedían. Ya ves, las obras son de encargo y no todo lo que se reproduce en ellas es auténtico. Pero muchos clientes se sienten poseídos por la apariencia. El tema guerrero es lo que más piden. Combates con enemigos imaginarios o con personajes mitológicos, como si ellos quisieran formar parte de la cosmogonía de los dioses y de los héroes. Pero tú eres hombre de paz y sé que no te agradaría ni lo sublime ni lo bélico. Podría haberte dibujado solo, y créeme que dudé, pero sé que también eres un hombre de amor. Thera baja la mirada, luego hace girar a Naxos para que contemple el exterior circular de la copa. En ella se ve que un hombre maduro es conducido en una barca; dos remeros, una mujer y un hombre, le acompañan. Naxos cree interpretar la escena. Está reciente la muerte del anciano ciego, has estado muy oportuna, dice el remero. Oh, no, Naxos, no se trata del ciego, no se trata de nadie, o bien somos cualquiera de nosotros. No veas ahí una escena de muerte, sino algo más valioso y esperanzador, la imagen de navegación por la vida. Pues el destino más valioso no es llegar a donde nadie habita, sino soportar el oleaje de cada día, la aventura de vadear lo ingrato y la felicidad de acoplarnos al placer pasajero. Te regalo el cáliz con una condición: que solamente lo utilices cuando tengas la sensación de haber obrado bien. O de haber llevado a buen término un trabajo laborioso y constante, por ejemplo. De haber aportado con sinceridad, poco o mucho, a los tuyos, y no olvides que ahora nosotros somos los tuyos, el esfuerzo y la mirada nueva sobre las cosas. Cuando bebas de esta copa beberás de la vida sencilla. Libarás la sustancia que merece la pena. Naxos le corta audaz. ¿Está incluido en esa condición el poder beber de ti? Eso depende de lo que busques en mi copa obsequiosa, contesta Thera sin rubor.
Ambos se han quedado mirando el cáliz, oliendo los últimos barnices, disfrutando con ligera perturbación las representaciones imaginarias.
(Fotografía de Ata Kandó)
En mi tierra, esto se llama "tirarle los trastos" o "los tejos" a alguien. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid...
ResponderEliminarUn saludo, Fackel.
Pues tal vez, más o menos helénicamente. Saludo, Cayetano.
EliminarEn las obras por encargo, el cliente pide al artista que refleje en ellas sus manías, sus delirios casi siempre de grandeza o su deseo de emular a los dioses. ¡Vanidades que pagan con su dinero!
ResponderEliminarOtros, los más poderosos, encargan al artista que les represente en medio de una batalla épica siendo ellos, los pagadores, los héroes que todo lo pueden.
Ahora hemos conocido el caso de un futbolista, de estos que tienen tantísimo dinero, que ha encargado una reproducción de la Santa Cena de Leonardo, sustituyendo la imagen de Cristo que aparece en el centro del cuadro por su viva imagen de futbolista triunfador.
Salud
Abrazos
Pero esa actitud de ricos y nuevos ricos ha existido siempre, ¿verdad? Una de las estatuas de los apóstoles de Notre Dame ofrece la cara ¡de Viollet le Duc!, el super restaurador del XIX. Si revisáramos la historia de las artes plásticas veríamos que desde las primitivas culturas urbanas ya existía el encargo: de mandatarios, personajes notables, la clerecía, etc. La fachada del Colegio de San Gregorio de Valladolid ofrece, además del canto sublime a la Monarquía española (Isabel y Fernando) la exaltación con apariencia humilde de Fray Alonso de Burgos, promotor del Colegio. La iglesia de la Magdalena de la misma ciudad tiene una fachada con un escudo monumental, el más grande que se haya visto en fachada alguna, de Pedro de Lagasca, virrey del Perú y arzobispo. Y eso por citar ejemplos que veo con frecuencia, pero hay infinitos.
EliminarLo de ese futbolista no lo sabía, el ego no tiene límites y la majadería se multiplica. Neo ricos.
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...
ResponderEliminarDesde el fondo del agua
-desde más allá de ella-
una mujer observa.
Su mano, a ras de superficie,
acaso invoca un roce,
acaso toque el cáliz
en una proximidad tan terrosa
como intuitiva.
“Naxos: bebe de la torsión
imperecedera de este oleaje,
refresca y sacia el calor de tu aliento,
¿no ves cómo habitas las olas?
¿no ves cómo sus labios
balbucean tu cuerpo?”
Diría la mujer estas palabras,
diría danza junto al límite
del ciclo de las horas:
Ahí tu silueta
no es carne de ti mismo,
se labra fiebre a fiebre
en el transcurso extenso del lenguaje
que se perpetúa en las formas.
[siempre agradeciéndole la belleza, Fackel
también la inspiración originada que, cómo no, es por y para usted, por y para Naxos]
Un abrazo, una lluvia, un río, un mar
eme
Vaya. Este tipo de aportaciones poéticas, inspiradas, ¿continuadoras?, por el relato son siempre bienvenidas. Y la calidad de los versos no tienen discusión, gracias mil. Trasladaré a Naxos y su mundo este poema. Los sencillos y rudos remeros son receptivos a la belleza como cualquiera.
EliminarMe gusta eso de navegar porque es novedad continua, ya sea en un rio o en la mar, nunca navegas por las mismas aguas.
ResponderEliminarLo de las personas que quieren reflejar de algunas formas o poses, en no pocos casos se corresponden con el dicho aquel:
"Dime de que presumes y te diré de que careces..."
Un saludo
Acuérdate de Heráclito, que para decir aquello de las aguas por el río navegaba a su manera. Observar también es una manera de navegar. Y ya sabes que hoy se lleva mucho lo de mirar la estela aparente cuando se surcan los acontecimientos y no se está pendiente de las dificultades de la navegación. Así está el océano humano. Salud y gracias, Temujin.
EliminarEl cáliz merece un sorbo; brindemos por el magnífico texto y la exuberancia poética inspirada de Eme.
ResponderEliminarAdriana
Naxos corre el riesgo de embriagarse, ¿o tal vez Thera? Gracias.
EliminarPoética la idea de un cáliz que nos represente el fruto de haber obrado con bien. Llego aquí por primera vez desde el blog de Dana. Saludos.
ResponderEliminar¿Y quién mejor que una pintora de cerámicas para representar sus variadas lecturas? Gracias por llegar y leer, Taty.
EliminarMe encanta el texto porque entre la guerra y los conflictos, antepone en la figura del cáliz, beberlo para el bien; por ello hay que sortear los embates y dificultades en la vida. No dejarse llevar al camino de la destrucción y el mal. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarTal vez sea tarea imposible, pero que por intentarlo, ¿no? Tan antiguo como el recorrido de la especie. Gracias, Carlos.
EliminarEl misterio está servido en el elixir de un cáliz, de su ambrosía se paladea este escrito.
ResponderEliminarAbrazos!!
Y además que los kylix griegos eran de una armonía estética y práctica grande. Se compartían. ¿Será ese compartir lo que concede misterio? Gracias por leer, Rosana.
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