"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 27 de enero de 2019

Naxos. El jardín de los poetas




"Quédate frente a mí como un amigo
y despliega tu gracia ante mis ojos".


Safo de Mitilene, Quédate.




Qué agradable es este lugar, exclama Naxos. No el lugar en sí, puesto que este antiguo jardín, con sus parterres y paseos, son ahora unas ruinas. Sino por vosotros, que me hacéis descubrir la belleza de las palabras cuando no se utilizan para la imposición ni la violencia. El grupo al que se dirige el joven remero suele congregarse a la luz de los cantos y de la complicidad. Aquí nadie vivimos de la poesía, puntualiza Thera. En todo caso la poesía vive por nosotros, salta sin remilgos Ikaria, que adorna sus sienes con anémonas y narcisos. Naxos, que no es ya el hombre rudo que ha dejado atrás el pasado, tiene su opinión. Nadie debería hacer negocio de la expresión de la sensibilidad, ¿no os parece? Thera no está de acuerdo del todo. Entonces, ¿de qué viviría yo si no me dedicara a ilustrar los vasos? Ya sé que gran parte de los que los compran lo hacen por las escenas novedosas, pero ¿no están sacando de sí mismos, con su contemplación, al menos una pizca del hombre emotivo y sensible que llevan dentro? Tal vez mis cálices les transforma y no solo les gratifica sino que se muestran más comprensivos con los que dependen de ellos. El loco Alónnisos escucha con placer el debate. En mi periplo conocí a una poeta muy culta que había huido de su tierra. ¿Quién que no pretenda renegar de su sensibilidad, si no ve manera de darla salida, no se exilia? Pues bien, aquella mujer y sus acompañantes no traían consigo bienes ni guerreros que les defendieran, sino el saber de sus conocimientos y el método de preservarlos y seguir poniéndolos en práctica. La pintora le interrumpe. Esforzarse en conocer ya es un ejercicio de sensibilidad, no solo meramente curioso. Pero, ¿has pensado, Alónnisos, que muchos que disponen de conocimiento y lo utilizan sin embargo para su enriquecimiento particular o para creer ingenios de guerra, parece que carecieran de sensibilidad alguna? Porque la sensibilidad no solo implica que tú captas la naturaleza y te comunicas con su belleza, sino que debes cooperar para transformarla con bondad y rectitud. Y esta ciudad devastada es de por sí un ejemplo de lo más mortífero que tiene la sensibilidad y el saber, la violencia desatada. El orate no deja de dar muestras de su complacencia con aquel diálogo a varias bandas, y lo hace saber. Es curioso lo importante que es la transmisión de las experiencias, base del conocimiento y de las técnicas, sin duda, y cómo exige prospectar constantemente para mejorarlo. Ahí la poesía, que es una expresión filosófica pero por otros caminos, cómo diría yo, más individualizados, debe jugar un papel paralelo. Es lo que me enseñó aquella mujer poeta, poeta del espíritu pero también poeta de la retórica, de la geometría y de las artes que hacen converger el conocimiento. Sin ella, sin otros como ella, no estaríamos ahora nosotros debatiendo, con gusto e interés, sobre los territorios que vamos robando a los dioses. Si es que esos dioses han tenido alguna vez territorio propio y creaciones que pensaran en los humanos, dice la chica de las flores con una osadía que es bien acogida por los reunidos.

Alónnisos, mientras participaba de los argumentos de unos y otros, ha pergeñado apuntes. De pronto interrumpe la charla. Dejadme que sea práctico ahora mismo y que vaya, como loco que soy, más allá del debate. Se me han ocurrido unos versos. Si os parecen objeto de disfrute, probad también cada uno de vosotros a declamar alguno de vuestra invención:

"Tú, Thera, la de manos que afilan el deseo de los hombres
y pintan atrevidas escenas de amor,
decora una copa para mí
en cuyos bordes otros beban de mi locura".

Bien loco debes estar, Alónnisos, ríe con fuerza la floreada Ikaria. Haces que yo también desee otra al menos tan ingeniosa. 




(Fotografía de Ata Kandó)


8 comentarios:

  1. Un pais en cuya gente habita el arte y la poesía. Seguro sería un lugar de paz, de sana convivencia. Al menos eso quiero creer.
    (No me animo con los versos...)

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿País idílico? No existe ninguno. Y en la trama ya queda claro que es una ciudad devastada, luego ajena a la pax perpetua. Mi opinión es que jamás existió paraíso ni edén ni patria con cien años de paz (seguramente muchos menos) Lo idílico siempre tiene mucho de ficción (acaso todo), de aspiración o deseo, pero nunca estable ni tangible sino circunstancialmente. Y muchas generaciones de la Tierra no conocen siquiera lo circunstancial.

      La poesía es propia de cualquier clase de sociedad, no reflejo de su paz ni convivencia, sino más bien respuesta individual. Que los poetas o admiradores de ellos se reúnan para leer y comentar es una práctica tan antigua como esa misma de Grecia. Ejercicio no cerrado a ningún estamento social pero no siempre accesible a cualquier individuo. Naturalmente hay muchas percepciones digamos poéticas -la admiración por la naturaleza, paisajística o humana, por ejemplo- que solo quedan en percepciones. El desarrollo de la palabra al servicio de esas percepciones abre otro campo, más o menos fecundo.

      Salud, Neo.

      Eliminar
    2. Creo que el loquillo se va a convertir en uno de mis personajes preferidos, me uno a él y le decimos al personaje principal: Naxos entre tanto lisiado eres una bendición, la joven te ofrece flores, la anciana su dolor, la hetaira una noche loca y Thera su creación.
      Atento y despacito cooperas en la reconstrucción, a todos dejas libres navegar en la ilusión.

      Adriana

      Eliminar
    3. Vaya, Adriana, qué ingeniosa; y rima y todo. Me gusta.

      Eliminar
  2. El diálogo. El locus amoenus es el diálogo. Y si tiene unas gotas de poesía, mejor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto. Y si con razonamientos además de poesía, fecundo.

      Eliminar
  3. Quedó así con rima facilona para echarnos unas risas.

    Adriana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se te da bien urdir las palabras. Tal vez también pertenezcas al club de Naxos y cía.

      Eliminar