"Acuérdate de quienes olvidan la dirección del camino".
Heráclito.
Un hombre solo no es un hombre abandonado. Puede sumirse en el desconcierto, la incertidumbre, la indecisión. Puede equivocarse, pagar las consecuencias de una errada elección. Pero siempre tendrá una contrapartida: saber un poco más, aprender a distinguir, reintentar. Cualquier situación que elija, cualquier acontecimiento al que haga frente, independientemente del resultado, le ratifica como individuo que se crece en sus dificultades y busca superarlas. Naturalmente, puede perecer a cada paso. Pero esa condición humana, esa herencia que como hijos del Universo nos limita y aflige, que puede otorgar al hombre un sentimiento de fragilidad también, le hace ser consciente de la fuerza relativa que ha transportado con él. No pesan tanto los bienes obtenidos como la satisfacción del camino andado. He vivido, dicen muchos hombres con rictus de satisfacción en el momento de la muerte. En ese instante inevitable en que la soledad sí que es también abandono. Naxos piensa en todo ello mientras mira en derredor, sabiendo que no cambiará de opinión y no irá en busca de sus compañeros. ¿Es su juventud, que no valora con suficiente conocimiento los peligros, lo que impone la aventura en solitario? Aun sin saber qué le espera quiere hallar a la adivina. ¿Para recibir consejo? Ha hecho un ovillo con sus pensamientos, no cesa de dar vueltas a su determinación. Siempre me habían dicho que las profetisas son mujeres mayores, transgresoras temidas, huidizas de la sociedad y a salvo del compromiso con los hombres, pero la que nos ha recibido, no obstante la distancia mantenida, tenía un perfil más jovial y una voz próxima. Hay algo en ella que me ha afectado y que antes no había percibido de nadie. Pero una adivina, ¿es acaso una mujer corriente? ¿Será su ascendencia de sabia respetada lo que me ha impresionado? Si la encuentro, ¿querrá recibirme o mantendrá esa especie de sacralidad con que se rodean las de su oficio? ¿O tal vez me evitará porque puede temer que yo sea como aquellos que destruyeron la ciudad, su ágora y sus templos? Naxos escala por la ladera, sobrepasa la altura de las ruinas y busca en las oquedades de la montaña que protege de los vientos del interior del territorio. No quiere herir el silencio, no pronuncia nombre alguno, no se mueve con aspavientos. La pitonisa no puede estar muy lejos, piensa, y se sienta a contemplar el océano de tonos brillantes mientras aguza el oído. Cadenciosos y nostálgicos le llegan los sonidos familiares que emite el oleaje dócil.
(Fotografía de Ata Kandó)
Esa pitonisa, o lo que sea, parece existir dentro de Naxos, seguro, pues las percepciones externas, si evolucionan, acabarían decepcionando, me temo. En realidad se trata de un joven sabio más o menos consciente, que promete.
ResponderEliminarTambién parece que el olvido y la falta de sensibilidades diversas cumplen su función anestésica entre humanos, (ej: Las diferencias entre Naxos y sus compañeros) algo harto complicado para pitonis@s
De todos modos imagino que dichos temores e incertidumbres deben ser producto de la observación de una interrogante continua bajo manto personal.
O acaso un joven intuitivo, que escucha a sus sentidos y a la vida aún no lo suficientemente vivida que late en él, sabio está por ver, deseoso de mundo e independiente eso quiere, oveja negra de la tropa marinera de Odiseo que haya su oportunidad de romper con su pre-destino. Quién sabe.
EliminarAmbos se piensan: ella no logra olvidar el magnetismo de esos ojos mimetizados con el mar ¿ azules grisáceos o grisáceos verdosos?, la distancia impidió visualizarlos con exactitud; él,escucha el canto del océano, repasa cada palabra de la mujer... Debe detenerse y despertar a un mundo desconocido...sabe que " un hombre solo no es un hombre abandonado"
ResponderEliminar¿ No era Salinas quien decía " pensarte es tenerte"?
Adriana
Decía eso Salinas, un inteligente poema del poemario "Razón de amor". Qué grande Salinas, qué olvidado, qué completo. En estos tiempos en que cunden millones de aprendices a veces me pregunto: ¿cuántos de estos leen a Salinas, por ejemplo?
EliminarPara solaz y recreo del lector que pase por aquí y no lo conozca adjunto el poema:
"¡Cómo me dejas que te piense!
Pensar en ti no lo hago solo, yo.
Pensar en ti es tenerte,
como el desnudo cuerpo ante los besos,
toda ante mí, entregada.
Siento cómo te das a mi memoria,
cómo te rindes al pensar ardiente,
tu gran consentimiento en la distancia.
Y más que consentir, más que entregarte,
me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas
recuerdos en escorzo, me haces señas
con las delicias, vivas, del pasado,
invitándome.
Me dices desde allá
que hagamos lo que quiero,
unirnos, al pensarte.
Y entramos por el beso que me abres,
y pensamos en ti, los dos, yo solo.
La soledad buscada puede dar muchos frutos, y en cualquier caso equivocarse es aprender, si. No hace mucho leí una cita que decía más o menos: "Un día en el que no has cometido al menos 3 errores es un día perdido" y creo que es la clave para el conocimiento de uno mismo, buscar los errores y corregirlos, o intentarlo al menos.
ResponderEliminarPienso como Naxos que es más peligroso no seguir tu instinto dejándote llevar por la inercia de lo que te rodea, que echarle valor y buscar lo que deseas encontrar.
Y puede que Naxos considere que el sentido de la vida es "sentir" y desarrollar esos sentimientos, asumiendo con ello sus consecuencias. No somos rocas inmutables y ajenas al paso del tiempo, aunque a veces nos gustaría serlo, eso lo haría todo más fácil.
Un abrazo.
Tropezar cien veces en la misma piedra no sé si nos hará más sabios, pero sí que podemos acumular un complejo de frustración importante. Hay tantos factores y objetivos que reclaman nuestro interés que no es fácil tener una actitud de respuesta sencilla ante ellos y encima acertar. Seguir la vida estándar ya no es un camino para mucha gente y más cuando se dificulta la forma de vida. Desde luego que no somos rocas inmutables, pero compartimos con ellas la erosión y la disgregación lentas. Pensemos en ello. ¿Será por eso que siempre me he encontrado tan cerca de las piedras? Saludo y calma.
EliminarTal vez he dado la idea de que no estoy en calma, pero lo cierto es que estoy más calmada de lo que he estado en mucho tiempo, gracias en cualquier caso por el consejo.
EliminarY lo de tropezar un montón de veces en la misma piedra no lo veo excesivamente frustrante, será que soy bastante cabezota y si le pongo ganas a algo no me desamina que no salga ni a la primera, segunda, tercera ... tanto como cien veces, no sé, en algun momento hay que admitir que uno no puede, ji,ji.
Un saludo, buenas noches!!
Oh, no, Ana, lo de calma es una expresión que utilizo en exceso, no era nada relacionado con tu texto, lo siento. Desde que leí que un personaje de una novela de Carmen Martín Gaite decía con frecuencia "calma, mucha calma" adopté el giro. Por otra parte me parece formidable ese tesón en superar cada obstáculo, no cejes en el empeño. Saludo.
EliminarSoy muy literal Fackel, no te disculpes, esa es una peculiaridad mía a la que ya he renunciado a cambiar, ji,ji, que le vamos a hacer, que tengas un buen dia!!
EliminarEs bueno tener peculiaridades, no pasa nada. Igualmente.
EliminarAtracción y miedo ante lo desconocido, tanto en el amor como en la aventura.
ResponderEliminar¿Es que acaso el amor no es parte de la aventura? ¿O es a la inversa?
EliminarLa pitonisa habita en él, en nosotros. ¿Cómo no hacer caso de los augurios e intuiciones?
ResponderEliminarPreferible atender intuiciones que consejos predeterminados (e interesados) Que de todo hubo y hay. Siempre la puerta abierta a sugerencias. Luego, el libre albedrío de valorar y arriesgar.
EliminarSi una pitonisa conoce a un hombre solo, ¿el hombre deja de estar solo? La pitonisa lo es, entre otras cosas, porque ha conocido a muchos hombres.
ResponderEliminarLos hombres solos, por otra parte, son los mejores: con ellos se extingue una estirpe.
No sé si los hombres solos -¿hay hombres que no sean solos?- son los mejores, ni si depende la virtud de ese estado y condición, pero en lo anterior te doy la razón a pies juntillas.
Eliminar¿Tienes un momento? Mira esto: En algunos idiomas antiguos (lemosín, por ejemplo) la palabra talento significaba deseo. En Dante, talento significa lujuria. ¿Podría sugerir que es el ansia de escribir lo que crea la capacidad para hacerlo?
ResponderEliminarSi escribir es ejercitar un cierto tipo de renovación de la vida podría ir los tiros por donde dices. Si en términos fundamentales la vida se debate entre Eros y Tánatos, lo que crea y mantiene vida es terreno de Éros. Incluso la palabra, el lenguaje. ¿Ansia? Naturalmente, como aguijón avanzado del Deseo. Todo lo que no es Deseo es Muerte. El Deseo procura por sí mismo la motivación. Es estímulo. No entro en la canalización de ello para evitar que su insatisfacción se convierta en Tánatos. Cada cual debe saber. Cada ideología -laica o religiosa- que mire hacia su interior, porque en el fondo no se diferencian. Y morales formales de control social y de conciencias individuales sobran.
EliminarEl hombre siempre está solo. Delante de él la eternidad. Detrás de él la memoria. A un lado sus miedos. A otro lado sus talentos, su capacidad, su arrojo. Si se casa debe mantener ese espacio interior. Si permite que la mujer lo invada (es una paradoja pero es así) la pierde. Debe amar desde sí mismo. Incluso a veces no amar para que la mujer lo desee y quiera seducirlo. Si se entrega totalmente renunciando a su soledad pierde. En la soledad surge la creación y el deseo. Para la mujer es parecido. Puede entregarse totalmente en momentos de arrebato, pero no siempre. Para ser amada y deseada debe mantener el misterio que habita en su soledad.
ResponderEliminarEl énfasis moderno en la comunicación, en contárselo todo dentro de una relación sentimental, de una amistad o de una familia parece bien intencionado, pero es baldío. Si lo transparente mata el misterio surgen el vacío y el aburrimiento. Las personas más carismáticas no son las que solo callan o las que lo cuentan todo. Son las que emiten las palabras adecuadas y callan lo que no aporta nada. Los sincericidas no triunfan. Los sincericidas terminan siendo crueles.
Las pitonisas te ponen frente a ti mismo. Han conocido a tantas personas que nada les es ajeno.
Los sincericidas. Me gusta el término. Pero ¿quién no es o no ha sido alguna o muchas veces un sincericida? Somos sincericidas hasta con nosotros mismos, ¿no crees?
ResponderEliminarTu párrafo primero tiene ecos de un manual de uso en vigor, lo cual me satisface. Es que es o debe ser tal cual indicas. Yo podría entrar a precisar conceptos que veo de otro modo. Por ejemplo, si delante del hombre hay eternidad: por supuesto hay la eternidad, que aún no sabemos si es absoluta o relativa, del Universo, pero ya es de ese caos, no ya del individuo. El misterio -que no es otra cosa, y no es poco a la vez, que ese mundo impreciso e ignoto que llevamos, desconocido hasta que se revela, que son nuestras reacciones ante los estímulos externos, nuestra percepciones desde espacios exteriores, la maduración justa cuando menos lo esperamos de nuestras propiedades íntimas- habita en la soledad íntima de cada individuo, sea mujer u hombre. Sobre amor y deseo no sé si dos personas se pondrían de acuerdo en definirlo. Aún no lo tengo claro y eso que ha llovido, ja.
El intercambio de vidas anteriores tiene su interés, pero puede acercar o puede rehuir. Hay gente que prefiere amar a ciegas. ¿Es mejor amor este o se trata de una buena y atractiva entrega? Hay de todo y el tema es largo. "Las personas más carismáticas no son las que solo callan o las que lo cuentan todo. Son las que emiten las palabras adecuadas y callan lo que no aporta nada." Muy bien dirigida la reflexión, pero qué difícil es encontrar este tipo de personaje, incluso a veces lo tenemos delante y no lo aceptamos. Qué bien piensas.
Todos hemos sido sincericidas. A veces mucho. A veces poco. ¿Y? ¿Nos ha servido de algo? No. El sincericidio mata el amor de pareja. Pero hay que ser franco, no mentir. Sí, pero sin herir. Y solo cuando sea indispensable. En la amistad creo que ocurre lo mismo. Encontrar el equilibrio no es fácil pero creo que es la clave de unas buenas relaciones.
ResponderEliminarY aun así puede que pierdas. Incluso así a veces las relaciones son como jugar a la ruleta rusa, peligrosas. Otras son tan previsibles que te aburres. En fin... que es muy complicado todo...
¿Sincericida con uno mismo se puede ser? Claro. Si te cuentas todo a ti mismo de un modo absoluto, sin eufemismos es fácil llegar a la depresión. A veces no tenemos otro remedio que edulcorarnos el relato que nos contamos a nosotros mismos para poder seguir adelante y sacar nuestros recursos interiores.
Las pitonisas conocen los recursos del tiempo. Las malas te pronostican desgracias o eventos de fortuna. Las buenas te hablan de tus recursos psicológicos y te ayudan a remontar el vuelo, como el Ave Fénix.
En la soledad bien vivida está el campo de las posibilidades.
Impecable argumentación, la rubrico.
EliminarLa pitonisa...¿tal vez aquella de una de mis series en el blog? La de Naxos.