"...yo fui el mundo en que anduve, y lo que vi
o sentí o escuché venía de mí mismo;
y me encontré a mí mismo más real, más extraño".
Wallace Stevens, Té en el palacio de Hoon.
Esto es lo que queda después de que una ciudad es asolada, reflexionó Naxos. Pero esta gente quiere sobrevivir. Necesita sobreponerse. Las ruinas acabarán sepultadas, los hombres y las mujeres pueden ser recuperados cuando todos estos adolescentes crezcan y tomen las riendas. ¿Bastará el esfuerzo y el relevo de generaciones? ¿Qué deparará el azar a esta ciudad apagada? Si yo buscara la comodidad o al menos la atracción de urbes pujantes debería irme, como hicieron mis compañeros. ¿Qué me retiene aquí? Estas gentes me toman por un remero pacífico, sin embargo ignoran que también me prepararon para la ocupación de aldeas o puestos de vigilancia costeros. No tengo las manos manchadas con la sangre que vertieron mis jefes, pero he sido cómplice. He coreado sus triunfos mezquinos, me he aprovechado del botín, he ido relatando como gestas lo que solamente era pillaje. Pero en las horas de reposo me avergonzaba de no haber reaccionado contra mi sino. Ahora que compruebo las tropelías que otros, otros no muy diferentes a los nuestros, cometieron con esta población, pienso en aquellas noches en que me acechaba un oscuro bochorno, que me laceraba un arrepentimiento inútil, aunque no podía cambiar nada. ¿No podía cambiar nada? ¿No podía buscar otra manera de vivir? ¿No podía aprender de quienes practican oficios o artes constructivas? ¿No podía, en fin, poner tierra o mar de por medio? Pensamientos de esta clase me asaltaban en mi soledad. En la vorágine de aquella dependencia de los hombres de armas, de los aventureros, de quienes proclamaban que para proteger a nuestro pueblo había que impedir que otros pueblos nos hostigaran, el lado oscuro de mí se inflamaba y cedía a la institución más fuerte. Cuando Odiseo me ofreció partir con él me pareció que se abría una luz en mi negro desasosiego. Toda aventura implica también uso de fuerza, si es preciso, pero no se mostraba como objetivo la dominación y el sometimiento sobre otros. Pensé: este viaje con Odiseo va a ser diferente, aun sospechando que hay monstruos y manifestaciones no expresamente humanas que surgirían para entorpecer la ruta. ¿Estaría también Odiseo harto de disciplinas, acciones de castigo y sufrimiento de propios y ajenos? ¿Buscaba un destino distinto al de sus orígenes, esperando revelaciones o confiando en los dioses? Sin embargo, alguien como él, que había sido un guerrero nato, jamás se quita el estigma. Y dentro de sí se debatía el hombre feroz junto al hombre de ingenio, el personaje que nos exigía a todos y el que con su determinación nos salvaba llegado el momento de los peligros. ¿Soñaba Odiseo con su futuro y nos condicionaba a los demás, arrastrándonos a una suerte incierta? A medida que los días pasaban y la navegación se convertía en una condena, yo necesitaba desprenderme del ilusorio plan que él nos marcase. No veía mi futuro, ni con él ni con mis compañeros ni con aquellas aspiraciones vagas pero apasionadas que él metía en nuestras cabezas. Hoy aquí, entre esta gente, me dejo llevar. Con su sencillez hurgan en mis sentimientos, con su compasión aprovisionan mi recóndita fecundidad. ¿Debo verme en mi honda desnudez, como recomendó la adivina, para reponerme del pasado?
(Fotografía de Ata Kandó)
De momento un Naxos con cierta experiencia y maduración piensa, siente y discierne con voluntad de elegir adecuadamente en cada circunstancia en lugar de dejarse manipular como en el pasado, claro que primero debió experimentar esas ataduras que atrajo hacia sí inconscientemente para aprender a elegir mejor en el futuro.
ResponderEliminarSeguro que elegirá consecuentemente si las fuerzas y las circunstancias le acompañan. Que se desnude ante sí mismo si lo desea, podrá resultar doloroso pero mejor que se cubra ante una sociedad antropófaga y tenga cuidado porque esa antropofagia resulta muy superior a la simplemente física.
Es que ser joven y haber tenido un panorama de forzudo en una trirreme tuvo que ser como para madurar, y es en las circunstancias de ruptura y de contraste cuando más se curte una personalidad, pero siempre arriesgando nuevos desafíos. No nos creamos los de edad avanzada que nos las sabemos todas y que ya estamos de vuelta total; probablemente nos acechen tentaciones selectivas que no sabríamos cómo afrontar en plena etapa vita de resistencia per se. Buen día, no amanecido aún y muy pluvioso.
EliminarAh, lo de la antropofagia me lo estoy pensando aún.
EliminarA propósito de la lluvia como cuestión de fondo, por motivos enlazados a ella mi tiempo habré de dedicarlo a reparaciones y movidas diversas de índole físico, por lo cual difícilmente me asomaré a la red, la corriente de la vida que me arrastra, hermano, y el tiempo por aquí se cuenta de 24 en 24. Que la climatología ampare!
ResponderEliminarMalo sería que la corriente de la vida no nos arrastrase, pero eso sí, que las reparaciones te hagan llegar al final sana y salva. ¿La climatología? Pero si es algo fake o poco menos, ¿no? Ya lo dijo el ínclito Rajoy que le había dicho su primo, etcétera, jaj.
EliminarGracias, miedito me entra solo de pensarlo, luego en el fragor de las batallas solo peleo sola.Vamos, lo normal hasta la fecha y procurando no enfermar lo cual también lleva su tiempo sin asistencia de medicamentos, ay.
ResponderEliminarFake? Rajoy? qué cosa es eso? Mientras no se trate de “especialistas” me conformo!!!!!!
Nada, una ironía mía, por aquello que el expresidente tuvo la ocurrencia de poner en cuestión o, mejor dicho, negación sobre el cambio climático, no tiene mayor interés.
EliminarSobrevivir un encierro de trabajos forzados y otras penalidades, te mata pronto sin aprender o te mata tarde con todo aprendido, pero sin gozo por la vida. Sabemos que Naxos pasó por aquí con demasiada carga y poco gozo.
ResponderEliminarEl destino de un Sísifo cualquiera, supongo. ¿Cómo cuantificar los gozos y las sombras de la vida?
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