BAJAS CON PASO FIRME y ágil las escaleras del faro. Aprehensión refleja del medio. Simbiosis. Tu cuerpo ejercita una infinita torsión y a cada peldaño que desciendes vas percibiendo el impacto de una pérdida. De pronto te detienes a medio recorrido. Algo, alguien, una fuerza indeterminada te sujeta para que no avances ni retrocedas. Te preguntas si la escalera helicoidal no será sino una variante más de calendario que acumula tiempos transcurridos, sin que precise los que te quedan por andar. En ese momento, justo en el punto de tu parada te encuentras con una mujer que sube hacia la terraza donde gira el fanal. No duda como tú. Viste con una clámide blanca que le otorga aire de amazona. Al principio te ignora, luego sonríe y te pregunta: ¿vas a quedarte ahí? No puedo ir para atrás, pero tampoco deseo avanzar hacia mi destino, le respondes. Pero uno no puede permanecer en el mismo punto, eso sí que provocaría una caída fatal, te sugiere. Luego continua subiendo; te quedas mirándola hasta que la pierdes de vista. Te has sentado en un escalón. En medio de tu confusión recuerdas los versos absurdos de aquel vate eólico: No os propongáis metas extraordinarias que no os llevarán a ninguna parte / y así no tendréis que echar en falta lo que se va dejando atrás / más bien deteneos al borde del camino y contemplad la luna o la asombrosa luz de unos ojos. Pero el poema te aturde más.
(Shadi Ghadirian, fotografía)
He leído por ahí que se espera un inminente y largo eclipse lunar, tierra mediante.
ResponderEliminarRespecto al texto: todos caídos de algún modo u otro y sin remedio, solo que el vértigo de la consciencia acosa a los más despiertos.
Original imagen: una tela de araña muy explícita y bien medida.
Ya sabes, algunos nacen con eclipse y otros eclipsados (emulando lo de las estrellas) Aunque otro refrán dixit que a todo "astro" le llega su sanmartín.
EliminarSabes qué te digo. Que procurar que la bajada sea lenta, pararse y resistirse, y sobre todo evitar caídas; aunque todo eso bien lo sabes. Y das en la diana: el vértigo de la conciencia, que es aliado o reflejo de la racionalidad, no coopera con la sensibilidad emocional muchas veces.
Hacia el eclipse vamos, seguro que tú puedes ver la luna sangrienta mejor que yo bajo el paraguas del smog.
No te lo creerás pero paso del tema. Tenía muchas gestiones que realizar y a esa hora me pilló “trabajando” bajo techo. Utilizó lo que se para cuestiones prácticas, terapéuticas y para mejorar supervivencia. Circunstancialmente estuve realizando un par de gestiones pendientes “a escondidas”, pero no a propósito de la cuestión lunar sino por pura conveniencia temporal. Luego, si me apetece, me asomo al cielo y cotejo, pero siempre a toro pasado, por mi bien. Buen tiempo y salud!
EliminarMe identifico con tu actitud. Además, todo lo que viene aireándose por los media y por las redes me sustraen interés. Prefiero someterme al azar, entonces la percepción es más sabrosa y auténtica, ya no me fío de tanto show. ¿Dónde queda aquella búsqueda personal, silenciosa, casual de la naturaleza y de los otros? Paso también del bombo y platillo del espectáculo. Arriba la individualidad que se deja llevar y que, sin embargo, halla.
Eliminar“Pozzi”
EliminarAh, mira, no había pensado en la luna reflejada en el pozo.
EliminarDe qué sirve sentarse a contemplar pensando que las metas son extraordinarias e inalcanzables? Mientras exista una minima posibilidad hay que intentarlo.
ResponderEliminarAparentemente suena a pensamiento retrógrado, pero las rutas del descenso no suelen tener muchas salidas. El instinto de supervivencia dice siempre que todo hay que intentarlo, el tiempo y el estado de cada cual decide.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPoema borgiano con ecos de Esopo.
EliminarMoraleja: eleva la testa de vez en cuando, humano que mira solo el suelo, y abandónate a los sueños.
Gracias por el poema.
Gracias a ti por todo.
ResponderEliminar