"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 30 de julio de 2018

Deriva de la voz en off




















¿CON CUÁL de los dos rostros me miras?, preguntas airado. No soy yo quien te mira, contesta la voz en off, sino tú y tu disímil simetría. (Tras la apariencia de la imagen solo hay una oquedad mal disimulada donde reverberan palabras insignificantes, se escabullen los argumentos pergeñados, se exageran las risas condescendientes, enmudecen los llantos. Apariencia)



13 comentarios:

  1. Al contrario, yo veo la oquedad  simulada, no disimulada. Y el hueco blanco desasosegante en su pretendida apacibilidad me hace cubrirlo con el dedo. Y recupera su estado. Debería atarme las manos.

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    1. Ya sabe que las visiones dependen de cada cual, son subjetivas. El objeto, interpretado.

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    2. Debes perdonarme pues te di y te quité tu regalo.

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  2. Amigo excusa mi ironía veraniega, lo cierto es que al haber sido engendrada como animalito de amplias perspectivas y como el paso del tiempo tiende a estrecharlas la imagen que nos ofreces me ha hecho recordar aquel antiguo refrán respecto a la ceguera, la realeza y algún tuerto más o menos feliz, ja!

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    1. Las metáforas son útiles, eso no quita que a veces, según su uso, sean equívocas e incluso dolorosas, y la de la ceguera es una de ellas (no es el caso). Bienvenida la ironía veraniega. Y de esa expresión "Ponerse ciegos", que no es precisamente de carencia sino de exceso, ¿qué me dices?

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  3. Acabas de demostrar con tu interrogante lo equívoco del lenguaje común. Dependerá de la capacidad para “engullir” de cada cual y cómo solo vivo dentro de mi cuerpo no debo juzgar ni permitir juicio parcial alguno respecto a mi persona: una buena razón para defender la soledad intrínseca. “Mi lenguaje” de imágenes circunstanciales y combinatorias mal admitidas por resultar dolorosamente realistas en ”el cual muerte solo sería sinónimo de cambio radical, explicaría mucho mejor tu interrogante.
    Insisto, resultan poco fiables las palabras utilizadas universalmente por trasfondos radicalmente diversos. Para no errar demasiado convendría tener acceso directo a los susodichos y eso dolería demasiado a quien necesite hallar el fondo y las razones de su emisor.
    Sería algo así como “ponerse ciego” a escuchar los pensamientos de los “circundantes” y obrar según propia consecuencia. Ay no nos extrañen las narraciones emocionales de aquellos sabios vejestorios de antaño.

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    1. Creo que errar o acertar no nos debería importar demasiado. Ya es un triunfo conseguir expresar/nos-desahogar/nos-relajar/nos.

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  4. Tienes gran razón, más se plantean grandes diferencias en la manera de llegar a conclusiones semejantes y repetir errores supondría a personas con sensibilidad extrema no elegida voluntariamente, algo parecido a rascar cicatrices. Algo infortunadamente humano.

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    1. A qué grado de complejidades hemos llegado, ¿verdad? (Aunque no son nuevas, late la misma naturaleza de hace milenios, pero hemos avanzado en una complejidad de conductas y comportamientos que no conocían ni nuestros abuelos)

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    1. Natural; es el laberinto mismo.

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    2. ¿Vuelves a llamarme al orden?
      En algún momento sabré comportarme. Lo conseguiré. Palabra de tuareg.

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    3. Pues sí, pequeño Fackel, sí haría un mus. O un truc. O un crucigrama. O un sudoku. O simplemente hablar. Aquí, en el que ha sido mi refugio incluso a tu pesar resoplo como un búfalo y no puedo dejarte ni un beso ni un abrazo porque ahora yo los necesito más. En un par de horas me habré ido. Que no se me olvide: Da igual si no me quieres perdonar.

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