MIRAS la luna en su fuga del amanecer. Serena, lenta, difuminada.
(Nostalgia de la noche, se afianzan los destellos primeros)
La claridad del día: ¿dominio o traición? La sombra cubre tu cuerpo y lo llamas despertar. Pero aquí los hombres, caprichosa deriva de otros comportamientos del caos, nos cegamos con la luz.
Maestro, ¿es la luna?
No, no es la luna, solo es un brote.
Maestro, ¿esto es lo que se llama claridad?
No, no es claridad, sino la negación de la noche.
Maestro, ¿por lo tanto es la noche?
No es la noche, es nuestra sombra.
Tanto reclamar lo real, maestro, ¿y solo se trata de nuestra sombra?
Así es; la sombra y su dolor.
(Max captó el paso fugaz de la luna a través de la ventana)
Ante las sombras, este poema de un poeta que me conmociona.
ResponderEliminarSiempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo —esto es un don—, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.
Claudio poeta es un don, sin duda. Gracias por traerlo por asociación de ideas.
EliminarQueda luego la piedra. Su imposible equilibrio. El equilibrio de la piedra sola que ha resistido la erosión del viento, el desmoronamiento cierto de la vida. No podemos tocarla, no podemos interrumpir el hilo de su voz que habla con la otra piedra, arriba, de las cimas.
ResponderEliminar¿Y el hombre?¿Qué hace aquí el hombre ese ser fortuito, entre las afiladas hojas del agave, perdido o puesto ahí, sobre el fiel animal que lo transporta, igual que en un museo, muerto o reconstruido?
José Ángel Valente.
Elogio del Calígrafo, Ensayos sobre arte.
Ed. Galaxia Gutengerg
Qué texto tan bello (La poesía haciendo abstracción de la piedra, en este caso, y uno piensa en tantas piedras) Gracias.
Eliminarel nombre de Magritte me recuerda esas piedras monuméntales que pintaba en esos paisajes surrealistas. Esta vez sin manzana, sin pipa, pero para eso ya nos dejas la genial foto de Ray.
EliminarGracias a ti
No es solo la foto de Ray, sino que tiene un añadido casual que Max captó en un juego de reflejos. Ya ves, las creaciones siempre son una cadena accidental, como cualquier cosa en la existencia. Esto nos llevaría al tema de si hay originalidad y creación en el Arte, o al menos a revisar conceptos canónicos.
EliminarCabe dudar de todo, menos de la propia sombra: inseparable.
ResponderEliminarJung nos lo dejó claro.
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