Qué truhan estás hecho, solían decirnos de niños benévolamente. Eres un truhan, aún nos dicen cariñosamente de adultos, en una concesión de amistad cómplice. Todo referido a un comportamiento de enredo, de buscar las vueltas con inocencia o de simple manifestación simpática. Nada comprometido y todo muy afectuoso. Pero cuando se mira en el entorno más amplio, en ese ámbito social y político, pasado por la freidora de los medios de comunicación y la publicidad de los partidos, es cuando el enfoque varía, se vuelve más embarazoso y grave porque el vocablo señala actitudes y prácticas que dejan en entredicho a la política, a la ética y a los mismos individuos que medran a costa de ese mundo amplio de la representación ciudadana.
Individuos unos con poder e influencia, además de estar en el meollo del control de la gestión de sus propias organizaciones, que llevan años en los tribunales porque queda en entredicho no solo su comportamiento delictivo personal sino el del propio partido al que pertenecen, y que para más inri moral sigue gobernando. Individuos otros con poder e influencia que se lanzan a aventuras ilegales y trasnochadas para cuestionar -bien en serio, bien de mentirijillas cuando no les sale la jugada- la organización social y política de los ciudadanos, hablando e imponiendo en nombre de todos cuando son solamente parte, que no dudan en arriesgar con la ruina a su comunidad, que comprometen a sus propios seguidores, y luego los traicionan, que tan pronto se van como vuelven, que se disfrazan cuando les interesa y se maquillan de nuevo cuando les parece, jugando a presentarse a elecciones como si nada hubiera pasado.
He ahí dos prototipos de truhanes de nuestros días en la sociedad española. Truhanes sin ideas renovadoras ni revolucionarias. Truhanes solo pendientes de su beneficio, tanto económico como político, porque en la esfera de la gobernación no se distinguen ambos objetivos con claridad. Truhanes a los que, a pesar de todo, siguen ¿inocentes? conciudadanos tanto en la calle como en las urnas, pero ya se sabe que la ceguera es un mal extendido y de difícil cura. Truhanes que, en fin, han convertido la política en oficio de truhanes.
Adjunto dos acepciones que la palabra truhan tiene en la lengua española. Una de hace casi tres siglos que solo ofrece una explicación digamos que lúdica y divertida. Otra, actual, que amplía y precisa la calidad del término. Ya no se trata únicamente de algo meramente risible sino que contiene también la acepción severa. ¿Tanto han variado las pautas y conductas de los hombres en trescientos años? Se confirma una vez más que la precisión del lenguaje acompaña a la ejecución de las obras humanas, buenas o nefastas, solidarias o egoístas, constructivas o desintegradoras. Acaso habría que llamar a las cosas y a las personas por el nombre que sus comportamientos sugieren. Mucha gente en la calle ya lo hace. Al fin y al cabo siempre nos quedará el lenguaje.
"TRUHAN. s. m. El que con acciones, y palabras placenteras, y burlescas entiende en divertir, y causar risa en los circunstantes. Covarr. quiere se dixesse del Italiano Trufa, que vale burla, ò chanza. Lat. Scurra, æ. Ludio, onis. SAAV. Coron. Goth. tom. 1. Año 416. Conjurados contra él, se valieron [r.371] de un Enano llamado Bernulfo, que le servía de truhan."
Diccionario de Autoridades - Tomo VI (1739)
"Truhan, na
Del fr. truand.
1. adj. Dicho de una persona: Sinvergüenza, que vive de engaños y estafas.
2. adj. Dicho de una persona: Que con bufonadas, gestos, cuentos o patrañas procura divertir y hacer reír."
Diccionario de la Lengua Española. Actual.
(Grabado de William Hogarth)
Hace tiempo que la política ha perdido su valor como profesión.
ResponderEliminarSi me llegan a decir que el Durán iba a votar por el Iceta, me hubiera apostado medio jornal y lo hubiera perdido.
Salut
Me quedé con la duda de si debería haber dicho vividores de la política en lugar de vivientes. No todos los vivientes son vividores, que los hay, y tampoco todos los vivientes son truhanes, pero estos son los que están marcando la política ahora mismo.
EliminarSi se hubieran hecho apuestas sobre los cambios de criterio -acaso porque no tuvieron ninguno claro- de los líderes de todas las formaciones políticas catalanas, tan aleatorios, tan de hoy digo A y mañana B, tan de prometer y prometo y luego ahí te quedas masa que me sigues...en fin, que no sé quién se habría quedado con la pela de las apuestas.
En mi "Arcadia feliz" resurgida tras el gran cataclismo personal hay términos y conceptos que tienen prohibida la entrada a mi pensamiento.
ResponderEliminarQue mis últimos años van a ser "sagrados" y como el entorno social y económico se empeñe en amargármelos me largo! Nada es mejor que miseria cuando uno está harto y el temor ya no le debería acogotar.
Creo que voy a seguir tu misma enseñanza. Incluso estoy pensando en dejar de escribir cualquier día de estos sobre todas las gaitas y payasadas que contemplamos cada día. Mira, me lo voy a pensar, sí. Se ve que me he dejado afectar últimamente mucho. ¡Al cuerno, pues!
EliminarHogarth es un satírico inglés muy apropiado para cualquier tema que sea objeto de precisión lingüística, deberías usar más sus imágenes.Qué bonita palabra truhan, ni siquiera es insultante, es tan exacta.
ResponderEliminarFermín.
Fue una gran obra ilustrativa la de William Hogarth, sí, creo que tiraré de ella en más ocasiones. Gracias, Fermín.
EliminarMe uno a las intenciones de Emejota. No merece la pena dedicar tanta energía a un sistema político que alimenta la "clerecía" que controla el poder, como principal y único objetivo.
ResponderEliminarEs posible vivir a pesar de ellos. Gracias, Amaltea.
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