Entre irritantes horas de insomnio se le coló esa noche un espacio no medido pero intenso de sueños. En uno de ellos, que devino en alucinaciones, se veía a sí mismo con diferentes caracterizaciones de sufridores de la historia. Ora de estudiante contra la última dictadura, ora de republicano español, ora de bolchevique, ora de communard de 1871, ora de sans-culotte, y así saltaba hacia atrás en el pasado de disfraz en disfraz. Mascaradas cuyo significado desconocía pero que se pretendían eco de oscuros conspiradores, contradictorios resistentes, obreros traicionados, traidores renegados y salvadores que decían liberar a las masas.
Despertó de aquel delirio agitado y encendió la luz. En su espanto creyó verse revestido de una vestimenta que sugería una amalgama de banderas y escuchar un vocerío de himnos y lenguas, cuya confluencia y significados no logró entender, y que iban in crescendo. Entonces, se dio media vuelta y decidió seguir durmiendo, para conjurar la estruendosa pesadilla que percibía del exterior. Puestos a tener que decidir sobre una patria, elijo la del sueño, se dijo.
(Ilustración de Gustave Doré)
Lo malo es que hay noches que la pesadilla sale del sueño y no hay manera de reconducirla para que vuelva a su lugar inmaterial.
ResponderEliminarAsí lo siento yo también. Cuestión de tiempo.
EliminarY ahora me viene a la memoria Segismundo..." y los sueños, sueños son".
ResponderEliminarUn abrazo
Son bien jodidos en ocasiones, escribió pero la censura tachó, jej. Salut.
Eliminar