"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 19 de julio de 2017

Bosníaca. Las dudas del narrador de viajes




Entre lo que ocultas y lo que sugieres, Najma, ¿qué debo atender? La ciudad es una ciudad de encuentros, si el viajero se deja. A veces la frialdad de los viandantes es simplemente cautela. Para otros, recelo. La mayoría expectantes o ajenos, en su discreción.  Al proponerme que conozca el barrio desde dentro abres una vía de indagación nueva para mí. Menos convencional, más auténtica. Pero si llego a concluir la guía, ¿interesará a los lectores? ¿Sabré reflejar lo que me había marcado inicialmente? Sin querer me apuntas que me exponga a lo inesperado. Sé que ello me enriquecerá, pero ¿no me desviaré de la intención original? ¿Qué acabaré escribiendo, un libro informativo y breve o un texto anecdótico y ampuloso?  En realidad sé que me hago estas preguntas porque me asaltan las dudas. ¿Únicamente por el trabajo pendiente o porque dentro de mí se suscitan nuevas emociones? Bien, asumo que un viaje siempre es una percepción multipolar, donde conviene tener los sentidos abiertos. ¿Debo entonces limitarme por el plan de trabajo marcado o más bien romper los esquemas y dejarme llevar por lo espontáneo? Ah, esa idea no me disgusta. Crear una guía de lo espontáneo. Una guía que no guíe pero que muestre. Es como seguir el suelo de las calles pero a la vez desviarte, elevándote o sumergiéndote, sobre ellas. Las ciudades no ofrecen a primera vista la imagen de lo que son. Porque no son solamente una imagen, menos una proyección. Aquel dicho de que los árboles no deben ocultar el bosque podría aplicarse a las ciudades. Que la estructura, los edificios, las conurbaciones, las redes viarias no hagan creer que ésa es la ciudad.  El medio nunca es el corazón. Para llegar al corazón hay que soslayar los elementos físicos, aunque transcurramos entre ellos. Incluso hay que penetrar más allá de las presencias aparentes de los pobladores. Atravesar el umbral de los sistemas defensivos humanos, si lo permiten. A pesar de lo que algunas urbes han sufrido, como ésta. ¿Te das cuenta, Najma, que me has hecho concebir una nueva visión?
 
No obstante, consultaré a Alisa.



(Fotografía de Inés González)


6 comentarios:

  1. Viajar sin guías y sin prejuicios. A ver qué nos sale al encuentro. Creo que es una buena manera de conocer otros paisajes y personas, prefiero que me capture lo imprevisible, aquello que no saldrá nunca en una guía para viajeros.

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    1. Hay guías ordinaris de datos para turistas, guías que no son guías sino reflexiones para después del viaje y guía de perplejos. De las primeras abundan y siempre me han insatisfecho. De las segundas va habiendo cosas muy literarias que solo se captan tras haber visitado una ciudad o un país, y destaca un libro extraordinario de un tal Ripellino titulado "Praga mágica" que se entiende tras haber mirado, aunque eso pueda suponer la necesidad de retornar pues no captamos mucho en un primer vistazo. De la tercera clase es volver al pasado, a otra religión y cultura y beber de Maimónides, si bien es enfrentarte con un código judaico de normas que, aunque tiene su encanto cultural, uno no se siente próximo a veleidades donde uno no se reconoce.

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  2. Mi naturaleza intrínseca invitaría a la prudencia espontánea. La versión de la quiosquera se encuentra velada por las opiniones masculinas de la familia, las de la amiga por una situación privilegiada en una sociedad en lento y doloroso declive. A partir de escucharlo todo escribiría una guía interior ajena a veladuras exteriores. Desde luego volver al pasado sería un camino vedado para el presente y nada recomendable aunque para muchos resulte el patrón mas fiable. Craso error evolutivo, pero si es el único capaz de percibirsee y produce felicidad, mientras no moleste, no será incumbencia de nadie, y la evolución dispone de toda la paciencia imaginable.

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    1. Muy buenas sugerencias, me han gustado. Hay que estar abierto a lo que sale al encuentro, pero...hay que elegir y si se puede y sabe con prudencia. Claro, depende del interés y la pasión que susciten en nosotros lo que se nos aparece.

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    2. Un complicado equilibrio Fackel, pues cuando la prudencia nos guía hacia el inmovilismo será señal de muerte en vida.....y lo veo peligrosamente cercano..... cuando la curiosidad nos guia podría inducirnos a la precipitación..... ay hermano ni te cuento la de moratones que se producen, en ello se basarían las religiones entre intereses diversos. Claro que ahora están siendo sustituidas por gafas de realidad virtual. P'al caso!!

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    3. La prudencia no tiene por qué guiarnos hacia el inmovilismo ni a la pasividad. Simplemente a ver y hacer las cosas de manera que no nos afecten, que no perjudiquemos a nadie y que no metamos la pata soberana. La muerte real siempre está cercana, eso es obvio, no sabemos jamás de su beso oscuro. De la muerte en vida no hay por qué, te remito a la frase de Sancho Panza a Alonso Quijano que figura como lema también en mi blog, en la columna e la izquierda. Claro que la curiosidad de niños y jóvenes nos precipitó a tortazos y riesgos sin número. Algunos perecieron en el desafío, otros nos salvamos por el sexto sentido...¿o por un sentido innato de la prudencia y el miedo?

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