¿Cómo escribir una guía de visita de la ciudad que no sea insuficiente y, por lo tanto, falsa? Porque una guía donde se pongan horarios, rutas convencionales y una reseña mínima de los lugares a recorrer a matacaballo no es lo que yo quiero hacer. Sé que muchos visitantes se conforman con eso. Sin embargo también muchos piden más. Para la mayor parte de los turistas será la primera y probablemente la única vez que vengan la ciudad. ¿Buscan el exotismo en el viejo latido de Europa? ¿Tal vez se sienten atraídos todavía por la última sangre, ahora disimulada tras las paredes y bajo el pavimento? Ven las laderas con tumbas blancas y se asombran de su geometría fúnebre, mantienen la distancia con frío pudor y se hacen la tradicional fotografía con aires de conciencia lejana. Ven antiguas casas ahítas de boquetes de metralla y buscan aún inútilmente por el suelo esquirlas de piedra para llevarlas de recuerdo. Luego pasan de largo, como si la fealdad de unos actos cometidos en su día se impusiera a la nobleza del edificio que una vez fue habitado por hombres de paz. Miran el río y no se creen que fuera el mismo que no hace mucho arrastró un cauce de violencia. Admiran la pulcra novedad de la Vijecnica, la histórica biblioteca renacida de la destrucción, ¿y en qué piensan? ¿En el continente, ahora deslumbrante, o en el contenido desaparecido? Contemplan los templos de todas las religiones ¿y acaso reflexionan sobre las disputas a sangre y fuego por el territorio que esas mismas fes han podido alentar? No quiero escribir un libro que escoja sólo el lado negativo de una ciudad y tampoco quiero hablar de la reconstrucción como si fuera una rotura total con lo anterior. Hay que escapar de esa década fatídica sin traicionar su memoria. Y no resuelvo mis dudas, porque ¿y si cada visitante hace su camino desordenado de la ciudad y la descubre a su capricho? ¿No es bastante enriquecedor? ¿No me ha gustado siempre andar por el mundo sin apenas informarme previamente? Aquellos tiempos más locos de juventud en que el viaje era algo sumamente puro: dejarte caer en alguna parte y empaparte sobre la marcha. Los rincones eran tuyos y te dejabas engullir por los nativos. No importaba que te enterases de unas cosas y otras las ignorases, siempre quedaba abierta la atracción benévola de volver a aquel lugar. Pero entonces, ¿qué pinto yo aquí intentando un trabajo en el que acaso no creo demasiado?
Alisa sabe llegar hasta mis inquietudes en el momento justo. Lo que te pasa es que te sientes inseguro, dice. Y esa chica, Najma, te ha descolocado un poco. Debes encajar sus sugerencias en tu proyecto de guía. Su atrevimiento te abre un camino por el que no sabes si quieres o debes entrar, pero es una oportunidad. Tal vez lo que debes hacer es una tarea doble. Mantén la idea de una guía, en la medida de lo posible rompedora, eso sí, y piensa en un plan más novelado donde el texto llegue a más largo plazo a los lectores. No sé si podré ni si sabré, y además tendría que pasar un tiempo aquí, le digo algo desalentado, no obstante el planteamiento coherente que me hace Alisa. ¿Y qué?, exclama enfática. Tienes mi casa. ¿O ya querías librarte de mí?
(Fotografía de Inés González)
Este razonamiento trastoca mi orden interno ya que datos e imágenes solo me parecen soportes y estos se pueden interpretar de muy diversas maneras desde cualquier lugar o espacio interior. No me parece que ocurra lo mismo con los datos emitidos desde espacios interiores, no, estos sujetan, atan y hasta esclavizan. Hay guias que solo aportan datos sin espíritu. A partir de ellos cada cual se monta sus peculiares laberintos y conclusiones al respecto para salir de los mismos. Este método sería otra forma de guía con respecto a la multiplicidad de guiones particulares en base a los mismos datos exánimes que dan lugar a una diversidad imaginada por los más aguerridos.
ResponderEliminarSalvo excepciones, no hay mejor guía que la guía que no existe y sí la que tú te haces por el camino.
EliminarY está la responsabilidad de que muchos viajan a través de tus palabras.
ResponderEliminarLas palabras son un gran medio de desplazamiento interior, sí.
EliminarLas últimas noticias cuentan que los inmensamente ricos de Arabia Saudí están invirtiendo sumas cuantiosas de capital en Bosnia. Recordemos que la doctrina de esos nuevos invasores es el wahabismo, tendencia extremista e intolerante del Islam. Que el futuro no vuelva a maltratar a los bosnios, pero ellos están sumamente preocupados.
ResponderEliminarFermín
Dinero mueve religión y religión mueve dinero, más influencias políticas en Europa, me da la impresión. Gracias.
EliminarDicen que la mejor forma de conocer una ciudad es perderse en ella, y luego encontrarse, claro. Pero hay ciudades en las que no iría ni con una legión de guardaespaldas...
ResponderEliminarSaludos,
J.
¿Irías con alguien conocido o amigo de esa ciudad?
EliminarSoy de esa opinión. Si te sirve mis comprobaciones e diré que hace muchos años, cuando apenas había guías e iba digamos que más a ciegas percibía más de una ciudad, me empapaba mucho. No importaba si al volver me enteraba que había dejado de ver lugares o monumentos, y me decía a mí mismo: siempre se puede retornar, y más si había gustado lo visto. Lo que sí recomiendo es acudir a la literatura para sentirnos incentivados a un destino, no suele fallar, al menos uno seguirá leyendo después.