La veía todos los días al pasar por la plaza del mercado. Tenía una manera de observar que no parecía que mirara. ¿Qué vería de mí que yo no viera de ella? Sin embargo, el impacto era preciso, lo suficiente para registrar mi paso, pero a la vez inaprensible desde mí. Esta mañana despejada está puntual en su quiosco. Un saludo amable por mi parte al pedirle el periódico, un gesto delicado por la suya mientras me extendía el Oslobodenje. Que las noticias sean de su agrado, me dice, rompiendo el pudor habitual. Creo que le he respondido más o menos: si las noticias dependieran de mí...Luego baja los ojos, acaso para ocultar una risa tímida. A punto de despedirme habla de nuevo. Me llamo Najma, señor. Y sus ojos despiertan a la curiosidad. Quería preguntarle si va a salir esta plaza en la guía que he oído que está escribiendo. Me han dicho que otros días hacía fotografías en varios lugares de la ciudad, también aquí. Estuve a punto de responder que cómo sabía que preparo una guía, pero me parecía más prudente dar por hecho que los viajeros somos fácilmente controlados por los nativos. Es probable, le respondí. Todo depende de lo interesante que pueda resultar este barrio. ¿Quiere conocer bien este barrio?, me dice Najma. Mi hermano pueden enseñárselo y mi abuelo le contaría muchas historias de otros tiempos. Su propuesta es tentadora. ¿Solamente su propuesta? Le digo que voy a pensarme su proposición, que aún no sé muy bien sobre qué y cómo escribiré, que me gusta todo y todo me sugiere, pero que las imágenes reales de la ciudad, desde que el sol sale hasta que se pone, son siempre más poderosas que cualquier clase de palabras. Najma dice muy queda: lo entiendo, señor. Además hay unos cuantos monumentos, insiste con desparpajo. Cierto, los hay, le respondo. Hay mezquitas, sinagogas, iglesias, puentes, caravasares. Pero los monumentos no bastan. Son huellas del pasado y yo busco también el presente. Usted lo que busca son testimonios vivos, ¿a que sí?, me interrumpe. Testimonios de lo que fuimos y de lo que somos. No sé qué decir, le sonrío. No baja la mirada. Le guardo mañana el Oslobodenje, descuide, se despide.
(Fotografía de Inés González)
(Fotografía de Inés González)
He comprado el diario toda mi vida.
ResponderEliminarEmpece con El Noticiero Universal, a 5 pesetas. Salía por la tarde.
Me pasé al TeleXpres, también de tardes. La Vanguardia. El País (cuando los jueves escribía Gabriel García Marquez) y desde hace años otra vez La Vanguardia (Juliana y Gregorio Morán).
Nadie, nunca jamás de los jamases nunca, me ha dicho la frase que he leído : "... Que las noticias sean de su agrado..."
Salut
Ciertamente, lo que siempre se ha dicho han sido más bien calificativos despectivos, por ejemplo, "qué, ¿leyendo el mentiroso?", todavía alguien me lo dice de vez en cuando.
EliminarMi padre compraba cuando yo era niño los domingos un periódico local a veces, el ABC otras (cuando no había elección alguna en el espectro político periodístico) y ya más tarde uno que aún sobrevive pero en manos de un grupo de esos que solo quiere hacer dineros (El Norte de Castilla, de Vocento) Te diré que gracias al otro periódico local (se llamaba Diario Regional) y al ABC me interesó una parte de la prensa, la que entonces podía ser más de imágenes. Las páginas completas del ABC anunciando películas fueron para mí una fuente informativa enorme, con apenas diez años. Jamás entró en mi casa el periódico eminentemente fascista de la ciudad, el Libertad, fundado por Onésimo Redondo, fundador de las JONS de triste recuerdo que luego se unificaron con FE del ínclito J.A. Primo de Rivera, y que tras la victoria nacional pasó a la cadena de Prensa del Movimiento. Supongo que mantener un periódico que nadie compraba y que se daba a los miles de funcionarios costaría un pastón, y así habría casos en todas las provincias.
Aparte, me has hecho pensar en los periódicos que he recorrido desde los 16 añitos en que me empecé a interesar por seguir las relativas noticias de la prensa más liberal. Creo que primero fue el Informaciones, que salía por las tardes, luego el Nuevo Diario, Madrid, Cambio 16, El País, El Independiente...No lo creerás, pero había días que leía Tele.Exprés y La Vanguardia. De revistas ni te cuento, algunas las guardo son reliquias.
Oslobodenje fue un periódico fundado en 1943 en Sarajevo, antinazi. Durante el asedio de la guerra de Bosnia de 1992 los redactores se jugaron el pellejo, pues los serbobosnios bombardearon el edificio del periódico y lo sacaron desde entonces en plan heroico.
EliminarA veces un diálogo así vale una vida entera.
ResponderEliminarYa sabes que hay diálogos prudentes y sencillos y otros con peor saña.
EliminarLas personas somos pacíficas, lo que pasa, Pedro Ojeda, que nuestros políticos fueron los últimos de la clase...y ahora se vengan.
ResponderEliminarSalut
Pero ¿acaso, Miquel, no son los políticos reflejo de la ciudadanía, aunque se tomen sus márgenes y los amplíen para oscuros intereses o proyectados egos que les hace perder el rumbo? Estoy tan poco seguro de la "pacificidad" del individuo común, y mira que le observo cada día en cualquier ámbito...
EliminarUna historia muy interesante y aleccionadora. A veces se agradece un texto lúcido e inteligente entre tanta mediocridad insalubre.
ResponderEliminarSoñar que algo puede ser solo cuesta el pequeño esfuerzo de dejarse llevar, e incluso arrebatar. Gracias Francesc P.
EliminarSe adivina que hay más que simple interés por suministrar datos para esa guía! Me gusta eso del comentario anterior "soñar que algo puede ser sólo cuesta el pequeño esfuerzo de dejarse llevar ". Un abrazo
ResponderEliminarEs que lo siento así al escribir estas ocurrencias.
EliminarLo del interés, pues no sé, acaso es una situación pasajera, un ofrecimiento de gente amable, no sé...Gracias mil.
La cercanía y su continuidad, ¿son suficiente para forjar un vínculo?
ResponderEliminarSaludos,
J.
Sin duda, siempre que se nutra con la búsqueda personal de los sujetos. Y hoy día las lejanías pueden acercarse, aunque siempre ha sido posible esto último, todo era cuestión de tiempo y medios. Hay casos en mi familia, de otros tiempos y de ahora.
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