"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 14 de abril de 2017

Colofón al día




No me he sentido nunca un abanderado. Pero cuando un viejo amigo al que no veo desde hace muchos años me envía una fotografía de su hijo y dice que la ha sacado pensando en mí me emociono. Es un significado recóndito y me enternecen unas palabras que me adjunta: "...pero el testigo lo cogen las nuevas generaciones". Ojalá. Que me perdone si soy escéptico, descreído y casi desesperanzado. Pienso siempre en lo que hay detrás de los símbolos, siempre lo que haya detrás. El símbolo como tal no me sirve. En este caso pido más. Razón, inteligencia, entendimiento, voluntad. Bello colofón para una jornada de memoria. Gracias, hermano. Nunca olvido nuestras viejas conversaciones sobre lo que nos inquietaba o ilusionaba. Hoy lo importante es sentirse uno acompañado, bien sabes que el viaje a Ítaca es siempre circular. Siempre se llega a alguna parte, aunque hallemos insatisfacción. Cualquier costa debe ser de acogida. Menos la infamia. Que en ella perezcan otros. 






8 comentarios:

  1. no es importante la bandera, ni su color, sino quien la lleva.

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    1. Y dependiendo lo que lleve honesta e inteligentemente dentro el que la lleva. Nunca comprendí bien por qué los individuos tenemos que reducir nuestro pensamiento y delegar en símbolos, nunca. Cuando los símbolos sustituyen la libertad personal se convierten en peligro. Con todas sus consecuencias.

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    2. Por cierto, entre lo poco que leí en la prensa de ayer sobre el tema encontré esto. No tengo claro si tiene razón en todo, pero en su síntesis me parece que hay elementos dignos de considerar.

      http://elpais.com/elpais/2017/04/13/opinion/1492082551_998512.html

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  2. Hace mucho que me negué a trasportar ningún trapo. Eso queda para los del medioevo siguiendo al señor feudal.
    Como se dice por aquí, las ideas se llevan dentro
    Salut

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  3. Algún artículo más a propósito de la efeméride:

    http://www.infolibre.es/noticias/opinion/opinion/2017/04/16/espana_republicana_63849_1023.html

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  4. Un símbolo es la representación de un ideal. Toda cultura es simbólica. El símbolo y su imagen devienen "realidad" próxima a su materialización, la reclaman, la esperan (el lejano Derrida nos envía sus últimos destellos).
    Un niño sostiene una vieja bandera, el símbolo de un país lejano que ya no existe, el ideal de todo un pueblo que, por vez primera, descubría un camino que conducía a una estrella (Alberto dixit).
    El niño levanta, con su escasa fuerza y su invencible ilusión, una bandera... oh!ese pueril reduccionismo para nuestros posmodernos (siempre tan preocupados por el individuo)... oh! ese ridículo trapo para nuestros neoliberales (siempre tan cercanos, en su profundidad, al medievo).
    Pero el niño no hace caso, y sostiene ese delicado símbolo, y mantiene en alto su bandera. Tal vez porque él sí conoce aquel camino que llevaba a aquella estrella.

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    1. No sé si el pueblo español sabe distinguir el camino que conduce a la estrella, que diría el escultor Alberto. ¿Fue aquello una ilusión, una quimera, un sueño? ¿Permanece hoy en pie la posibilidad de que la ilusión se recupere, la quimera se materialice físicamente y el sueño se traslade a lo real? No lo sé. Comparto toda tu aguda opinión.

      Ojala el niño alcance siempre a distinguir el camino que le lleve a la estrella y no desviarse. Muchos en este país se han obstinado en borrar huellas de pasadas sendas e ignorar los trazados donde debe caminar el hombre libre.

      Un abrazo.

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