Baja por las laderas el ejército blanco. Es como si la tierra entera se hubiera abierto aquí y expulsara en un orden rabioso su interior, cristalizado en prismas, erigiendo la filigrana de una arquitectura de la muerte. La legión blanca toma zonas de la ciudad, se integra en ella. No sustituye la memoria, sólo la acompaña. No hay muros ni vallas ni alambradas para las tumbas. Toda modalidad de contención fue mientras los hombres estaban vivos. Las entrañas del suelo han tomado a las víctimas y mecen vacíos. Y los nombres, sin cuerpo activo, intentan fingir, inútil emulación, la vida que no tienen. Es una vecindad crecida de aquella barbarie. Una demografía insólita para otros acomodados del planeta, no para los ciudadanos de la ciudad antaño sitiada. La marcha luminosa acusa. Cómo fuimos capaces de infligirnos tanto daño, dice la voz profunda y culpable. Las hileras apuntan con su vértice a la barbarie. Con lo que cuesta llegar a este mundo, esforzarnos por sobrevivir y afrontar las dificultades, ¿por qué nos tienta tanto el oscuro riesgo de deshabitarnos? Los muertos, o son nuestra reflexión o no significan nada. O son nuestra conciencia estúpida y cruel del mal en masa o no sirve ni recordarlos. Cuántas formas de destrucción denuncian los silencios erigidos inútilmente al cielo. Sacrificios, pogromos, soah, exterminio, las mil maneras de la persecución, del odio, de la no aceptación de los otros. Bajan por las suaves pendientes, sorteando las calles. Esto es la historia. El retorno del viaje de un útero hasta otro útero. Pero a qué precio.
(Fotografía de Inés González)
El "como" queda aclarado, el "por qué" también, sus tiempos ya pasaron para nuestra oleada vital. Restaría el "para qué" final. O quizá ni siquiera ello, pero un buen subterfugio conviene para seguir respirando, o quizá no para otros.
ResponderEliminarPalabras escritas bajo el influjo de cierta astenia primaveral tras una drástica bajada de tensión arterial. Por tanto este pensamiento queda reducido al influjo de simple presión. Me alegra no haberme enterado hasta ahora, de lo contrario no habría disfrutado de vivir aunque ello se reduzca a un sintético recuerdo, pero conozco la fórmula para seguir bajo precisa tensión: mantener ocupación satisfactoria.
Todo es inercia biológica. Resulta difícil racionalizar los principios de la vida y de la muerte.
EliminarComentaba ayer con Mayte, mi señora, hablando de Filipo de Macedonia, que toda la historia está llena de matanzas.
ResponderEliminarEs un eterno retorno. Sin ir más lejos, le decía, aún tengo presente como YHWH paró el sol (Josué 10/12) para que sus fieles acabasen con el enemigo y se puliesen a no cuantos miles...
No aprendemos, ni tan siquiera el Gran Dios aprende, todo se permite y se repite.
Salut
Lo bueno, auténtico y real de los relatos míticos, bien orales o escritos, es que hablan del hombre y su naturaleza depredadora sin mayores alharacas. Te recomiendo el libro "Sapiens", de Yuval Noah Harari. Todo viene desde el homo erectus y sus derivaciones. Nunca hubo paraíso por lo que jamás se perdió. Por cierto, ya que cito los relatos míticos. Cuanto nos ha llegado ha pasado una secuela de intermediarios larga y diversa -mesopotámicos, griegos, árabes, cristianos, etc.- que han añadido o quitado a discreción. Probablemente los cuentos tampoco sean originales ni inéditos precisamente y no son nada inocentes, se han utilizado, manipulado y adaptado a circunstancias culturales y a intereses ideológicos harto espurios.
EliminarEl Gran Dios siempre fue muy torpe, hermano, jaj. No quiero pensar que además fuera inicuo; que lo piense cada cual si cree en los mitos.
El precio de los ideales y el peso de los muertos conmemorativos. Volver a nacer no siempre significa no pasar por el mismo lugar.
ResponderEliminarEl precio de intolerancias, dogmatismos, religiosidades, fanatismos políticos, verdades absolutas asumidas, emulaciones, vanidades, soberbias...que no hay manera de corregir. La condición humana corrige y luego olvida. Tremendo.
EliminarUna reflexión que comparto y una observación. ¿Por qué se mira a otra parte ante las desgracias ajenas? Si nadie estamos libres.
ResponderEliminarFermín
Se ve que no nos gusta, ni la solidaridad es tal y todo nos da bastante miedo. No sé qué decir más.
Eliminar¿Quién era el barbudo ese con mucho poder que decía que la historia del hombre es historia de la lucha de clases?
ResponderEliminarSaludos,
J.
A ver, déjame que piense...aunque con mucho poder no creo que fuera cierto alemán...influencia sí y hasta cierto punto...a ver...¿uno que muchos han olvidado? ¿aquél que otros lo invocaban y con sus prácticas hundieron sus teorías? ¿el que no consiguen enterrar muchos que quisieran hacerlo? ¿el que utópicamente habló de un fantasma recorriendo Europa cuando Europa tiene montones de fantasmas dentro y al borde de sus limes (el último es turco)?
EliminarTal vez no es solo lucha de clase la historia del Sapiens, tal ves es una más, tal vez es decisiva, no sé, pero sigue teniendo vigor cualquier criterio que vaya en línea realista con lo que sucede. Claro que después de ver cómo los obreros alemanes (no solo ellos) encumbraron a Hitler, cómo parte de la clase obrera de cierta Francia secunda y jalea a Le Pen...uno ya no sabe.
Gracias.
Más que la historia del hombre creo que dijo la historia de las sociedades.
EliminarVisitar un cementerio es desolador. Visitar un cementerio en el que casi todas las tumbas -tengan estas las formas que tengan- tienen la misma fecha, apela a nuestra conciencia.
ResponderEliminarHay cementerios que son bellos. Recuerdo el judío moderno y en vigor de Praga (el viejo de tumbas acumuladas es casi un pastiche para el turismo), donde no van más que visitantes ocasionales o fervorosos de Kafka, como en mi caso. Todo repleto de yedra por el suelo y de árboles y sin amontonamiento alguno, daban ganas de llevar la tortilla y el tinto para comer. Los cementerios son el lado oscuro de nuestra conciencia, lo que representa el miedo a la muerte, pero creo que estamos acostumbrados.
EliminarEl cementerio de la foto es otra cosa, son los muertos de la guerra de Bosnia, en concreto de Sarajevo, y hay varias zonas por el estilo, y luego hay otros cementerios de otras creencias y culturas. El cementerio de los asesinados es lo peor de lo peor en los cementerios, por las razones que han impulsado a levantarlo, obviamente.
De las muertes por odio y dejación y cobardía...y todos los motivos para matar que nos inventamos para disfrazar el horror, quedan lápidas, y a veces ni eso. Nada justifica provocar sufrimiento. Si queremos librarnos de la maldición de las guerras, el camino es resolver nuestros conflictos con generosidad y sin imposiciones. No sé si algún día será posible.
ResponderEliminar...y a veces ni eso...me quedo con la frase; cuando subo al páramo de Montes Torozos, donde mi abuelo y mi padre escuchaban los disparos de fusilería en la madrugada, me estremezco. Me pregunto estremecido: aquellos desaparecidos ¿estarán aquí, más allá, bajo aquellas encinas, tras el pedregal? A eso lo llamo Historia Contemporánea de España. Nadie me la enseñó, pero la voy deduciendo. Comparto todas tus propuestas, pero me siento pesimista. Las disputas, competencias e intervenciones sobre otras vidas y propiedades generarán siempre odios. Lo siento.
EliminarAquesta reflexió de com costa d'arribar a la vida i que ràpid ens en fan fora és molt punyent.
ResponderEliminarTambién el tiempo de llegar a la vida está marcado, muy marcado. Pero le otorgamos un valor largo, un esfuerzo que, aunque es biológico, también sublimamos...entonces, ¿cómo podemos ser capaces de olvidarlo cuando erigimos conflictos, muchas veces innecesarios, en nombre de valore menores que la vida por sí misma? Es para pensarlo.
EliminarMe ha sobrecogido mucho esta entrada... Tu reflexión es tan certera y bella que me ha dejado sin palabras, a la vez que me ha emocionado profundamente. Pertenecer a la especie humana a veces es desolador. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarYa sabes que la especie a la que pertenecemos es dual, contradictoria, capaz de lo peor y de lo mejor, dicen, según circunstancia de supervivencia y ataque, o defensa, no sé si es la animalidad de la que estamos hechos, o que queremos ser e ir tan lejos que nos estorba cuanto sale al camino y trata de impedirnos. Porque no hay una humanidad, a veces sí, pero luego está la humanidad de los territorios diversos, de las culturas, de los intereses, del yo llegué primero, o yo estoy para que no me quiten... Il mondo gira, que decía la canción
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=HFyCfFJC0no