"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 14 de enero de 2017

El cartapacio de Herr Gustav. 6



















Hay días en que se pregunta si aquel sueño de la conciencia mereció la pena haber sido vivido. Y él mismo se contesta: por qué no. No tener ¿es lo mismo que perder? Creyó tener y no lamenta la propia sugestión, si solo fue eso. Aquello a lo que se acerca uno, aunque no se llegue, marca. Toda propuesta, aunque no se materialice en un logro, afirma. Un anhelo, aun disfrutado en un estado medio onírico, compensa. De qué manera se afinaron las miradas del hombre ante el paisaje helado. Tuvo que aprender de nuevo a inventar el fuego. Porque las emociones y los sentimientos siempre son hábiles y no conocen caducidad.

No me lo hubiera creído. Si no le viera trasladar mi cuerpo al pliego limpio, primero con su mirada y a continuación con su mano, no imaginaría de lo que es capaz, herr Gustav. ¿Cómo puede ser tan hábil a esa velocidad? ¿Cómo puede ser tan exacto cuando coloca las superficies planas y los recovecos de la mujer sobre el papel? Y sin embargo usted me ha dicho muchas veces que cada dibujo es un recorrido distinto. Y que soy yo quien en realidad lo dibuja, que usted es un mero mensajero de mis poses y mis contornos. Usted me halaga, no se quite mérito. Ahora entiendo por qué me pide, a veces de manera contradictoria cuando no precipitada, que cambie de posición. Si estoy expandida con los brazos y las piernas de pronto usted da una orden opuesta, invitándome al recogimiento, como si estuviera aún a punto de nacer. Busca el momento adecuado para dibujar los espacios en movimiento de un cuerpo. Me hizo tanta gracia el último esbozo de ayer. Rompió, para mi sorpresa, su costumbre de utilizar un solo color. En ese boceto todos mis perfiles iban en el tono de su lápiz habitual, pero salva con colores diferentes a tres regiones de mi cuerpo. Mi boca carmín, mis pezones rosáceos, mi pubis castaño. ¿Me vi diferente porque usted me había acostumbrado ya con sus imágenes a ser de otra manera? ¿Acaso ésta me devolvía a la que era antes de que usted me conociera? Lo pensaba a punto del sueño. Ciertamente nunca sabe una lo cambiante que puede ser su propia imagen hasta que llega alguien y te incentiva. Pero un artista como usted va más allá. Hace que me sienta como dos mujeres.


2 comentarios:

  1. Creo que a veces es preciso mirarnos con otros ojos para apreciar detalles que nos pasan desapercibidos.
    Un abrazo, Fackel.

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    1. Naturalmente. Ponernos en el lugar del otro es higiene y provecho personal. Y tiende puentes.

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