"¡Oh fugitivas ondas, esperad!
¿Por qué no me lleváis con vosotras?"
Luís de Camões
Un hombre se asoma al vestíbulo del océano, donde las aguas audaces ocupan la costa. Contempla lo más lejos que puede, hasta donde ya no ve. La ciudad a su espalda, y con ella colinas, gentes, pasado, catástrofes y reconstrucciones. Un hombre mira donde se pierde la luz y el suave fragor de la pleamar arrulla su adiós. Un hombre pregunta a las olas con el mismo interés con que ha escuchado a los otros hombres con los que hablado. Por unos días un hombre ha exorcizado todos los tedios, ha desplazado quejas corporales, ha relajado sus pensamientos, veloces por costumbre. El hombre volverá a tierra adentro acumulando imágenes, pero también hirviendo en sentimientos, cosechando percepciones. Llevará dentro de sí una pleamar intensa que no olvidará fácilmente. ¿Podrá retener por algún tiempo la luz, la suave humedad, la armonía de las arquitecturas enlazadas, el tono melódico de las voces? No es fácil hacer descripción de una ciudad ni siquiera para uno mismo, pero se ha aproximado. La ciudad ha salido a su camino. Él se ha abierto de par en par a lo inesperado, ha sentido la levedad de sus cuerpos, ha catado la saudade. Para el hombre la saudade es vínculo. Sabe que volverá a la ciudad para sentirla y dejarse envolver como la primera vez.
Cómo entiendo esa sensación de plenitud que concede el azul en calma; suelo ir a la costa a pasar unos días cuando el cansancio y la incertidumbre duermen conmigo. Y es hermoso percibir las formas mudables, el olor, el silencio lleno de pensamientos... Así que tu entrada parece que describe una experiencia que forma parte de mi identidad. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarY cuando el azul es también blanco, como en Lisboa, la sensación se multiplica para un urbanita como yo que siempre desea la fusión tal vez imposible de los paisajes. Un abrazo, José Luis.
EliminarDeseo que puedas retener esa sensación largo tiempo, es fuerza y es luz que nos alimenta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, yo he pretendido con la visita hacer mi pequeño homenaje personal, estos textos no van a ninguna parte, salen de uno y vuelven a uno. Satisfacción propia y aliento de la memoria. Los que habéis soportado pacientemente sus lecturas sois bondadosos y no me cabe duda de que sufridos. Gracias, un abrazo.
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