El año es aún de los oscuros y una mujer escribe a hurtadillas entre las tazas de café, haciendo que juega con la cucharilla y los azucarillos. El año es aún de los arriesgados, y la mujer añade el riesgo de su innegable aliento de juventud. El año es aún de los torpes, menos torpe porque ella va interpretando la vida. El año es aún de los indescifrables y nada se sabe del futuro de las letras ni del destino de las personas. El año es aún ciego y seguirán siendo ciegos los años venideros, salvo por los destellos con que el caos obsequia a los humanos, salvo por la poesía que para la poeta emana de las cosas. Ay, cómo deslumbra el desorden del universo con su apariencia opuesta. Y el visitante de la ciudad de las colinas blancas, aun sabiéndolo, cae de bruces ante los versos de ella. Él ya no busca redención, ya no se deja seducir por prescripción alguna, ya no cree en más propiedad que la de la materia pura. Solo espera mantener una cierta fortaleza que afiance su escepticismo resistente y amargo. A veces la encuentra en unos versos como estos que una vez, algún año de aquellos, escribiera Sophia de Mello Breyner Andresen.
"No busques verdad en lo que sabes
Ni destino busques en tus gestos
Todo cuanto sucede es solitario
Al margen del saber y de las leyes
Dentro de un ritmo ciego innumerable
Donde nunca fue dicho ningún nombre"
¡Deslumbrante!
ResponderEliminar¿A que sí? Pocos versos he encontrado que definan tan bien la naturaleza per se y maticen la condición humana.
Eliminar