"...lo que hace que una narración sea buena no es la historia en sí misma,
sino qué sigue a qué en una historia".
Joseph Brodsky, Marca de agua.
¿Te has dado cuenta de que nacemos de lo narrado?, dice Max desde su rincón en penumbra, mientras la lluvia arrecia fuera. Por más que hagamos el esfuerzo de recordar el origen, que no lo conseguimos nunca, en realidad imaginamos. Pero no imaginamos del vacío, sino desde aquello que nos han contado. ¿Y qué nos han contado? Retazos, cuya composición y color dependen de los intérpretes. Si me preguntaran cuál es el primer recuerdo que tengo diría que aquel que no me viene a través de la memoria sino por las sensaciones. Entonces, ¿será que lo que recordamos son las sensaciones? ¿Nos hacen antes que nada los sentidos reflejos? ¿Respondemos al instinto antes que a todo lo que va a venir detrás y que llaman cultura? La vida y sus episodios. Cuando empezamos a tener conciencia del recuerdo el instinto nos ha nutrido, los sentidos se han desarrollado, las emociones han ido ocupando espacios, los sentimientos van tomando carta de naturaleza menos natural. ¡Y todo eso es aprendizaje! No tengo recuerdo de la primera vez que estuve a punto de ahogarme en el riachuelo, pero me lo contaron tantas veces que me lo imagino aún. Incluso lo siento o me parece sentirlo. Todavía cuando aparece en mi mente el tema percibo la piel amoratada y la respiración dificultosa y me parece ver cómo acuden mis tías y me dan palmadas fuertes para que reaccione y siga viviendo. Un episodio relatado que se reconstruye en mi cerebro como si se tratara de la memoria. Algunos dicen que existe la memoria subconsciente, que hay un cierto tipo de memoria del instinto y que su valor se manifiesta en efectos de conducta o de gusto duraderos a lo largo de la vida. ¿Será esa la explicación de mi escasa propensión a meterme en el mar o bañarme en un río donde no veo ni toco el fondo? No te doy la lata con los recuerdos reales o imaginarios, dice Max; bastante paciencia tienes conmigo. Pero ¿no es curioso que iniciarnos en la vida sea ante todo un relato? El escribiente al uso, no sé si profético o no, que dijo una vez aquello de que en principio fue la palabra no andaba descaminado, aunque luego la idea se haya utilizado para objetivos esotéricos. Vivimos como narración. No es porque nos cuentan desde el principio infinidad de historias para entretenernos y recrear nuestro frágil y desocupado magín. Sino porque cuanto nos va aconteciendo en esos años de dominio del instinto se va convirtiendo en narración por sí mismo. Cuanto de niños fuimos haciendo los adultos se lo fueron contando unos a otros, y luego el anecdotario nos ha ido cayendo a nosotros a medida que íbamos entendiendo, según íbamos adquiriendo lo que llaman uso de razón y que a mí me parece un equívoco, porque vivimos rodeados de gente madura e incluso anciana con dudosa razón o con escaso ejercicio del razonamiento, y luego incorporábamos su versión a nuestras señas de identidad. Hasta tal punto que habrá muchas vivencias y actos de nuestra infancia que nos han llegado mezclados de verdad y de mentira. Si hubo ficción y engaño los hicimos nuestros y creímos que nos había sucedido. Así aconteció igualmente con las ideas absolutas que fueron incubando descaradamente en nuestra inconsciencia. ¿Ha habido mayor falta de respeto, mayor grado de criminalidad sobre las conciencias, que inventarse conceptos absolutos inexistentes, con nombres y con mitos y obligar al niño a creérselos? Convéncete. La verdad sabemos que no existe. Pero la mentira, con cualquiera de sus múltiples caretas, nos ha configurado de tal manera que, como dice un amigo, para no amargarnos y sobrevivir con dignidad solo nos queda el recurso del humor. A eso hay que llamarlo afrontar la vida.
(Fotografía de Thomas Godd)
Me agrada lo del recurso del humor sobretodo irónico pero sin intención de molestar u ofender que bastante tenemos ya con sobrellevar los malos entendidos ajenos. Los propios parece que no pesan porque ya son sangre.
ResponderEliminarEl humor puede ser reflejo o aprendido, o ambas cosas. No tiene por qué perjudicar a nadie, pero ya se sabe que nunca se sabe. A Max aún le queda por aprender a mantener la flema.
EliminarMás que mentiras, yo las llamaría personal interpretación de la realidad. Esos son los recuerdos, impresiones particulares de lo vivido y de eso se van armando los relatos.
ResponderEliminarSobre el origen de nuestros recuerdos, creo que antes que nada están las sensaciones, luego viene la racionalización de esas sensaciones.
Seguro que es como dices, Neo. Nombres y órdenes y categorías aparte, lo sentido es lo vivido y viceversa.
EliminarEnhorabuena por el blog. Lo tenía pendiente ;)
ResponderEliminarSaludos!
Gracias por pasar, Hugo.
EliminarEstoy por creer que ni siquiera sabemos en qué realidad -universo- existimos. Quizás el sedimento cultural al que nos aferramos no es más que una proyección de nuestra mente, necesitamos darle sentido a todo y echamos manos de lo que creemos son experiencias personales.
ResponderEliminarVaya usted a saber en qué lío narrativo estamos metidos.
Por eso mismo soy tan escéptico, en el mejor de los casos, y suficientemente incrédulo, a mayores, respecto a lo que haya acontecido en la humanidad en el pasado. Si solo nos fiáramos de la literatura mítica en la que nos enrolaron para justificar existencias estaríamos apañado. Prefiero escuchar las voces de los que descubren Atapuercas varios por el planeta y repensar la existencia. Para ello, además de reconocer el valor de la ciencia, hay que negar probablemente gran parte de lo que nos han contado. Una tarea que es cosa de cada uno. Aparte de eso, el lío narrativo que cada cual nos hayamos montado siguiendo el primigenio o dando el esquinazo, velay.
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