Nada hay imperecedero. Pero algunas situaciones, rostros, acontecimientos que alguna vez fueron, hoy todo ello meras imágenes al fin y al cabo, siguen gravitando dentro de nosotros a medida que pasan los años. Todo tuvo su tiempo y los espacios fueron ocupados, siquiera fugazmente, y concedimos valor y consistencia, sin advertir que del mismo modo que llegaban a nuestras vidas iban a ir diluyéndose poco a poco. De todo lo que fue queda un poso nostálgico, pero cuanto tuvo de tangible nos hizo ser felices. Eso aún nos proporciona satisfacción. De todo lo que pudo ser aún revolotean los pájaros exóticos que no llegaron a habitar junto a nosotros, aún nos estremecen los cantos oceánicos que mecieron sueños de calado, aún nos emociona el lenguaje de los pequeños gestos que se interrumpieron a mitad del camino. Cuando la longevidad, ay de mi grito risueño, haga todavía su guiño definitivo, resonarán a la desesperada los acordes de algo que una vez pudimos nombrar. Pero también sonreiremos desde nuestros labios amoratados, instigados por una latente ingenuidad, imaginando por ejemplo el calor que nunca llegamos a fijar en nuestro calor. Es lo que tiene seguir siendo un candoroso y sensual irredento de por vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Si dispones de buen humor, armonía, es decir capacidad de sana adaptación al medio y buen talante. Eres afortunado, si además los sentidos acompañan y percibes el sano placer de su información lo tienes todo, eres el mas rico entre ricos.
ResponderEliminarAsí aprendí de mi sacrificado padre el arte de tenerlo todo, de agradecer, de conformarse, de luchar por lo verdaderamente importante.
Gracias por los buenos deseos, pero sospecho que a estas alturas el tratado de saber vivir ya está editado sobradamente, ahora solo falta seguir ciertas indicaciones, incluso las aún insospechadas...
EliminarMe gusta la idea del calor de la vida, incluso con los labios amoratados. El calor es vida y la frialdad interior es signo de que algo no está bien. A veces me pregunto ¿vivimos o dormitamos?
ResponderEliminarAl final, con mejor o peor suerte, la vida es nuestra posesión más importante.
Perseguimos el calor que nos llega y el que se quedó por el camino...Siempre vivimos, y dormitar también es vivir.
EliminarSaludos.
ResponderEliminarSaludos, gracias.
EliminarEl archivo mental de las formas nutre nuestra percepción. El arte dispone en nuestra memoria los elementos formales que son tipologías y el recuerdo de ciertos momentos placenteros, este material enriquece a aprehender el paisaje natural. Pasa el tiempo y crecemos en complejidad a costa de la pérdida de espontaneidad y podemos llegar a entender que la naturaleza imita al arte.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Hay un arte doméstico, el que elabora la memoria y los deseos demediados, cuyo perfeccionismo es a la carta, a veces con él solo nos basta.
EliminarDe tu profundo texto, me quedo con este fragmento: "De todo lo que fue queda un poso nostálgico, pero cuanto tuvo de tangible nos hizo ser felices".
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, pero sin olvidar que la memoria - sabia capacidad - tiende a olvidar lo malo y por eso conserva más y preferentemente los buenos episodios del pasado... No sé por qué pero rehuyo escarbar en el pasado buscando esos buenos recuerdos. La nostalgia me provoca un tremendo desasosiego.
Hay que vivir el presente como mejor se pueda y dejar el futuro al margen del mismo. Es lo que pienso... a ratos.
Saludos cordiales
Digamos que nuestro sentido oculto no desea echar con frecuencia mano de la memoria para las experiencias malditas. Por el contrario, está siempre presto a regodearnos con cuantos buenos momentos nos nutrieron. La nostalgia obsesiva puede ser insalubre. La medida y contemporizadora resulta grata, y es como si dijera: y después a casa. El futuro es un brindis al sol, hasta el día después. Una cuenta día a día. O tal vez pensamos así porque la edad ya nos ha vuelto extremadamente escépticos.
EliminarNo dejes de ser un candoroso y sensual irredento de por vida.
ResponderEliminar:)
Un abrazo.
Es una buena sugerencia, sería una gran propuesta.
EliminarYo soy de los que siento la desaparición de paisajes y personas de mi pasado pero sin amclarme en él. El pasado fértil es ese: el que no olvidas pero puedes llevar encima hacia adelante...
ResponderEliminarPuesto que la dinámica vital es un hecho, tomar como referencia personajes, situaciones y paisajes transcurridos no tienen por qué suponer problema alguno. Nada queda quieto, y aunque quedara, si dar vueltas a lo que ya no existe pero vivimos en su momento supone satisfacción al recrearlo, ¿por qué no estimarlo a su vez? Los obstáculos no son los recuerdos sino nuestros límites físicos que vaya usted a saber lo que darán de sí.
EliminarLa forma de recordar es tan variada como la de sentir. Capturo algún recuerdo suelto a la hora de buscar inspiración sin embargo no disfruto recreándome en los recuerdos. Aparecen un segundo y al siguiente los desecho, merezcan o no la pena me ponen triste porque ya fueron y no son, o me inquietan porque ya no están las piezas del puzzle y no puedo apreciarlo en su totalidad tal y como era.
EliminarPuesta a escoger prefiero imaginar el futuro.
Un saludo
Barra libre respecto a los tiempos personales. Se ve que todo es muy a la carta de cada cual. A mí también me atrapaba antes imaginar y hacer ficción con el futuro. Pero es una figura incierta. El presente me daba seguridad y creía poder disponer del futuro conforme a lo que creía que era comprobar mis propias fuerzas. Ya no pienso del mismo modo. Y el pasado sigue ahí, desaparecido pero fiel, inaprensible pero gozoso, caducado pero objeto de recreación y, lo que es más interesante, de reflexión para el conocimiento de uno mismo. Gracias, salud.
Eliminar