Hoy las diversas televisiones españolas han tratado como efemérides los acontecimientos de mayo de 2011. Sospechosa cosa cuando se recuerda vagamente un hecho pasado por parte del aparato mediático que es, ya se sabe, uno de esos poderes instalados y vinculados con el resto de poderes. Todo recuerdo tibio y anecdótico suena a cierta forma de sacralización formal que va a parar al cajón de los recuerdos. Destinado, por lo tanto, a descafeinar lo acontecido y privarlo de significados y de negación de su dinámica propia.
Pero aquello ya quedó desactivado hace tiempo y pocos han mostrado posteriormente otro interés en mantenerlo activo. Además, ya ha sido capitalizado o, mejor dicho, rentabilizado por cierta gente que fundó un nuevo partido político de orden cuya ubicación ideológica y política sigue siendo un misterio. Y que no han tenido mayor interés en colaborar con el vigor de la protesta colectiva y de los movimientos sociales en general, salvo para las fotos pertinentes a las que se apunta todo el mundo cuando va a haber elecciones. Ya he vivido a lo largo de mi vida otras maniobras de vaciamiento de las organizaciones cívicas y vecinales y no me coge de sorpresa, pero me indigna.
Fue hermosa la imaginación derrochada mientras duró, en aquel mayo de hace cinco años. A veces uno piensa que los grandes momentos críticos y constructivos de la historia del país son los de la pasión pacífica y sincera que empuja a los individuos unos a otros como en una canción. Como si en sí contuvieran elementos metapolíticos que acercan a los seres humanos y les dota de una faz risueña. Pero ya se sabe que las esperanzas siempre acaban o diluyéndose o siendo traicionadas por la ambición de líderes antiguos o por los mesías emergentes.
Pero aquello ya quedó desactivado hace tiempo y pocos han mostrado posteriormente otro interés en mantenerlo activo. Además, ya ha sido capitalizado o, mejor dicho, rentabilizado por cierta gente que fundó un nuevo partido político de orden cuya ubicación ideológica y política sigue siendo un misterio. Y que no han tenido mayor interés en colaborar con el vigor de la protesta colectiva y de los movimientos sociales en general, salvo para las fotos pertinentes a las que se apunta todo el mundo cuando va a haber elecciones. Ya he vivido a lo largo de mi vida otras maniobras de vaciamiento de las organizaciones cívicas y vecinales y no me coge de sorpresa, pero me indigna.
Fue hermosa la imaginación derrochada mientras duró, en aquel mayo de hace cinco años. A veces uno piensa que los grandes momentos críticos y constructivos de la historia del país son los de la pasión pacífica y sincera que empuja a los individuos unos a otros como en una canción. Como si en sí contuvieran elementos metapolíticos que acercan a los seres humanos y les dota de una faz risueña. Pero ya se sabe que las esperanzas siempre acaban o diluyéndose o siendo traicionadas por la ambición de líderes antiguos o por los mesías emergentes.
(Imagen de uno de los ámbitos de discusión sobre temáticas varias en la Plaza de Cataluña en mayo de 2011)
Llevo un tiempo de trajines diversos, flecos de antiguos apurillos, que me tienen absorta en currelo continuo y al margen de información de todo tipo excepto por el giga del movil que enciendo cuando mi cuerpo se declara en huelga de dolor y aprovecho el rato de recuperación para leer algo.
ResponderEliminarRespecto a aquello ... bueno, es que siempre fui demasiado escéptica y mi opinión quema demasiado por basarme en la naturaleza humana su nivel evolutivo y su circunstancia espacio temporal. Idealismo político jamás me poseyó, tan solo frio pragmatismo.
Acaso por eso sus reacciones, señora, sean más prudentes y menos indignadas que la que otros vasallos sentimos. Reconozco que estoy entre los que percibieron el idealismo hace décadas y como color que se pega a la tez no logra uno desprenderse del todo de él. Aunque sea bajo ciertas formas de nostalgia.
EliminarLo que no consiga sentir lucho por comprender en semejante medida como comprendo que no se entienda mi desmedido gusto a combinar orden espacial con orden temporal y elevar esta humilde afición domestica, muy muy domestica al concepto de arte imperceptible.
EliminarAunque de indignaciones no me hallo libre, me temo que con la suma de años estas van en aumento.
Pues "apañaos" estamos, miss.
EliminarA pesar de eso un ciudadano que se da cuenta de su condición no se resigna a convertirse de nuevo en súbdito.
ResponderEliminarSiempre que quien se considere ciudadano haya comprobado realmente que ya no es súbdito. Yo aún me debato, y no acabo de tener claro que he dejado de ser súbdito.
EliminarBuenas, hace mucho que no entro en los blogs pero no he podido resistir la tentación de visitar esta antorcha para ver lo que se comentaba sobre ese sueño, hermoso si, que vivimos en el 2011.
ResponderEliminarY creo que esa iniciativa, que tal vez no llegó a ser lo que esperábamos, no es estéril.
Yo celebro que haya existido esa movilización capaz de unir a personas tan diferentes en una indignación compartida, sentimiento que perdura y que no desaparece sólo porque se plastifique en los medios como una postal de recuerdo.
En esos días se sembró algo, y por muy árido que sea el terreno pienso que no está todo perdido, apareció de forma espontánea y la naturaleza es caprichosa, y más la humana, capaz de sorprendernos una y mil veces.
Aprovecho para saludarte y desearte un buen día, no tengo tiempo para meterme en los blogs a compartir mis ideas y sentimientos, pero no olvido los lugares que me han aportado mucho y a los que espero volver cuando sea posible, un abrazo
Qué bien saber de ti nuevamente, Ana. Francamente, tengo dudas sobre la fecundidad de ciertos movimientos y episodios. No porque no reconozca su valor, sino porque después llega la mano de los que quieren sacar provecho fácilmente. Entiendo tu predisposición positiva, y yo la comparto por el lado místico, digamos, sobre lo que fue aquello, pero aún está por verse si cunde para algo más. El sistema es voraz y permite situaciones como aquella. Acaso tengas razón, no obstante, en que no todo está perdido, pero los momentos ilusionantes no siempre se corresponden con el pragmatismo que luego se polariza en elecciones y en la gobernación de un país. Tampoco soy yo el mejor animador de este tipo de cosas, siempre aposté por caballos perdedores y creo que camino de ello sigo. No soy apenas sino un incorregible idealista.
EliminarMe alegra saber que aún pasas por aquí de vez en cuando, la puerta sigue abierta. Un abrazo.