Aquel día empezó todo. Y aquí estamos.
(Al final todo se reduce a un signo o, mejor dicho, todo lo reducimos a un símbolo llámese fecha o presencia ausente. La fecha sin la presencia no tiene ningún valor. Vinculamos días y trabajos para designar el tránsito humano. Caras, nombres y situaciones se precipitan de repente. A los rostros les concedemos una capacidad de rescate. Están ahí y ante el impacto de su aparición nos preguntamos qué nos aportaron. Sus nombres son meros picaportes que nos abren la puerta del individuo que tuvo que ver en algún momento, o en muchos, en nuestra existencia. A veces compartimos imágenes con otros, realizamos un intercambio de recordatorios que buscan complementarse para hacernos una idea más aproximada de la persona que hemos traído al reconocimiento o simplemente a la cháchara amable. Pero por detrás, los significados más profundos permanecen preservados en estancias de la memoria que solo cada cual sabe honrar. Nunca revelamos en todo su calado la influencia del ser allegado sobre uno mismo, en parte porque el pudor nos lo impide, en parte porque obramos como quien protege un tesoro, en parte porque no hemos conocido lo suficiente a quien ha podido estar cerca durante años. Al final, ya digo, nos alimentamos de gestos. Pero resulta tan difícil reducir el alcance de lo que nos fue dado, de aquello de lo que estamos hechos...)
Tan humanamente cercano.
ResponderEliminarY tanto, y decisivo.
EliminarHay estancias de la memoria únicas y fechas únicas, que solo cada uno de nosotros podemos honrar como nos merecen. Un abrazo para ti en esta fecha.
ResponderEliminarAsí es, y es muy íntimo y particular, pero los homenajes a veces hay que comunicarlos.
EliminarVivimos casi siempre con la mente distraída, sin percatarnos de casi nada y obviando la presencia de aquellos que un día solo estarán en el recuerdo.
ResponderEliminarAsí es, sin mayor dramatismo, que no nostalgia a veces, a estas alturas. Inevitable. Condición humana.
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