Que una mano tuya haga sobre el papel (y aquí vale incorporar también cualquiera de las técnicas modernas al uso) sin que se entere la otra mano. Parece una máxima profética, pero apenas es sino instinto y necesidad. La mano intermediaria, más que ejecutora. Que pergeñe notas en un pentagrama, que dibuje rostros o árboles, que plantee ecuaciones, que proyecte geometrías, que escriba memorias, que diseñe perspectivas, que relate acontecimientos, que cante al amante, que registre datos. Si me apuran, que haga papiroflexia creativa. Que lo que haga esa mano sea tomar apuntes de cada paso vital que das. Aunque el ejercicio sea exclusivamente para uno mismo y no vayas más allá de tus límites. Una mano hábil para tu ratificación y, sobre todo, para tu íntimo goce.
(Fragmento del fragmento del cuadro citado en la entrada anterior)
Esa, concretamente, es la diestra. Me gusta el tono y la textura de esa extremidad tan semejante a la siniestra tan bellamente trazada por el pintor como la presente.
ResponderEliminarEl cuadro es espectacular, desde luego.
EliminarMagnífico pensamiento
ResponderEliminar=)
La mano è mobile...
EliminarEspectacular...
ResponderEliminarOh...
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