"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 14 de agosto de 2015

Hallazgos: un talismán















A ver, ¿qué falló para que la ijada del perverso (acaso desdeñado) Caín no hiciera diana en el cuerpo del inocente (acaso mimado) Abel? El alumno más avezado de la clase soltó aquel día: no tuvo un talismán. Pero el mito hubiera sido otra cosa de haber triunfado el elemento protector. Y los designios de la narración con afán moralista (léase de sometimiento) no podían ser sino como fueron inventados. No necesitamos hoy la lectura del mito de ninguna tradición cultural para explicarnos la existencia de la violencia, hija de la agresividad humana y a su vez de la naturaleza en general. La violencia es imparable desde el principio de los tiempos. Se regula, se ajusta, se reduce de modo circunstancial, en ocasiones sonoras se amplía desmesuradamente. ¿Es susceptible de ser medida la violencia?, preguntará el ingenuo. La violencia humana se mide por sus efectos, responderá el ponderado. Cuando parecía que el Estado de Derecho llegaba para resolver lo insalvable, el estado de salvajismo, resulta que la agresividad humana busca las vueltas de la ley cuando no utiliza la propia ley para generar más violencia. Pero hay otro impedimento peor para no avanzar más en el control de la violencia. Los límites al desarrollo que se imponen unos humanos a otros. Los de tipo económico y los de carácter cultural. De ahí que no cese.


(Los páramos, quebradas y caminos se llenaron de cuerpos ante los que no se detuvieron las balas. Ni los de aquellos que reivindicaban al hombre en su materia ni los de quienes invocaban la divinidad. En casa siempre estuvo guardado uno de aquellos tótem que chocaba con lo tabú, perteneciente al ingenuo de turno que fue movilizado para la carnicería. ¿Cayeron sólo los hijos del diablo? ¿Acaso no pagaron con la vida el precio de su alienación los que se reclamaban hijos del dios? A estos les falló el talismán; las balas o el obús o la metralla no se detenían. Pero ya es sabido lo maniqueo que es el juego de posibilidades de la fe cristiana. Si la vida se salva y las cosas mejoran ha sido por las invocaciones milagrosas. Si al tótem se imponía el tabú (la muerte y demás horrores)... también es que Dios lo había querido. Pero el hombre estaba muerto)



4 comentarios:

  1. Ahhhh , siempre Dios para los conversos irredentes...
    Dios no quiere nada, tal vez desea que antes de adorar a otro Dios (el falso según Él), tiremos de agnosticismo...
    El A.T. está lleno de indirectas contra esta variedad.
    Un abrazo de los grandes, muy grandes
    Salut

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    1. La realidad siempre supera a la ficción, es uno de los tópicos menos tópicos. El "detente bala" fue usado como efecto placebo, como una lotería de la divinidad para proteger a sus defensores. Ya sabemos lo que pasó. El A.T. va dirigido a la consolidación de un dios monoteísta y monolítico, aunque luego se desdoblara en varios rostros, al menos tres principales...Todo aquello es irreversible. Las luces de la Razón nos trajeron otra comprensión del mundo, afortunadamente. ¡Pero hay que hacer el esfuerzo de comprenderlo!

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  2. Ay Fackel no siga por ahí que me parte aun más el corazón, de un tajo, y la escasa energía que me anima se disipa.

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    1. No es mi intención seguir por ahí, pero oiga, que los hallazgos son los hallazgos...Vaya a saber vos lo que aún me puedo encontrar en el cajón de la existencia.

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