Estoy embarcado -embarrancado más bien- en un libro de pecios. Pedazos de reflexión sobre el naufragio de la vida y las cosas (o las cosas de la vida, en su sentido más extenso e ilimitado) Que Rafael Sánchez Ferlosio eligiera el término pecio, generalmente reservado a los restos de las embarcaciones que se fueron a pique, para sus particulares, enjundiosas y en ocasiones enrevesadas meditaciones me pareció siempre una genialidad. Este Campo de retamas que acabo de comenzar, y que no tengo previsto terminar pronto (no hay prisa alguna y los pensamientos deben leerse con tiempo y con temple) ofrece una variedad de reflexiones y de aforismos que son como cajas chinas en ocasiones. No es lo que aparenta la primera lectura sino lo que hay detrás o debajo o dentro. Destaco uno muy actual (suponiendo que alguno de ellos no lo sea, que lo dudo) "La tierra como hábitat es el suelo de la vida. La tierra como territorio es el solar de la dominación." Me hace pensar mucho, porque pone el dedo en la llaga de un problema grave: mientras a tantos humanos se les niega el derecho al hábitat en tierra propia o ajena, hay quienes teniendo hábitat parece estar dispuestos a sacrificarlo. En su obsesión por sublimar el territorio y aunque paradójicamente vendan la idea de un reforzamiento de ese hábitat, en realidad están replanteando la propiedad sobre el territorio, con todas sus consecuencias clasistas y dominadoras. ¿Será que se está perdiendo la perspectiva de la vida que nos debe dar sentido para dejarnos atrapar por la retorcida idea del sometimiento? Algunos no saben sino repetir con obstinación la mala historia. No es de extrañar porque tienen como modelo a aquellos que llegaron antes a compartimentar territorios, aunque digan que son sus enemigos.
(Fotografía de una perfomance de Bill Viola)
Amigo Fackel, parto de la idea de que todo lo que tenemos nos lo van a quitar. Puedes aferrarte a un territorio, a un pedazo de embarcación y más o menos evitar el naufragio, pero siempre la zozobra estará presente. Cuatro piedras, cuatro maderos, total nada. Cualquiera de estos "bienes" son una ilusión, y en el mejor de los casos son los restos de un naufragio más que una propiedad.
ResponderEliminarEn el curso de la travesía, a veces sorteando escollos y evitando los cantos de sirena nos vamos encontrando naúfragos, algunos bajo un cocotero descansando en el pequeñísimo en el islote de la razón, pero siempre rodeados de un mar de tinieblas.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Lo peor es que te lo quitan diciendo que te lo dan. ¿Tú lo entiendes? ¿Lo entiende el personal?
EliminarA mí el libro no me ha gustado. Reconozco su extremo cuidado en la expresión y la profundidad de cada fragmento, pero la identidad que dibuja del sujeto que escribe me deja el retrato de un cabreado perpetuo que no ve ninguna luz en el marco convivencial, que deplora de continuo como una torrentera de barro y lodo. No me gusta su teoría del victimato, su rechazo radical de los medios de comunicación y su convenciomiento de que nuestro país es un motor que no funciona... Menos pecios y más optimismo, que queda mucho por hacer.
ResponderEliminarSánchez Ferlosio siempre ha escrito así. Parte del libro son textos ya publicados anteriormente, bajo otros títulos. Se puede estar o no de acuerdo con sus conclusiones, participar de su acritud o no, pero pienso que tiene razón en gran parte de sus derivaciones. Naturalmente, todo tema puede ser orientado de otra manera, incluso con optimismo, pero yo entiendo que él conciba a este país con amargura, dureza y cabreo. Los marcos convivenciales, por otra parte, son eso, espacios de roce, más o menos profundo porque no podemos evitar y tenemos que sobrellevarlos si queremos sobrevivir. Pero distan mucho en ocasiones de ofrecer equilibrio, sensatez y sinceridad. Probablemente al escritor le cueste soportarlos, y más ahora que está viejo y que carece de la familia que tuvo. No sé hasta qué punto piense él en su amargura (si es auténtica) que el país no funciona, pero yo le entiendo, porque el país real dista mucho todavía de ser algo elogiable, yo no me creo la marca España ni por asomo. Bien sabes, y respeto tus puntos de vista, que el optimismo no es en sí motor de nada si no hay otra serie de cosas, entre ellas el nivel de cultura y la capacidad adquisitiva de los ciudadanos, que aumenten y se consoliden. Personajes ácidos y extremadamente críticos, aunque desbarren, como Sánchez Ferlosio deben existir. O de cualquier manera, siempre existirán, aunque sean minoritarios.
EliminarBahhh, si no nos poseemos ni a nosotros mismos. Paso de tanta falacia, miseria, desconocimiento ajeno y críticas diversas y diversificadas. Lo pasado inerte, lo futuro nonato y lo presente siempre insuficiente para quienes se consideran el ombligo del mundo: léase escritores, salvo alguna que otra genialidad, mal entendida casi siempre por coetáneos.
ResponderEliminarComo sibarita del presente que me creo (lo cual no necesita marchamo de realidad salvo para quien escribe estas letras) me creeré que elijo la genialidad o la suma de ellas cada cual en su momento.
Disfrute su baño de lodo!!!! servidora ya medio derretida, parte para la charca!!!
No sé bien si te refieres a Sánchez Ferlosio o a otros, pero puestos a sentirse ombligos del mundo los tenemos de esta guisa alrededor cualquiera de nosotros y todos los días, con mayor o menor ruido, aunque a veces "relumbren" más los que pasan por las ondas mediáticas. Me gusta lo de sibarita del presente. ¿Cómo se obtiene el título?
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