"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 11 de julio de 2015

Omar y Klaus







O cuando Omar Sharif y Klaus Klinski, disfrazados de víctimas de las consecuencias de una revolución y de una guerra civil se encontraron en un tren de masas. Y no un tren a ninguna parte, sino con destinos precisos. El bueno de Yuri Zhivago y su familia hacia un nuevo realojo. El preso anarquista hacia los trabajos forzados. Uno, aferrándose aún a los valores tradicionales que van a quedar descolocados por mor de los cambios revolucionarios. Pero ya sujeto a las órdenes e imposición de las nuevas autoridades. Otro, aferrándose a una condición de fe rigurosa: su concepto de libertad interior, que de poco le vale alardear de ella o de su capacidad de pensamiento (ese "soy un intelectual" suena a pedante, pero literalmente no es equívoco) Las ovejas sumisas buscan sobrevivir en nuevos territorios. La oveja negra está ya marcada para siempre.

Homenaje al actor Omar Sharif. Elegí esta escena del tren, que es más de Klaus Kinski que de él, porque me dio el fogonazo. Puestos a centrarme solo en Sharif hubiera traído a sus entrernecidos momentos de amor con Larisa Antípova, en este mundo Julie Christie. Pero es que en una película espectacular y cargada de situaciones ricas y diversas (en la novela se disfrutan de otra manera, con otro ritmo) cuesta quedarse con algún plano en detrimento de otros. 






4 comentarios:

  1. Una tópica y aviesa caricatura del anarquista, como de costumbre.

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    1. Estereotipos inevitables al margen, a mí me gusta su aplomo y contundencia, que no sé si es la del ácrata o la del desesperado.

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  2. Claro que abunda en tópicos la película, pero no perjudica la historia que Pasternak hiló es su inmensa novela. Hace poco la releí, me ha emocionado, no solo por la historia de amor, sino por los diálogos que hay en la última parte de la novela, tan desesperanzada para aquellos que creyeron en el advenimiento de una nueva sociedad y se encontraron -sin saber el porqué- en campos de trabajo, con la etiqueta de enemigos del pueblo. La película la veo siempre en Navidad, como los turrones. Acabo llorando en la escena final del tranvía.

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    1. Para Navidad me lo recuerdas, quiero ver los efectos del film bajo los del cava y los turrones. Mira que tiene truco la película y sin embargo te embriaga. La novela hila más fino para el pensamiento.

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