"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 23 de junio de 2015

Aquí kilikikí





Ay, el viejo juego entre el kiliki y el niño. Qué nostalgia, qué recuerdos, qué reflexión sobre la propia psicología infantil. Qué pavor. ¿Cuántos niños entendían el acecho del kiliki? ¿Cuántos resistían el embate y la carrera del perseguidor? Aquellas vejigas de cerdo que en las ventas se rellenaban de manteca (una vejiga no deja de ser un globo) también se cargaban de aire. Ese era el arma que esgrimía el feroz kiliki. El susto y el pánico de los niños no era tanto por el vergazo que nos metían como por aquellos personajes grotescos que se ponían en acción contra nosotros. Y Caravinagre, ése es el nombre del personaje que vemos, era el peor de todos sus secuaces. Hablo en pasado, por lo que me toca. Ignoro si con el auge de nuevas realidades virtuales y tecnología de uso cotidiano los niños de ahora se verán afectados o pasarán de los kilikis. 

Cartel sencillo el de los Sanfermines de este año, que me llama la atención por dos cosas. Una, que el tema taurino  -eje de tales celebraciones-  no aparece para nada. Otra, que el argumento protagonista es la complicidad entre el niño y ese ser que le trae a mal traer. La burla del niño sombreado es real. El juego reside precisamente en eso: los niños provocan a los kilikis para que estos se revuelvan y corran tras ellos. Aquí, kilikikí, con el palo no con la verga sí, gritábamos desaforados. No hay derramamiento de sangre, en algunos casos sí de lágrimas y derroche de espanto. Conclusión: he aquí cómo la sencillez de intención y de dibujo puede dar un tono de calidad a una imagen. Un handicap: salvo los nativos, pocos entenderán de qué va la historia. Puede que sacar encierros, corredores y toros en un cartel, como otras veces, parezca que venda más, pero a estas alturas de la historia el producto Sanfermines ya está bien vendido. A mi modesto modo de ver, un acierto el cartel. ¿O será porque me veo reflejado una vez más en el niño que hace burla al terrorífico kiliki?




5 comentarios:

  1. Info complementaria:

    http://cultura.elpais.com/cultura/2015/04/28/actualidad/1430217882_585905.html

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  2. Lo mismo, sin toros sin sangre sin vino sin aglomeraciones, ocurre en Enero en los pequeños pueblos entre montañas del Tirol austriaco.

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    1. Usos y costumbres análogos se deben dar por todas partes, sí.

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  3. Muy interesante tu artículo:

    Hay muchas cosas en la fiesta de San Fermín que no son los Toros. A mí la fiesta de los toros me parece una barbarie. En cambio los gigantes y cabezudos con los kilikis y otros personajes me parece algo simpático que hace retornar a la infancia. Esa de la que nunca debimos salir.

    Un abrazo
    Ana

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    1. Sí, aunque hace ya muchos años que no visito aquello en sus Fiestas -la masa me espanta- es cierto que desde siempre en las actividades de calle hay mucha fiesta que no solo son encierros, corridas y vino al por mayor. De ahí que los kilikis, los zaldikos, los gigantes y cabezudos, que no solo van dirigidos a los niños configuran un espectáculo dinámico y participativo en sí mismo. Esto ya ocurría en mi lejana y tierna infancia. Bueno, no todo ha sido negativo después de haber crecido, ¿no? Y el mismo hecho de recordar ya es un elemento sano, un activo de nuestra personalidad emocional y mental en general. Un abrazo, Ana.

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