Esos accesos de desgana que tiene. Leer menos. Escribir de modo muy escaso. No interesarse por las noticias, puesto que no las reconoce como nuevas. No conceder mayor importancia a dormir pocas horas. No viajar. Recorrer incluso las mismas calles todos los días. Soportar con dificultad y poca atracción los personajes cotidianos. Hablar lo mínimo y, a ser posible, evitando tópicos, que otros llaman lugares comunes, y redundancias. Y sin embargo qué satisfacción intuir que la sangre sigue circulando. Qué bienestar dar por hecho que las funciones del cuerpo aparentemente se mantienen. Qué gozo la hora vespertina de la cerveza muy fría. La sorpresa: se salvan de su desinterés los instintos. Todos absolutamente bajos, por supuesto.
(Fotografía de Tomislav Peternek)
Jajjjjj enhorabuena buena hermano, sigues vivo!... y con buen humor.
ResponderEliminarTratando de escuchar la sangre que circula dentro de mí simplemente.
EliminarComo todo, las ganas/desganas, van a temporadas.
ResponderEliminarLos instintos no... jajajajaj¡
salut
Huy, no creas, aunque están soterrados y latentes no siempre se manifiestan, pero ganas dan (y me refería a toda clase de instintos, la mayoría no son nada tiernos)
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