"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 19 de febrero de 2015

Post scriptum: resurrección





















El padre de Phile que, como ya sabes, cultiva la vid, me ha hecho llegar a través de un sirviente una ánfora con excelente vino de su cosecha, para que lo comparta contigo. En un mensaje agradece nuestro interés por el estado de su hija y nos anuncia una buena nueva. Dice, Safo, que desde que estuviste con la joven aquel día ésta ha mejorado notablemente. Que sus molestias han remitido en parte y que, sobre todo, ha recuperado cierta ilusión e interés por las cosas. En tu encuentro con ella la regalaste una colección de poemas que aún no habías leído a nadie, gesto que ella ha valorado con mucho entusiasmo. Me dice su padre que Phile está aprendiendo de memoria estos poemas y que, si tú lo permites, cuando se reponga quiere recitarlos en alguna de las tertulias abiertas. También está componiendo música de cítara para acompañarlos. ¿No es asombrosa la reacción corporal de esta chiquilla? Ayer al borde del abismo y hoy tan repuesta. Puede que también haya obrado en su mejoría la nueva amistad. Ha congeniado mucho con Medora, otra de tus alumnas de la academia, que fue enviada por ti para animar su postración. Medora, que pasa desapercibida porque es bastante callada y no hace ostentación de sus amplios conocimientos, sabe llevar a Phile y ambas se escuchan con un notable agrado. El buen hombre está sorprendido por los cambios de su hija y me relata con admiración que ayer ella se levantó y se puso uno de los vestidos más vaporosos para recibir a Medora. Que cuando ésta llegó tenía un color encendido y, salvo cierta inestabilidad al mantenerse en pie, se la veía con considerable vigor. No sé qué hay en Medora, pero su presencia alivia la ansiedad de la enferma. Acaso no debería comentártelo, pero me dice también que desde hace unos días apenas te nombra y mucho menos pide que vayas a visitarla. Que únicamente tiene ojos para Medora.    

Los caminos de la curación residen muchas veces en lo imprevisto y en la oportuna presencia de personas que saben consolar. Tú dirías llanamente que es el carácter divino del azar. 



(Fotografía de Karin Szekessy)


4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Los caminos de la consolación son a veces inextricables.

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  2. Tus entradas son muy interesantes y sugerentes.Aun referenciando la literatura clásica griega, tienen actualidad sus temas porque afectan a las cosas del alma humana, que son eternas.
    En este texto me ha gustado mucho el remedio contra el decaimiento del ánimo; primero la visita del poeta y el regalo de sus versos -creo en el poder de la poesía-; y más tarde la visita de una íntima amiga...Poesía y amistad, dos pilares para sostener el ánimo y sobre todo esta última que sabe consolarla.

    Si no la curación completa, sí una notable mejoría, dependen de quien sabe tender una mano en las dificultades y trasmitirnos afecto.

    Saludos.

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    1. Obviamente toda la literatura, nuestros comentario cotidianos, giran en torno a las cuestiones fundamentales de la naturaleza del ser humano, que en lo esencial suelen ser reflejo de la naturaleza general. El matiz o los matices son nuestras culturas, los cambios de los tiempos, la adecuación a las formas que a su vez inciden en el contenido de nuestras personalidades. Todo lo que dices sobre el remedio al decaimiento...acaso hay algo más en la ardiente oscuridad de esas "almas", la puerta queda abierta.

      Tu último párrafo lo rubrico, pero claro, hay enfermedades y enfermedades y no creo en que todas tengan un mero transfondo de disfunciones del comportamiento y de la psiqué, pues desgraciadamente el cáncer, por ejemplo, existe por otros caminos y se impone al margen de estados de ánimo, objetivos personales e ilusiones varias.

      Un saludo cordial, Fanny.

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