El vino con que me ha obsequiado Ino de Agra nos ha puesto muy contentos a los dos. Soy pausado al beber, pero él no. Sin embargo, hoy su locuacidad me ha contagiado y ambos nos hemos sentido desbordados. ¿Hemos hablado por ello de lo fútil y trivial? Todo lo contrario. El vino desata la trascendencia de los asuntos y nos invita a la desmesura de las palabras, que no de los conceptos. Ino se ha excedido en su filosofía, lo cual contradice a quienes opinan que beber obnubila y tergiversa pensamientos y conductas. Naturalmente, siempre que quede en un ámbito reducido como el que los dos hemos preservado no resulta arriesgado. Vivimos por dos motivos, ha sentenciado Ino, porque nos parieron y porque nos han dejado vivir. No, no pienses, ha continuado el beodo mayor, que esos motivos son cómplices y el segundo es una consecuencia inerte del primero. Conozco tantos hombres que han sido traídos a este mundo pero a los que luego se les hace la vida imposible. Pero es un riesgo que todos corremos, he apuntado. Cierto, dice Ino, y ni siquiera los que hemos tomado un camino que nos ha parecido provechoso y hasta definitivo estamos libres de no frustrarnos. Hay mucho engreído a nuestro alrededor que piensa que con los bienes que posee y el mandato con el que impera tiene la existencia resuelta. Pero ¿acaso los negocios no son de ida y vuelta? ¿No es el poder que se ejerce sino un fugaz reflejo del propio fracaso? ¿Todavía hay quien piensa que está a salvo de males impredecibles y vive por ello abusando de otras vidas y maltratando la propia?
He vaciado una jarra sobre las copas y hemos bebido a dos manos. Yo balbuceo: Ino, tu filosofía es hermosa y, sobre todo, sagaz. La vida es un trayecto inseguro, tú mismo lo pudiste comprobar en el pasado. Porque, ¿podemos aseverar que la vida de los esclavos es más incierta que la nuestra? ¿Crees que vivir de la herencia de nuestros ancestros garantiza la elección de nuestro futuro? Los humanos ejecutan trayectorias y compromisos que no siempre han decidido. Toman caminos que otros les dejan tomar o precisamente porque no les dejan que elijan. Verdad es que existen ciertos márgenes, pero ¿para todos y con la misma amplitud? Ino me ha interrumpido y dice poniendo el brazo en mi hombro: Amigo, no todos están siempre en el bando ganador, los bandos fluctúan siempre. El perdedor de hoy presidirá mañana nuestras instituciones, y a la inversa. Del mismo modo que algunos nunca ganan y siempre pierden. El azar es poderoso, pero el ansia de poder de los hombres no es desdeñable.
Safo, te juro que aun habiendo hablado tanto ya no recuerdo más. Sí, que el vino reverberaba no sólo en el estómago sino principalmente en mi mente. Y que Ino se puso a entonar un canto pícaro con una voz tan turbia como espantosa.
De acuerdo con el majete beodo. La química del vino descorre lo más intimo de las convicciones, sean las que sean. Lo triste es comprobar bajo su influjo las miserias de demasiado vanidos@.
ResponderEliminarLo que sucede es que esa química choca luego con el orden establecido y sus colaterales. Pero está bien que salgan a relucir las miserables vanidades también.
EliminarCon EMEJOTA....y con Baco..¡ Vive dios ¡
ResponderEliminarSalut
Un pulso arriesgado el de ambos personajes, jeje.
EliminarSalut.