Hay discordias entre los nuestros. Cierto geómetra acostumbrado a diseñar planos de los edificios sagrados y a ocupar las urbes con esa modalidad de construcciones pretende que erijamos un nuevo templo. Ya hay muchos templos, han dicho en oposición algunos de nuestros astrónomos. Levantemos mejor un observatorio, pues de los planetas cabe esperar aún muchos mensajes, y de los dioses no quedan ni triviales historias por conocer. Pero un nuevo templo dará lugar a mucha actividad alrededor de él, y las calles se llenarán de gentes y mercaderías llegadas desde muchas poblaciones e incluso de otras islas y continentes, ha replicado el arquitecto lineal. Ah, han saltado los partidarios del estudio del universo, se te ve el plumero, ¿no será que más que honrar el culto de las divinidades lo que pretendes es que cunda otro mercado y tú mismo obtener ganancia de uno y otro? Pero el hombre de los compases no se ha amilanado. Culto y mercado no están reñidos, ha sentenciado. Los mismos dioses verían con buenos ojos que nos acordemos de ellos y que a la vez la gente peregrine hasta aquí para hacer una ciudad más rica y pujante. Los astrónomos han montado en cólera: los dioses están cansados del culto de los mortales y además para ellos no somos ya nadie, como tantas veces se ha comprobado y nos cuesta admitir. Mientras que los planetas, que están antes que los dioses, son el futuro. Por ellos conoceremos mejor nuestros pasos por el mundo terrestre y por los piélagos marinos. No se puede hablar con vosotros, ha dicho el arquitecto recogiendo sus dibujos. Esta ciudad no servirá para nada si no posee construcciones grandiosas de las que los viajeros que nos visitan puedan hablar con admiración cuando retornen a sus patrias. Puede que no se hable demasiado, le han echado en cara los opositores, pero ¿para qué sirve que se hable de una ciudad que levanta monumentos si algún día quedarán solamente las ruinas? ¿No hay, acaso, más útil construcción que aquella que hace avanzar los conocimientos en lugar de repetir las inútiles plegarias a seres fantásticos que no las necesitan?
(Grabado de William Blake)
Tiene problemas el geómetra para dividir el ángulo:
ResponderEliminarNo puedo, con regla y compás,
dividir este ángulo agudo
u obtuso en tres partes iguales.
Tampoco importa que el problema
se resuelva sin poner nada
en cada una de estas partes.
Pero habrá que escoger anhelos
entre renuncias y trazados,
entre dibujos y deseos.
No podría poner el odio
con la venganza secular,
juntos en el mismo sector,
pues las tensiones que producen
son de fuerza inconmensurable,
capaz de reventar la aurora.
Jamás juntaría el amor
con las humildes margaritas
porque son el requiebro
para el juego del sí y el no,
y sabemos que no se debe
retozar con el arrebato.
Y la guerra no la pondré
en el sector de la barbarie
porque la lucha enciende el arte
impetuoso de las fieras
y el salvajismo desajusta
la razón del simio que piensa.
Salud
Francesc Cornadó
Como siempre, pones, y yo lo agradezco enormemente, la guinda de tu sabiduría y sentido de la estética en este blog. Y con conocimiento de causa, obviamente. Genial:
EliminarY la guerra no la pondré
en el sector de la barbarie
porque la lucha enciende el arte
impetuoso de las fieras
y el salvajismo desajusta
la razón del simio que piensa.