Lysandros, hijo de Cleobis, y hermano de Tera, no retornará. Nos lo han comunicado unos náufragos que supieron de su desgracia. Parece ser que pereció en cierta expedición mercenaria cuyo objetivo final no se ha precisado. Hoy he visto a Tera llorar amargamente, pero no sorprenderse. Esto me ha confiado:
Desde niño Lysandros se había entusiasmado con los relatos de héroes y preguntaba a cuantos guerreros volvían de sus contiendas, tras largos años de ausencia. Mi hermano, que tenía unas manos suaves y finas, no creía sin embargo en ellas para fomentar su habilidad con una herramienta o un instrumento de música, sino para empuñar el arma. Nunca pude disuadirle de sus intenciones y muchos corearon su marcha y le enardecieron, haciendo de él un símbolo de fortaleza y de valor. Mas ¿tuvo ocasión de demostrar su valor? Muchos confunden arrojo con valor, siendo que lo primero es el impulso al que los varones se sienten inclinados de forma natural. Pero valor...¿debe llamarse de este modo al hecho de arriesgar por causas ajenas, tantas veces injustas, las vidas propias y las de otros? Puede que Lysandros ni siquiera llegara a entrar en campos de sangre. Muchos de los que quieren ser héroes no pasan de ser unos aventureros malogrados. Nuestros aedos cantan a los que perecen a manos del enemigo, sin tener en cuenta que muchos de nuestros jóvenes desaparecen en el combate desigual con los elementos de la naturaleza. Las tormentas del océano, las temperaturas extremas, las enfermedades y los accidentes, el hambre y la sed, causan tantas bajas como las lanzas hostiles. ¿Son por ello menos merecedores de reconocimiento estos compatriotas tenidos por fracasados? Ahora bien, el verdadero fracaso ¿acaso no está en abandonar en nuestras ciudades las tareas de paz? Y la verdadera fortaleza ¿no es la que portan quienes se interesan por el entendimiento entre los hombres? Y los seres generosos ¿no son quienes se entregan a la creación y enseñanza de nuestras artes? No sabremos jamás cómo fue que Lysandros se precipitó en el Hades. Pero, ¿y si el relato de los náufragos no es verdad? Muchos hombres han sido dados por muertos y han reaparecido tras mucho tiempo de cautividad. No habiendo cadáver no hay certeza y cabe dejar prendida una luz en el zaguán de nuestra casa. No obstante nosotros debemos honrar su memoria, y dolernos sometidos a la idea de que no le recuperaremos jamás. Voy a consolar a mi padre y dar órdenes para que se organicen las exequias.
Que no apaguen la luz. Se sabe de tantos náufragos que han vuelto, aunque irreconocibles y convertidos en alguien distinto.El otro será aquel que perdió la vida o la ganó, según se mire.
ResponderEliminarIntuyo que vivimos rodeados de gente que se fue a comprar tabaco y cuando regresan resulta que ya han dejado de fumar.
Algunos han sido vistos lejos de sus costas de origen. Siguen sin encontrar Ítaca ni por asomo. Gracias, Amaltea.
Eliminarsi tienes la congoja en carne viva, la parte final se está pareciendo mucho a la realidad
ResponderEliminar.
ten en cuenta que aún 42 chicos estudiantes de magisterio de Ayotzinapa aún no aparecen "No habiendo cadáver no hay certeza" dices y eso es lo que ocurre desde hace cuatro meses
te mando un abrazo y perdoná que mezcle este dolor con tus letras
No, no, acaso es análogo dolor. La barbarie también se describe en la Ilíada y otros cantos. Lo terrible hoy es lo irresoluble que parece esa violencia oscura que diezma en Méjico la vida de cualquier disidente. Qué complejo es todo. En este lado del charco las voces de denuncia sobre el caso no llegan con suficiente brío, no se dan. Y tampoco me vale la pamema estilo "Yo también soy Ayotzinapa" si no pasa de ahí. Un abrazo, Omar.
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