Hombres que hablan de dioses ocupan las plazas de la ciudad y ordenan levantar más templos. Se quedan solos, y agraviados por no dar satisfacción a sus quimeras se alejan, siendo devorados por las sombras.
Jean-Jacques Rousseau y El contrato social
Hace 1 hora
Siempre habrá dioses, Fackel, como bien sabes... mientras queden hombres que los adoren.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues hay tantos adoradores...que no van a caber los dioses, sospecho.
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