Una mujer púber sentada a la puerta de su casa me ofrece moras desde el delantal. Tiene los labios ennegrecidos y hay picardía en su mirada. Ahora mismo voy hasta las zarzas y te traeré más, se me ocurre decir. Voy contigo, y se levanta. Pero no encontramos el camino y nos desconcertamos.
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