Una mujer
vestida con un chiton ceñido está pintando una cabeza de porcelana de amarillo
y azul. Al verme me llama: acércate y ata
mi cíngulo. Cuando me dispongo a ello compruebo que su cuerpo no tiene calor, que
las facciones de la cara se han paralizado y que las manos sostienen sin
energía la negra testa de un toro.
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