Es un bosque, un bosque de pupitres, me dice un hombre mayor, desaliñado, cuando entro en aquella escuela. No le entiendo. Hay al principio unas pocas filas ocupadas por escolares y, según avanzamos, las mesas se amontonan en varios pisos, de modo desorganizado. Cuando retrocedo hasta la salida los niños ya no están y, para mi desconcierto, el hombre trata de contener aquella abigarrada escultura con su débil corporeidad. Salgo yo solo y la voz del anciano se torna lejana: recuerda, se trata de un bosque.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me temo que no es bosque sino acechado cardumen.
ResponderEliminarPodría ser, Loam.
EliminarEn la provecta edad sujetando el peso tremendo de una escultura. Entiendo los sudores del maestro ¿a quién no le pasaría?
ResponderEliminarHermosa metáfora la del bosque de pupitres, donde emboscarse. Te lo digo yo, al que tantas emboscadas tienden, ja,ja,ja. (Aunque las peligrosas y dañinas sean las de gargantas profundas, harto conocidas en el ambiente de los movimientos sociales, y difamadoras a sueldo de la policía, y más cada vez en los tiempos que corren.
Porque el bosque se inventó mucho antes que Internet, y por supuesto supone muchos grados más de complejidad en sus sutiles transmisiones y comunicaciones vivas de punta a punta, de escala a escala.
Lo importante es que no nos sintamos emboscado en lo más íntimo de nosotros, ¿no?
Eliminar