El umbral de la cueva me transmitía una humedad antigua. Los ojos empezaban a ver a través del olor de la profundidad. Allí dentro se derramaban por la piedra de leche chorros de toda clase de coloraciones. Sentí mucha alegría y creo que la roca también. El silencio de los humanos no es el silencio de toda la naturaleza, y llegaban voces muy apagadas de minúsculos seres. Arrodillado ante las charcas inmóviles de la caliza les imploraba que se me revelasen.
Elon Musk blasts ‘undemocratic’ EU in ongoing feud
Hace 20 minutos
V.I.T.R.I.O.L
ResponderEliminarCristo ha resucitado de entre los muertos;
ResponderEliminarcon la muerte ha derrotado a la muerte
y a quéllos que yacían en los sepulcros
les ha dado vida.
Ese agua irisada la conozco...
ResponderEliminarSuele pasar inadvertido a muchos, pero las cuevas ni son tan blancas ni son tan negras. Como el resto de las vidas.
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